Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 10-08-2014 página 49
ABC MADRID 10-08-2014 página 49
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 10-08-2014 página 49

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página49
Más información

Descripción

ABC DOMINGO, 10 DE AGOSTO DE 2014 abc. es CONVERSACIONES DE ESTÍO 47 preocupaciones metafísicas son las que nos amarran a lo real ¿Cómo, de qué manera? -Mire, esos son dos carbonerillos dice señalando a dos pájaros que se han venido a picotear al suelo, cerca de donde hablamos ¿Cómo, de qué manera? O sea, lo real es esto, pongamos dice señalando con el abanico el techo vegetal que nos da sombra y nos cobija el último martes de julio en Madrid y lo real cuando se vive con una intensidad determinada, por ejemplo esto maravilloso que es el Jardín Botánico, estos árboles viejísimos, y este espacio, y este aroma, y estas luces y sombras y todas las cosas que estamos percibiendo. Eso cuando lo percibes mejor es cuando te das cuenta de que tú mayormente estás hoy, y a lo mejor puedes venir mañana, y a lo mejor puedes venir el año que viene, pero a partir de un momento determinado, no; ahí hay una falla, todo es efímero. ¿Qué más amarre necesitamos? Ese es el único decisivo amarre que tenemos. -Ha escrito mucho de artistas contemporáneos. Desde Duchamp y los expresionistas la relación con la belleza se ha vuelto compleja, y mucha gente se queda perpleja ante lo que se dice que es arte y no lo entiende. ¿Qué es la belleza para usted en este tiempo de tantas confusiones? Belleza es una palabra que utilizo poco, creo. Quiero decir que con toda la historia del arte y de la poesía y de la estética del siglo XX la palabra belleza tal como se concibió tiene un escaso margen de presencia. Sin embargo, yo uso mucho la palabra hermosura que no es tan distinta, pero me parece menos cargada ideológicamente. Antes hablábamos de ese fenómeno de la atención, cuando algo nos maravilla, eso es de una hermosura extraordinaria, y en lo que yo escribo está muy presente la hermosura del mundo. La vida es terrible, pero el mundo es hermosísimo. -El paisaje de España se ha ido modificando a fuerza de arterias, urbanizaciones, muelles, muros, antenas. ¿Cómo compagina al mirar y al escribir el paisaje mutante por la mano de obra y el paisaje que refleja todavía el cambio de las estaciones? -Sin mucho problema, porque eso es donde vivimos. Para mí una referencia en este sentido, aunque podría citar a mucha otra gente, es Pasolini. Pasolini es un nombre importante en mi manera de ver las cosas. Pasolini como poeta, o como cineasta, también, porque en realidad es lo mismo. Pero como poeta es muy interesante. Creo que su poesía se lee menos, no como en los años setenta y ochenta que se tradujo casi todo. Yo traduje en el 97 La religión de mi tiempo que era el único libro de los grandes suyos que no estaba traducido entonces. Se le leía bastante; ahora sigue siendo una figura mediática por todo lo que sabemos, pero me parece que su poesía se lee poco. Y esa poesía es muy interesante precisamente por la concepción que él tiene de que en un poema cabe todo, y en sus libros, en Poesía en forma de rosa o en Las cenizas de Gramsci El arte de nuestro tiempo Belleza es una palabra que utilizo poco. Prefiero hermosura, con menos carga ideológica Escuchar a los animales y los árboles De los animales podríamos aprender mucho. Están muy solos también los animales El sentido de la desdicha Hay una palabra que para mí es clave de todo: desdicha. Una raíz que nos impulsa a escribir o en cualquiera de sus libros, hay paisaje y hay un lirismo extremo, muchas veces mezclado con notas del rodaje que está haciendo, con cuestiones políticas que le importan muchísimo y que entran ahí de manera natural, y con la memoria personal y colectiva todo el tiempo trabajando. El poema se va construyendo con todo eso. Entonces, en realidad, a nosotros nos pasa igual respecto al paisaje. Es verdad que el paisaje ha cambiado, se ha destruido, que el mundo urbano y las infraestructuras van dejando cada vez menos espacio, pero al mismo tiempo tú vas en coche, por ejemplo, sobre todo por carreteras secundarias, por Castilla, por Galicia, por Asturias, por Andalucía, por cualquier sitio, y tienes la sensación de que el mundo está entero ahí. Y a la vez los arrabales de una ciudad son riquísimos, y son horribles, pero son extraordinarios, tienen una vivacidad y una intensidad... Eso nos lo enseñó a ver Pasolini también. Lo solo del animal está cargado de todo eso, de alguna manera. -Sí, sí. topo que trabaja galerías, gorrión que corre ramas ¿Se ve a veces como un topo, a veces como un gorrión? Y esto tiene que ver con algo de lo que venimos hablando desde el principio: ¿Escuchamos demasiado poco lo que nos tienen que decir los animales y los árboles? -Sí. Sí, los animales y los árboles, las plantas. Sí. Los animales especialmente. Los árboles también. Lo que pasa es que de los animales podríamos aprender mucho más, en el sentido de... Están muy solos también los animales. Cuando crecen. Lo digo porque el año pasado en el pueblo nos invadió una gata. Vino una gata y un día trajo dos gatitos pequeños, otro día trajo tres, al otro, cuatro, y al otro, cinco. La camada. Aparecen por allí y, claro, les pones leche y comida. Y se quedaron. Fue una relación complicada. Con el quinto la gata parece que no podía, y no lo atendía. Este año siguen por allí todavía dos de aquellos, y ella ha tenido otros, y uno de los pequeños resultó que era hembra y ha tenido tres. Yo nunca había observado una camada de gatos pequeños. Esos sí que tienen conexiones. Funcionan como un solo animal, parecen independientes, pero tienen como una corriente eléctrica que fluye por los cinco y la madre. Bueno, el quinto no entraba en ese juego. Y eso es también una historia que habría que contar algún día. Pero a lo que me refiero es a que después, cuando crecen, son solísimos los bichos. En realidad solo se encuentran con el otro para aparearse. Hay una cosa ahí tremenda, de soledad. Pero a lo que iba. Mirarlos, simplemente, ver cómo se mueven, cómo están, cómo duermen. El ritmo que hemos perdido nosotros. ¿Cómo dormíamos y cómo dormimos? Es una vergüenza eso para nosotros. -Contar y cantar. ¿Qué prefiere, contar o cantar? Parece una pregunta capciosa, pero no quiere serlo. -No, cantar, no... Esa poética que escribí, De ir y venir en realidad explica que la poesía como canto es algo con lo que yo no puedo identificarme. Pero aquí ocurre lo mismo que comentábamos antes. Dicho eso, poniendo eso sobre la mesa como lo fundamental, hablo ahí también de una palabra que para mí es clave de todo, la palabra desdicha Es decir, hay una raíz que nos impulsa a pintar, o a escribir, en mi caso; a esa raíz yo la llamo desdicha, que no es el dolor ni el sufrimiento, que es algo anterior, una ma- nera de mirar las cosas casi de cuando eres niño, niña, y es todo tan raro. -Suena un poco como Simone Weil y su apelación a la desgracia... -Sí, sí. Lo que pasa es que Simone Weil le da una dimensión más colectiva, y yo esto de la desdicha lo siento como un asunto profundamente individual. Simone Weil la desgracia la plantea en el terreno de la destrucción de lo humano, del tejido de lo humano en un ser humano; algo que se da en muchos sitios, con las guerras, la miseria, las migraciones... Pero yo no me estoy refiriendo a eso, es un poco previo. El sufrimiento, la desgracia, tal como la concibe Simone Weil (y aunque le dé otra dimensión) en una época como la que estamos viviendo, está ahí, todo el rato presente, y delante de nosotros, físicamente, no en los periódicos, en la expresión de la gente en el metro. Todo eso está ahí. Pero contando con todo eso, sin embargo, poder mirar estos árboles, esta luz es de alguna forma un canto también, tiene algo de canto; un canto quizá en tono menor, un poco ensimismado, como un tarareo. Y sí, como usted dice, al mismo tiempo se cuenta, lateralmente, o como sea, lo que aparece ahí. ¿Le basta la poesía para decir lo que quiere decir? ¿Se despierta en medio de la noche con un verso que no quiere salir o que quiere salir? -No, no me despierto en medio de la noche con un verso; me puedo despertar, por ejemplo, con un sueño. Eso sí. Con un verso no me ha pasado, quizá por una concepción de la escritura. La escritura en realidad viene ella por algo que la provoca, no es una cosa estética. Viene de otro sitio. Lo que sí pasa es que hay un sueño, y no siempre lo anoto, pero a veces sí. Hay un cuaderno en la mesilla y sin encender la luz ni nada, con unas letrajas que luego no se leen bien, escribo. Porque si no, los sueños desaparecen. Es una pena eso. Eso sí que lo he hecho a veces. Cuando hay algo que anotar. Y luego ese sueño pasa a un poema y pueden ser versos o no, pero era importante por algo. ¿Ve el carbonero al lado? ¡Cómo son! ¿Le da miedo la muerte? -No sé. No sé quiere decir que en realidad eso lo sabremos seguramente cuando llegue. Y antes no lo sabemos. O sea, yo he pasado un cáncer, con los tratamientos correspondientes y todo lo demás. Era muy agresivo. En esa época estaba segura de que era mortal; yo lo viví como una despedida, y no fue así. Era muy angustioso. No sé si ahora, por ejemplo, después de haberlo ya vivido, lo viviría del mismo modo. Quiero confiar en que no, pero no estoy segura. Y yo creo que no tenemos ni idea de cómo vamos a reaccionar hasta que nos pase; y quizá nuestra reacción sea sorprendente para nosotros mismos. -La última pregunta. ¿Quién es Olvido García Valdés? ¿Para quién, cuándo, dónde, cómo? ¿Para el Jardín Botánico? -Nadie. ¿Y para los lectores? -Ni idea.

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.