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ABC MADRID 04-10-2014 página 15
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ABC MADRID 04-10-2014 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 4 DE OCTUBRE DE 2014 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA JAMÁS VENCIDO Gallardón asegura que va a dejar la política; y es una afirmación que me suena a imposible metafísico N la presentación de mi última novela, Alberto Ruiz- Gallardón hizo suyas las palabras con que clausuro el capítulo de agradecimientos: A los pocos que estáis siempre a mi lado, antaño en las maduras y hogaño en las duras, gracias mil de mi corazón guerrero y magullado, pero jamás vencido Fue un modo delicado y pudoroso de referirse a su tribulación; y fue un gozo descubrir que el resentimiento no manchaba sus palabras, y que volvía a hablar de las cosas que más ama el arte en sus más diversas expresiones, los maestros que han iluminado su vida, los antepasados que hicieron del perdón un arma más fuerte que el plomo con el ardor de un joven gentilhombre. Su esposa, Mar Utrera, también estaba llena de juvenil vibración, viendo que el corazón guerrero y magullado de su marido no se iba a dejar vencer, sino que estaba deseoso de latir con más fuerza que nunca. A Gallardón lo llaman verso suelto sus compañeros de partido; pero yo siempre lo he visto como un verso endecasílabo al que nunca se le permitió rimar con nadie, por la sencilla razón de que su partido es un yermo de prosa mazorral aunque irreprochablemente democrática, al menos según la visión del democratismo que nos ofrece Nicolás Gómez Dávila: El demócrata pasa el rasero sobre la humanidad para recortar lo que rebasa: la cabeza. Decapitar es el rito central de la misa democrá- E tica La cabeza de Gallardón siempre ha rebasado el panorama un poco patatero que ofrecen sus compañeros de partido, que han convertido la decapitación del que descuella en el rito central de la misa pepera. Creo que este empeño cainita ha sido la causa principal de los vaivenes y descalabros que ha sufrido la carrera política de Gallardón, de sus coqueteos con el progrerío y sus rifirrafes con lidereses y lideresas de la derecha: cuando todos los días te levantas sabiendo que los tuyos desean decapitarte, es natural que te revuelvas, y hasta que acabes buscando consuelo entre los adversarios que te doran la píldora. Hace algunos años, le pedí a Alberto Ruiz- Gallardón que no siguiera batiéndose con estos lidereses y lideresas que disfrazaban de disensión interna lo que no era, en última instancia, sino expresión de aquella envidia cetrina y españolísima que John Stuart Mill reflejó en sus Consideraciones sobre el gobierno: Los españoles persiguen con saña a todos sus grandes hombres, les amargan la existencia y, generalmente, logran detener pronto sus triunfos Y también le pedí que, en penitencia por errores pasados, defendiera ¡aunque solo fuera un poquito! la vida gestante, que en su partido carecía de paladines. No sé lo que aquella petición mía pudo influir en su ánimo; pero sé que Gallardón, que era el político conservador mejor visto por el progrerío, a la postre ha caído en la refriega (según la expresión que él mismo utilizó en la presentación de mi novela) por dar una batalla en la que sus conmilitones lo han dejado solo. Gallardón asegura que va a dejar la política; y es una afirmación que me suena a imposible metafísico, más o menos como si yo dijera que voy a dejar la literatura. Quienes amamos nuestra vocación, antes nos dejaríamos capar que renunciar a ella; podremos, en todo caso, ejercerla en secreto, lejos de las alharacas mundanas, pero nunca renegar de ella. El corazón magullado de Gallardón seguirá latiendo por su vocación; no sé cómo ni dónde, pero sé que seguirá latiendo, y tal vez bombeando una sangre más limpia, purificada de pasados errores. De momento, mientras medita ante el Retrato de un gentilhombre de Lorenzo Lotto, ese corazón jamás vencido vibra juvenil, al lado de la mujer que ama. IGNACIO CAMACHO LA ETERNIDAD La eternidad, el infinito de la Historia, es el concepto en que se proyecta el nacionalismo. La metafísica del poder L alcalde de Barcelona, Xavier Trias, pasa por ser un independentista moderado, aparente oxímoron porque en materia de independencia poca moderación cabe: o estás dentro o estás fuera. No hay modo de estar medio dentro o medio fuera, por más que ese umbral relativista e impreciso sea en el fondo el sueño confederal de gran parte del soberanismo catalán: un sí pero no, un me voy pero me quedo. De cualquier forma a Trias parece gustarle ese perfil templado y tolerante que debe pensar idóneo para su jerarquía institucional y que tiende a confundir con la simple ambigüedad tan propia de los nacionalistas, que en Cataluña representan al poder pero siempre parecen aspirar a disimularlo. El poder, y su responsabilidad, tampoco admite medias tintas: se tiene o no se tiene. Y si se tiene hay que ejercerlo. Claro que ejercerlo implica ciertos compromisos. Por ejemplo, el de decidir si se permite o no una acampada en una plaza pública. No en cualquier plaza: en la de Cataluña, centro neurálgico y simbólico de la vida barcelonesa que los radicales independentistas comenzaron la otra noche a ocupar con entusiasmo quincemayista. Resulta que Convergencia i Unió manda en el Ayuntamiento y en la Generalitat y algo tenía que hacer y decir al respecto. Pues he aquí lo que dijo el moderado Trias con buen talante: que se podían quedar siempre que no sea eternamente. Ah, la eternidad, esa metafísica. La eternidad, el infinito de la Historia, es el concepto en que se proyecta el nacionalismo. El subconsciente de los nacionalistas cree que su nación, por lo general inventada alrededor no de una idea sino de un sentimiento, estaba ahí desde el principio de los tiempos y lo seguirá estando para siempre jamás. Y que a ellos corresponde en exclusiva la administración no menos eterna de esta entidad perpetua y milenaria; los demás son compañeros de aventura, el paisaje de fondo, útiles mientras no aspiren a eternizarse en su papel. Eso es lo que ha sugerido el permisivo Trias a los okupas callejeros del independentismo perrofláutico: que no fueran a venirse arriba más allá de su condición de comparsas y se creyesen agentes del proceso de emancipación del pueblo cautivo. La causa de la secesión los puede necesitar como decorado intermitente de su victimismo reivindicativo, pero sólo por un rato; más o menos hasta el 9 de noviembre, el tiempo suficiente para armar algo de ruido y salir con su rebelde fotogenia en los telediarios. Por eso luego los mossos los desalojaron: el partido gobernante ha de mostrar a la gente respetable que sabe mantener el orden y que la prometida independencia no será un caos. El rol de la protesta es el de atrezzo, efímera tramoya telonera, coros de extras en la superproducción del referéndum. El secreto de la política consiste en el manejo de los tiempos. Y ahora la eternidad, con su solemne horizonte, ha de quedar para Mas... tarde. E JM NIETO Fe de ratas

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