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ABC MADRID 26-08-2014 página 37
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  • EdiciónABC, MADRID
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La Larga Guerra del siglo XX, 1914- 1989 35 Segunda Guerra Mundial 175 En cerca de un centenar de ocasiones se intentó acabar con la vida del Führer Los personajes Walkiria y el último atentado contra Hitler RODRIGO GARCÍA- MUÑOZ VAQUERO Heinrich Luitpold Himmler Jefe Supremo de las SS o Schutzstaffel Heinrich Himmler es una de las figuras clave del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial. Las SS fueron la más poderosa de las instituciones nazis, un estado dentro del estado al servicio de la peor de las causas. El catálogo de horrores auspiciado por Himmler es innumerable: arquitecto de la Solución Final, decidido partidario y ejecutor de las políticas de esclavitud y sometimiento de las poblaciones y países ocupados, o del uso de prisioneros como cobayas humanas... Persona poco brillante, no exento de preparación, metódico y ordenado, estuvo secundado por las enormes facultades organizadoras de Reinhard Heydrich y Karl Wolff. Jefe de la Gestapo y ministro del Interior en 1943, su única intervención como líder militar fue desastrosa. Su final sería tan ignominioso como sus crímenes. Se ofreció a pactar con los aliados, por lo que fue condenado a muerte in absentis por el Führer. Mientras instaba a las SS a resistir a ultranza, Himmler se disfrazó para intentar escapar. Detenido por los británicos, se suicidó antes de ser juzgado por crímenes de guerra y contra la Humanidad. Múnich, 07 de octubre de 1900 Luneburgo, 23 de mayo de 1945 E l 20 de julio de 1944 explotaba una bomba colocada por el coronel Stauffenberg en la sala de conferencias donde Hitler estaba reunido con sus principales colaboradores militares en la Wolfsschanze (Guarida del Lobo) su cuartel general en Prusia Oriental. Aunque el Führer sólo sufrió quemaduras leves, los conspiradores lo creyeron muerto y pusieron en marcha su plan para hacerse con el poder en Alemania. Éste fue el último de los cuarenta y dos intentos contabilizados de asesinar a Hitler y el que más cerca estuvo de acabar con su vida y con el régimen que había creado. Aunque siempre había habido conspiraciones, tanto de civiles (por ejemplo, La Rosa Blanca como militares, la oposición en el seno del ejército no tomó fuerza hasta 1942, cuando quedó claro que Alemania no podría ganar la guerra. Era imprescindible eliminar al Führer y formar un gobierno con el que los aliados occidentales pudieran pactar una paz separada para centrarse en la guerra contra la URSS. Stauffenberg. El principal impulsor de la idea de asesinar a Hitler fue el coronel Henning von Tresckow, cuyos intentos fracasaron durante 1943. La incorporación del coronel Klaus von Stauffenberg dio nuevos ánimos a los conspiradores. Tras sufrir gravísimas heridas en el Norte de África, acabaría siendo nombrado jefe de Estado Mayor del general Friedrich Fromm, co- Rommel fue obligado a suicidarse tras la Operación Walkiria Sin embargo, se le rindió un funeral de estado para ocultar la verdad mandante del Ersatzheer (Ejército de Reemplazo) encargado de entrenar nuevos soldados para enviarlos al frente. Este puesto le permitía acercarse a Hitler, haciéndole idóneo para llevar a cabo el atentado. Pero no bastaba con matar al Führer, era necesario hacerse con los resortes del poder y para ello los conspiradores adaptaron a sus planes la llamada Operación Walküre (Valquiria) un plan pensado para que el Ersatzheer se hiciese con el control de Alemania si se producían disturbios internos. Después del desembarco de Normandía, el objetivo político de la conspiración parecía inalcanzable. Sin embargo, Tresckow insistió en seguir adelante para redimir a su patria ante los ojos del mundo y la historia. El plan de los conspiradores fracasó debido a la indecisión con la que actuaron ante las noticias contradictorias respecto al resultado del atentado. La decisión del comandante Otto Remer, al frente del batallón de guardia de Berlín, fue crucial para frustrar el golpe. Siguiendo órdenes del propio Hitler, con quien conversó por teléfono a instancias de Göbbels, retomó el control de la capital rodeando el edificio donde se encontraban reunidos los principales conspiradores, a los que Fromm se apresuró a fusilar para congraciarse con sus superiores y borrar toda huella de su participación en la conjura. Simon Wiesenthal El cazanazis De profesión arquitecto, Simón Wiesenthal sobrevivió a los campos de exterminio alemanes, así como al asesinato de la mayor parte de su familia, para convertirse en el más famoso de los cazanazis Desde su Centro Simon Wiesenthal, organizó la búsqueda de muchos criminales de guerra que habían escapado a la Justicia. Inició su labor nada más ser liberado del campo de Mauthausen y sus mayores éxitos fueron la localización de Franz Stangl La Muerte Blanca y Hermine Braunsteiner. Contribuyó en menor medida a la captura de Adolf Eichmann, uno de los responsables de la llamada Solución Final Sin embargo, no pudo conseguir uno de sus objetivos principales, la detención del doctor Mengele, el siniestro responsable de los experimentos médicos en los campos nazis, refugiado aparentemente en Brasil. Nominado al Nobel de la Paz en 1985, se retiró poco después de la muerte de su mujer, que, como él, había sobrevivido a la guerra. Viena, 31 diciembre de 1908- Viena, 20 de septiembre de 2005 Las represalias: Rommel, Kluge, Canaris n n La ira de Hitler contra los sospechosos de conocer los planes para atentar contra él fue terrible. Serían ejecutadas 4.980 personas (entre ellas el almirante Canaris, jefe de la Abwehr, el servicio de espionaje militar) mientras otras, como los mariscales Rommel y Von Kluge, optaban por suicidarse. Para incrementar el control sobre las fuerzas armadas, el Führer obligó a sus miembros a jurarle lealtad personalmente y usar el saludo nazi, nombró a Himmler, el jefe de las SS, nuevo comandante del Ersatzheer e incrementó la importancia de los National Sozialistischer Führungs- Offiziere, creados en diciembre de 1943 para adoctrinar a las tropas en los principios nacionalsocialistas a modo de comisarios políticos. Pero sus temores eran infundados, los opositores a su régimen constituían una minoría en las fuerzas armadas, el resto permanecieron fieles hasta el final al Führer, al que habían jurado obedecer ciegamente.

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