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ABC MADRID 17-10-2014 página 112
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ABC MADRID 17-10-2014 página 112

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VIERNES 17.10.2014 Editado por Diario ABC, S. L. Juan Ignacio Luca de Tena, 7, 28027 Madrid. Diario ABC, S. L. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta publicación, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa. Número 36.086 D. L. I: M- 13- 58 Apartado de Correos 43, Madrid. Publicidad 902 334 556 Suscripciones 901 334 554 Atención al cliente 902 334 555. 14425 8 424499 000013 EL PULSO DEL PLANETA VISTO Y NO VISTO El apaño de la cápsula Más baratos que un taxi (22 euros por noche y 3,5 euros por unas horas del día) aumenta la demanda de los hoteles- cápsula de Tokio para mochileros y sin techo IGNACIO RUIZ- QUINTANO ÉXTASIS Como la sombra del padre de Hamlet cruza por la terraza del castillo, así el fantasma de Grecia pasó por el propileo de la Bolsa D Inventadas hace unos años, las cápsulas (en la imagen) cobran protagonismo en tiempos difíciles PABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL A TOKIO ABC C on los precios de los hoteles más altos que la torre Sky Tree, que ya es decir porque mide 634 metros, la opción más económica de alojamiento en Tokio son, aparte de sus parques públicos y puentes, su famosos hoteles cápsula. Por unos 3.000 yenes (22 euros) y con plantas separadas para hombres y mujeres, establecimientos como Capsule Value Hotel, junto a la estación de Kanda, ofrecen unas estupendas habitaciones de dos metros de largo por uno de ancho y otro de alto. Vale, quizás no sean lo más apropiado para alguien que sufra claustrofobia, pero lo cierto es que un ser humano tampoco necesita mucho más para dormir. Aunque hay que reconocer que son algo pequeños, en estos nichos se puede disfrutar de algunas de las comodidades propias de un hotel de lujo, como una televisión acoplada al techo, la radio y el wifi gratuito para conectarse a internet. Sin embargo, aquí hay que olvidarse de las vistas, el servicio de habitaciones y del baño, muy limpio pero compartido con el resto de huéspedes. En su mayoría, quienes se alojan en los hoteles cápsula son jóvenes mochileros con menos recursos que Carpanta y oficinistas que viven lejos del centro y han perdido el último tren de vuelta a sus casas. En una megalópolis tan gigantesca como Tokio, que cuenta con 30 millones de habitantes y se extiende hasta las prefecturas vecinas, les sale más barato quedarse a pernoctar en uno de estos locales que tomar un taxi de vuelta porque solo la bajada de bandera ya cuesta 710 yenes (5,2 euros) Noqueados por la crisis tatami y al estruendoso silencio que se oye en su interior, en buena medida gracias al civismo nipón. Por extraño que parezca, a través de sus finas paredes de plástico no se escuchan ni los ronquidos ni los bostezos del vecino, tan cerca y, al mismo tiempo, tan lejos en medio de un silencio sepulcral muy a tono con esta especie de sarcófago de ciencia- ficción. Otra de las ventajas que tienen las cápsulas es que uno jamás podrá caerse por los lados de la cama, aunque sí corre el riesgo de acabar en el suelo cuando se encarama a la escalerilla para subir a las del segundo piso. Además de periodistas que intentan ahorrarle unas perrillas a su medio y, Una ducha colectiva como el que suscribe, sacarse una his- Por la mañana, y enfundados en los toria propia para la contraportada, por quimonos que ofrece el hotel, los clienlos hoteles cápsula también pasan pa- tes se duchan en los baños colectivos rados noqueados por la crisis que han a la japonesa, que tienen un pequeño perdido sus hogares y viven en la ca- taburete para sentarse mientras uno lle. Durante el día, cuando los precios se asea codo con codo con otro huésde las habitaciones bajan a 3,5 eu- ped. Sin pudor alguno, se trata de otro ros, aprovechan para resguardarse efecto más de la masificación en esta unas horas calentitos y bajo techo an- superpoblada y futurista ciudad plates de volver por la nogada de rascacielos con Estos pequeños luminosos de neón. Un che a los parques y tiennichos tienen das de lona verde que hormiguero humano ocupan a orillas del río que, a fuerza de sofisticomodidades Sumida. cación nipona, ha redupropias de un Aunque algo asfixianhotel: tele en el cido el alojamiento a su te, la cápsula destaca por expresión más pragmátecho y wifi su limpieza y no resulta tica, minimalista y, desgratuita incómoda gracias a su de luego, barata. icen que el momento de la venida al mundo es un momento de angustia mortal, en el que acumulamos una reserva de pánico para toda la vida. Pánico porque retiran las tarjetas- fantasmas y se vacían los restaurantes: al hecho de no tener de qué hablar, como decía Lopera ¡lo que diga don Manué! se une el hecho de no tener con qué pagar. Vamos a echar de menos a aquellos traperos del tiempo que eran los de las tarjetas- fantasmas. ¿Y usted cómo se las arregla para pasar consulta y escribir libros? le preguntaron al doctor Marañón. Soy un trapero del tiempo. Como Santín, el hombre que emocionó a Spielberg de tantos libros como compraba, entre tanta obra social en la caja y tanta brasa moral (no otra cosa es el comunismo) en la Complutense, que sólo tenía un rato para acercarse al cajero de madrugada. Un español viejo: autoritario yo aparco donde se me pone... pero austero (de calcetín tomatero) y con cara de no terminar de pasarlo nunca bien, cuando Madrid está hecho para pasarlo bien. Esta nación (España) este Madrid, está hecho para no tener dinero y pasarlo bien le dijo a Ruano, en el 31, Edgar Neville, arrojado de Hollywood por la crisis. Neville venía de la Gran Depresión, donde el pánico se notaba mucho porque un americano, decía, está constituido para trabajar, y cuando no trabaja no sabe lo que hacer: Ha nacido para trabajar y para ganar dinero. Por eso en América no hay cafés. Aquí pasa lo contrario. Esto es admirable Con el dinero fácil Madrid cerró sus cafés y hoy todo lo que hay para que lo pases bien es una bicicleta, y los domingos, ese almuerzo familiar en el chino, donde vuelve a oírse al niño penosito que a los postres exclama: ¡Tengo hambre! Y el padre (tanteándose el bolsillo) Comes luego. En casa. ¡Padres! Como la sombra del padre de Hamlet cruza por la terraza del castillo de Kromborg, así el fantasma de Grecia se pasea por el propileo de la Bolsa. Pánico, que es un éxtasis negativo.

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