ABC MADRID 11-10-2014 página 77

ABC SÁBADO, 11 DE OCTUBRE DE 2014 abc. es estilo GENTESTILO 77 Úrsula Corberó, novia de Andrés Velencoso: He recibido amenazas B. CORTÁZAR Junto a las it girls internacionales Poppy Delevingne, Atlanta de Cadenet- Taylor y Harley Viera- Newton, la actriz Úrsula Corberó (25 años) fue una de las protagonistas de la fiesta con motivo del XX aniversario de la firma de moda Stradivarius, que se celebró en Barcelona. Menos mal que Corberó, además de estar al tanto de la moda y dedicar parte de su tiempo a la imagen, también rueda películas y series y encima enamora al mismísmo top model Andrés Velencoso. ¿Tu crees que soy un referente de estilo? pregunta entre ri- sas cuando le hablan de la influencia que genera en su cuenta de Instagram. Yo no me considero icono para nadie asegura. Metida en el rodaje de la comedia Anclados con Joaquín Reyes, Mirem Ibaguren, Daniel Guzmán y Rossy de Palma, asegura que está encantada. Todo sucede en el interior de un crucero. Interpreto a la esposa de un empresario muy influyente en España a la que le encanta derrochar dinero avanza. En cuanto a su posible rivalidad con la actriz Blanca Suárez lo desmiente: Me alegra que me comparen con ella porque la adoro Hablar del trabajo no es problema. Otra historia es cuando le pregunto por Velencoso. Por mucho que me pregunten no voy a contestar. Solo digo que estoy feliz y contenta suelta. A pesar de que es un secreto a voces, Úrsula es de la escuela de actores tipo Bardem que cree que confirmar una relación es perder su intimidad. Trabajar en la serie Isabel es un lujo. Hay muchas ganas y empeño en hacer que todo salga bien cuenta. Muy activa en redes sociales, sabe que hay que ser prudente. Un día subí una foto con un abrigo de piel y no imaginas las críticas que pude recibir. Lo tuve que eliminar dice. He tenido situaciones incómodas, miedo con amenazas, y lo que hago es bloquear a esas personas sentencia. MALAS MANERAS Conciliación EMILIA LANDALUCE Alberto de Mónaco ocupa el cuarto puesto entre los reinantes más atractivos. Malú ha sacado una colonia dencia de la que alguien debería haberse apercibido. A Tamara le ocurre lo que a mí: antes de que emitieran Sex The City a los cupcakes los llamaba magdalenas e igual ni le gustaban porque todavía no habían sido redimidos por una denominación finolis y extranjerizante que bien vale un libro de experta en lo sofisticado. Hasta las galletas parecen el pasaporte a un mundo mejor desde que en Starbucks nos explicaron que se llaman cookies. En la calle, con una bolsa de Gucci no combina igual una galleta que una cookie. Aprecio una incongruencia importante en el relato que dos revistas hacen de la presentación de una fragancia hecha por la cantante Malú, que tiene en el empeine tatuajes como estigmas de poseída. En Diez Minutos dicen que a Malú le gustan los hombres que huelen a limpio Pero en Pronto le hacen decir que le gustan los hombres que huelen a macho Así cómo voy a saber si debo ducharme o no cuando quede con ella. Después de detenerme lo confieso en el especial Culazos de Cuore un par de segundos más de lo que exige mi obligación profesional, doy en Lecturas con el colorido de los cupcakes a los que Tamara Falcó ha dedicado una obra del género ensayístico. No es culpa suya, pero la imagen hace un feo contraste con la negrura doliente del duelo de su madre Isabel Preysler en el entierro de Miguel Boyer. El muerto al hoyo y el vivo al cupcake, parece proponer, insensible, tan desafortunada coinci- Busquen una entrevista a cualquier mujer de éxito en una revista. Acotación periodística habitual: Debe de ser muy difícil ser tan bella, madre y triunfadora (ganar más de medio millón de euros al año) al mismo tiempo La dama en cuestión, modelo o lo que sea, responde entonces con un lacónico: Sí, pero hay que conciliar Desde la irrupción del politicastrismo profesional, el discurso público se ha visto inundado de conceptos vacíos. Integración, sostenibilidad, sinergias, igualdad... Palabros que la gente cree que solo con pronunciarlos aleatoriamente están diciendo algo importante. Esta semana, el discurso de Mónica de Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios, sobre el entorno laboral de las mujeres me ha hecho retomar uno de esos lugares comunes con los que los políticos han conseguido que nuestro cerebro procese cada vez menos información. Esto es la conciliación referida a si es posible llevar una vida familiar y profesional al mismo tiempo. No se trata de un concepto bibianaidesco, pese a que Zapatero fue el principal impulsor de las cuotas y paridades que al final vienen a ser eso: una parida. No creo que las palabras de Oriol sean precisamente machistas. Al contrario, es exactamente lo opues- to, pues lo que aconseja es que se valore a una mujer por su trabajo, no porque sea mujer. Embarazada o no. Los políticos, como siempre, van por otro lado y automáticamente la Comunidad de Madrid anunció incentivos a las empresas para contratar embarazadas. ¡Qué triste! Es doloroso pensar que nos contratan no por nuestra valía profesional, sino porque dan una subvención. Algo análogo pasa con las cuotas, coartada machista para proseguir con esta memez. Las ineptas en puestos de responsabilidad también abundan. Entonces, se suele desear que las ineptas en cuestión concilien más y que las aguante su marido y sus hijos (si los tuvieran) Conciliación es en sí un concepto que el Estado ha expropiado a los ciudadanos. Pese a que se dice, pese a que lo escuchamos sin cesar, pocas cosas cambian. Quizá porque como todo lo que se dice en vano, evita ahondar en el fondo de la cuestión, de esta sociedad nuestra que poco o nada ha evolucionado. En realidad, solo a los santos varones les gusta ejercer de niñero mientras que la mujer es la que suele decantarse por primar, como es lógico, la vida familiar a la laboral. Conciliar no debería ser compaginar el trabajo y la familia, sino sino que, finalmente, hombres y mujeres se concilien. Conciliación Acción y efecto de conciliar que la RAE define como componer y ajustar los ánimos de quienes estaban opuestos entre sí Mejor, utilice Reserve su vida familiar para sí mismo