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ABC MADRID 10-11-2014 página 38
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  • EdiciónABC, MADRID
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38 ESPAÑA Tragedia de Murcia Los testimonios LUNES, 10 DE NOVIEMBRE DE 2014 abc. es españa ABC Una concejal y su hija salvan la vida La concejal de la Tercera Edad de Bullas, Juana María Corbalán, y su hija, Sara, también viajaban en el autocar de la muerte. Las dos, sin embargo, tuvieron suerte porque a primera hora de la mañana de ayer recibían el alta en el hospital Morales Meseguer, donde fueron atendidas de las heridas y del trauma sufrido. La superviviente Úrsula Dolores Jiménez destacaba ayer la actitud solidaria que mostró la hija de la edil: Me prestó auxilio en todo momento y esperó a que los bomberos me cortaran el cinturón de seguridad para liberarme. Luego, Sara cogió mi teléfono móvil y llamó a mi marido para tranquilizarle. Estuvo conmigo hasta el final. Siento que he vuelto a nacer insiste Úrsula mientras se recupera de sus lesiones en el centro sanitario. Sabe, sin embargo, que las heridas psíquicas tardarán más en cicatrizar. María González Gil acompaña a su cuñada Úrsula en la habitación del hospital Morales Messeguer FRAN MANZANERA Una de las pasajeras relata los momentos de terror que se vivieron en el autobús siniestrado en la noche del sábado Empezaron los bandazos; luego vi a la gente volar JORGE GARCÍA MURCIA i a la gente volar El relato de Úrsula Dolores Jiménez es la historia de un milagro, porque esta vecina de Bullas, de 50 años, viajaba sentada en la parte de atrás del autobús siniestrado a la altura de la Venta del Olivo, en Cieza, justo en la zona del vehículo donde se produjeron más heridos y víctimas mortales. Iba en el gallinero, en el asiento de en medio, rodeada de amigas que no sé si siguen vivas Y en ese momento tiene que parar de hablar, porque nada más pensar en sus paisanas no puede contener unas lágrimas que le dolían más que sus cinco costillas rotas y los puntos que lucía en uno de sus dedos de la mano izquierda. Había gente chillando, pero intenté no fijarme mucho porque el panorama no era agradable continúa. Pese al brutal accidente, no perdió el conocimiento en ningún momento y en la V planta de Traumatología del hospital Morales Meseguer narraba ayer con nitidez todo lo sucedido: Salimos de Madrid a las siete de la tarde y la hora de llegada eran las doce. Al salir escuchamos ruidos extraños, porque estábamos sentadas sobre el motor, pero no era nada. El conductor que nos llevó hasta La Roda era estupendo Compra de miguelitos Una vez allí, los conductores se relevaron y los pasajeros aprovecharon para comprar miguelitos el dulce típico de la zona. Cuando estábamos llegando a la Venta del Olivo oí un ruido, el vehículo comenzó a dar bandazos bajando la rotonda y todos empezaron a gritar. Los que íbamos sentados atrás nos llevamos la peor parte. Yo llevaba el cinturón, que me oprimía las costillas, y no podía respirar Aunque sin duda fue ese cinto el dispositivo que salvó su vida, Úrsula prefería atribuir a su fe en Dios el hecho de que saliera con vida del infierno: El Señor no me ha llevado porque es- toy cuidando de mi madre y ella no puede quedarse sola Precisamente, esa devoción la había empujado a formar parte del Grupo Madre Maravillas y a participar en las últimas seis ediciones del viaje anual al convento madrileño de la Madre Maravillas de Jesús. Mi cuñada ha vuelto a nacer añadía por su parte su cuñada, María González Gil, mientras sujetaba con fuerza la mano de Úrsula, sentada en su cama del Morales Meseguer y tratando de reprimir el llanto. María también era otra de las habituales de este viaje, pero este año no me apetecía hacerlo porque ya había ido otras dos veces Cuando esta vecina de Bullas se enteró del brutal accidente, me quedé bloqueada; solo podía pensar en los que iban en el autobús y en los que no podré volver a ver más. Solo pienso en la desesperación de las familias Esa sensación de angustia era la que también invadía ayer a Juani, que viajaba en el primero de los dos autocares de la empresa José Ruiz de Calasparra, y que fue la primera en dar la voz de alarma. Íbamos por delante; estaba sentada en el gallinero y, de repente, perdí de vista el otro autobús. Se lo dije de inmediato al conductor. Solo faltaba media hora para llegar a Bullas Las manos a la cabeza El profesional del volante decidió detener el vehículo en el arcén de la carretera para ver qué había sucedido: Uno de los conductores bajó y echó a andar. Al ver lo que había pasado se echó las manos a la cabeza. Cuando regresó nos dijo que era un pequeño accidente Al parecer, decidieron no alarmar al pasaje y reanudaron la marcha hacia Bullas. Sin embargo, Juani pensaba que algo grave había pasado, porque veíamos llegar las ambulancias por el carril contrario y noté que el conductor iba nervioso, porque me pareció que conducía muy rápido Al llegar al municipio les comunicaron el terrible accidente. Esto es un drama porque todos somos familia y amigos Incluso compañeros de trabajo, ya que Juani indicaba ayer que al menos una treintena de pasajeros son trabajadores de la Conservera Pérez Escámez Pánico a bordo Empezamos a gritar. Tras el golpe, el cinturón me oprimía las costillas y no podía respirar

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