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ABC MADRID 10-08-2014 página 46
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  • EdiciónABC, MADRID
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44 CONVERSACIONES DE ESTÍO DOMINGO, 10 DE AGOSTO DE 2014 abc. es ABC Olvido García Valdés La vida es terrible, pero el mundo es hermosísimo La autora de Y todos estábamos vivos Premio Nacional de Poesía, propone pararse, dejar que las cosas entren escuchar más a los otros ALFONSO ARMADA MADRID in conocerla, sus ojos, de pájaro tierno e inquisitivo, podrían intimidar. Por su inteligencia. Olvido García Valdés (Santianes de Pravia, Asturias, 1950) es una lectora apasionada y lúcida del mundo, que comparte en poemas que nunca tratan de gritar, hacer ruido, enfatizar. Piensa cada pregunta, casi con el mismo silencio cargado de sentido que emplea John Berger. Habla con suavidad, como quitándole importancia a lo que dice, pero sopesando cada palabra, su peso en oro, su peso en viento. Víctor García de la Concha escribió en ABC a cuenta de ella, los pájaros Anotemos este nombre, anotemos este nombre en el catálogo restringido de las voces poéticas Hablamos cuando julio ya es ceniza, en un rincón casi secreto del Jardín Botánico de Madrid al que hemos llegado buscándolo, pero sin haberlo previsto, sin saber que en él iba a estar, parado, todo el tiempo, un hermoso bronce de una de las hijas (Marcela; la otra, Esperanza López Parada, poeta también, es amiga de Olvido) del escultor Julio González. La muchacha tiene una dalia entre las manos. Hablamos a su espalda, entre urracas, carbonerillos y, de vez en cuando, la brisa entre las hojas. Autora de libros S como Y todos estábamos vivos que mereció el Premio Nacional de Poesía, su última obra se titula Lo solo del animal y es uno de esos libros de poemas capaces de hacer ver, y vibrar, a quienes raramente se asoman a la poesía. A Olvido García Valdés, filósofa y filóloga, profesora de Lengua y Literatura en un instituto, codirectora de la revista Los infolios y fundadora de la añorada Los signos del gorrión sabe, sobre todo, escuchar. Por eso dice con tanto fundamento. De fondo, tras las mamparas de follaje y troncos antiguos, llega el rumor de la ciudad, amortiguado, como en los primeros compases de Vania en la calle 42 la maravillosa aproximación de Louis Malle y Andre Gregory a la obra de Antón Chejov. Ella cree que están muy solos también los animales y que aprenderíamos más si escucháramos más. A los otros. A los animales. A los árboles. ¿Cuál es el estado general de su ánimo en este momento, recién llegada de un viaje transoceánico desde Colombia? -Estado de ánimo no sé si hay. Hay el descoloque del cambio de horario de un viaje largo, y también el descoloque de dos países y dos lugares tan distintos. Alguien decía que cuando uno vuelve de América llega primero el cuerpo y luego el alma, al cabo de quince días o así, porque va más despacio. Drogas y otros estímulos Yo creo que la vida ya tiene bastante con ella misma como para buscarle más Falta de atención (Weil y Szymborska) Creo que es lo que se pierde con este cambio de mundo. Yo creo que la atención es no hacer más que dejarse hueco para que las cosas nos capten Antonio Machado sigue ahí Machado es inagotable. Está esa sabiduría, rara, concentrada, que llega Sí, es una impresión fuerte. Yo conocía sólo Cartagena de Indias; ahora estuve en Medellín. Colombia es un país hermosísimo, y muy vivo, y muy complicado, como se sabe. ¿La sensación del jet- lag se puede parecer a la que tal vez experimentó tras quedarse estudiando toda la noche antes de un examen y cuando llegaba la hora uno tenía un estado de lucidez exacerbada, que después no se correspondía con la realidad? Un estado de percepción acentuada, por la falta de sueño, por el cambio de hora. -Lo que pasa es que yo esa lucidez exacerbada la sentía antes del examen. Tomábamos aquellas anfetaminas, centraminas, para estudiar... Era un estado maravilloso. Había ahí una forma de ver las cosas, con una claridad, sí, lucidez, esa es la palabra. Después del examen ya no, todo era más turbio. Era antes, en la noche. Esas noches eran extraordinarias. ¿Y eso no le llevó a caer en las drogas, en busca de esa percepción exacerbada? -No, no. Es un mundo en el que nunca entré. En esa época y en esos momentos lo vivía con mucha intensidad, pero no. Yo creo que la vida ya tiene bastante con ella misma como para buscarle más. Falta de atención es un hermoso poema de Wislawa Szymborska. De la atención escribió con detalle Simone Weil. ¿Es la atención su forma de estar en el mundo, la que más nos puede consolar? -Sí, sí. Eso, por ejemplo, es lo que echo mucho de menos en la formación de los jóvenes ahora. Creo que es lo que se pierde con este cambio de mundo que hemos vivido, con esa inmediatez, velocidad, ese ir instantáneo de una cosa a otra. Les cuesta mucho fijarse, parar, les cuesta mucho. Y creo que la atención es pararse, es dejar que las cosas entren, lleguen. Claro, Simone Weil es una referencia en este sentido como nadie, como nadie, y Szymborska, de otra manera, también. Yo siempre lo veo como un fenómeno pasivo, uno ahí no hace nada más que dejarse hueco para que las cosas entren. Es eso. Nos captan. ¿Qué reforma cree que sería más urgente para la sociedad española? ¿Para la sociedad española? ¿Si tiene alguna idea al respecto? -Para la sociedad española... ¿O, de otra manera, para nuestros contemporáneos? -Pues sí, estaría bien pararse, mirar. Sobre todo, escuchar. Escuchar a los La poeta Olvido García Valdés, autora de Lo solo del animal en el Jardín Botánico de Madrid otros. Claro, es que vivimos en este mundo tan enloquecido, por ejemplo, de la política. Quiero decir que ahí todos hablan y nadie escucha. Eso yo creo que está un poco en la raíz de esa falta de credibilidad. -Hablando con Harold Bloom en Nueva York nos comentó que lo que más le fascinó del Quijote era precisamente la capacidad de escucha entre Don Quijote y Sancho y cómo de tanto escucharse uno a otro se iban transformando uno en otro. Echaba de menos esa escucha tan atenta. -Es eso, sí, yo creo que eso sería un inmenso cambio, aunque parezca una cosa tan pequeña. Escuchar lo que el otro dice, lo que pasa, desarrollar la empatía. Ver qué les pasa a los demás. Prescindir a lo mejor más del ego, del colectivo y del personal. Sí, mirar, escuchar... ¿Qué libros han dejado una huella más honda en su formación poética y sentimental?

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