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ABC MADRID 08-08-2014 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN VIERNES, 8 DE AGOSTO DE 2014 abc. es opinion ABC TRIBUNA ABIERTA LA PALABRA Y LAS IDEAS POR EL MARQUÉS DE LASERNA El lenguaje condiciona el pensamiento, como el vehículo que es para trasmitirlo dominio europeo y los italianos son demasiado civilizados para permitirse semejante vulgaridad. Pero no ha sido el poder sobre Europa, que los ha hecho tan apreciados entre el resto de las nacionalidades, lo que más condicionó su carácter, sino su lenguaje, su modo de expresarse. Si comparamos el español, el francés y el inglés con los ciudadanos que han dado a conocer esas lenguas, descubriremos que buena parte de la personalidad de esas poblaciones responde a su manera de hablar. El castellano es una lengua riquísima que posee un vocablo no sólo para designar objetos y usos, sino para nombrar también ideas y conceptos, con gran precisión, una palabra para cada pensamiento. El resultado conforma un idioma muy ajustado, directo, en el que, como dice el refranero: Al pan, pan, y al vino, vino sin tergiversaciones. Las vocales son abiertas y se pronuncian marcando su sonido, las consonantes se unen rara vez, viajan siempre separadas por las vocales; esas normas definen un lenguaje rotundo. Quizás por eso los españoles son gente que gusta de las situaciones claras, brusca en ocasiones, y esa nitidez en la expresión refleja la de las ideas y los hace poco dúctiles e incluso orgullosos de su pensar. Es decir, insoportables. Los franceses, por su parte, poseen, y en su sistema de instrucción enseñan, un idioma muy elaborado, quizás el que lo está más, lo que, sin duda, facilita la plática, los planteamientos concatenados, el método, en definitiva. También el idioma ha condicionado a los galos, que son el pueblo más racional y que C ADA palabra se corresponde con una idea o es una ayuda gramatical para entender los conceptos; su importancia es grande. Pero nuestra época, que es poco respetuosa con casi todo, también ha despreciado los vocablos y los utiliza a sentimiento modificando su significado. No hablo de la ortografía, disciplina cuya existencia ignoran los desventurados discípulos de la Logse, me refiero a la frivolidad con la que, todos, emplean voces que responden a ideas concretas y que ellos menosprecian porque su ignorancia tiene ribetes de enciclopedia. Sin embargo, el lenguaje condiciona el pensamiento, como el vehículo que es para trasmitirlo, tanto que puede afirmarse que difícilmente se llega a pensar mejor que se habla. Y condiciona también a las personas y su carácter. No hay más que detenerse a observar el de los cinco pueblos que han configurado Europa, en acertada opinión del historiador Luis Suárez: españoles, franceses, ingleses, italianos y alemanes, citados por el orden en que sus naciones llegaron a constituirse en estados. Los tres primeros alcanzaron, en algún momento, a dominar su mundo y eso les ha revestido de una suficiencia que, como expresa el anglo- hispano Tom Burns Marañón refiriéndose a un británico de principios del XIX, y perfectamente aplicable, uno por uno, a cada súbdito de los tres países, les ha imbuido de esa aplastante autoestima y de esas complacientes certezas que lucían los ingleses como medallas... Circunstancia que, en sus respectivas comunidades, califican, con cierta modestia, como orgullo, chovinismo y patriotismo. Los alemanes no consiguieron nunca, al menos políticamente, el al expresarse en una lengua tan construida los hace muy concretos y apegados a lo que les es propio. Es decir, avaros. La lengua inglesa, que se enorgullece por su extraordinario número de voces, no es demasiado precisa, el número de acepciones es muy elevado en cada una de ellas, lo que facilita enormemente la poesía y el humor (tan próximos ambos) ya que cada palabra puede sugerir multitud de sentimientos y en la sorpresa de tantas evocaciones suscitar las sensaciones que desean suscitar el poeta o el humorista. También esa indefinición ha contribuido a forjar en los británicos personas más tolerantes, individuos que pueden comprender otras posturas, pero cuya posición resulta frecuentemente confusa. El inglés es un idioma de voces breves y discurso recortado, sintético, condición que lleva a lo práctico y eficaz. Es decir, egoísta. Los alemanes para expresar una idea necesitan unir varias palabras que, todas juntas, consiguen su propósito, pero que obligan a un lento desarrollo del discurso, pues hasta que no se completa la última no puede conocerse la idea completa. No es extraño que el pueblo germano sea dado a la reflexión, nada intuitivo, gustoso de procesos meditados. Es decir, pelmazo. Los italianos forman un país solamente igual a sí mismo, porque su idioma, muy cercano al latín, ha estructurado ordenadamente sus mentes, con una gramática pulida, con la belleza del verbo ordenando sus vidas y su habla, y condenándolos a ser artistas, que es el fruto del espíritu. Todo ello anticipándose mil años a los otros europeos. Es decir, etéreos. Rematada la comparación, me surge la duda: ¿la palabra condiciona el carácter, o quizás el carácter condiciona la palabra? EL MARQUÉS DE LASERNA ES CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA PIEDRA CARTAS AL DIRECTOR La piedad no es selectiva Me ha asombrado mucho la reacción de una parte de la población española a raíz de la repatriación del sacerdote enfermo de ébola. Me ha sorprendido la ignorancia de muchas personas, creyendo que la repatriación supone un peligro para la sociedad, dando por hecho que no hay una serie de profesionales detrás de un protocolo de seguridad. Sin embargo, aquí no hablamos de dinero, ni de peligros ni de recortes, sino de piedad hacia una persona que ha dado su vida por los demás y solo quiere morir siendo bien atendida y huyendo de una situación límite. La piedad no es se- lectiva, no atiende a razones políticas, económicas o sociales. Confío en que nunca perdamos lo poco que nos une como personas: la dignidad. JAIME CAMACHO GARCÍA PAMPLONA ideas, solo se les puede oponer otro nacionalismo más radical o más moderado, pero siempre basado en el mismo tipo de principios dogmáticos. DANIEL GONZÁLEZ BARCELONA Debatir con el nacionalismo España ha estado al borde de un rescate y Cataluña no tuvo nada que ver. Parece ser que España está saliendo de la crisis y es gracias a Cataluña. El nacionalismo catalán se atribuye la posesión de la verdad y niega no solo la evidencia, sino cualquier idea opuesta a sus dogmas. Los nacionalistas tienen la razón y todos los demás están equivocados. Es inútil debatir: a los nacionalistas catalanes no se les puede objetar con A Paco Olea Por toparme con su esquela, me entero de la muerte del granadino Paco Olea, quien fuera durante finales de los setenta y principios de los ochenta director de un centro universitario del Opus Dei en Sevilla, ubicado en la plaza de Cuba. Por aquella casa que muchos frecuentábamos para estudiar y participar en sus actividades culturales y en la formación religiosa que nos ofrecían pasaron innumerables universitarios que hoy ocupan muy diferentes profesiones, destinos y lugares. Y allí Paco, además de ejercer de director, se comportaba como un hermano mayor: un tipo cercano que, tras una sonrisa un tanto socarrona, era todo un corazón abierto y sin horario al que podías contarle tus inquietudes, que transformaba en esperanzas y ánimos de mejorar. Siempre de buen humor, siempre intentando ayudar a quienes íbamos por allí; no le recuerdo ni una mala palabra, pese a lo cafre que podíamos llegar a ser a esas edades tan conflictivas. Dada la naturaleza de méritos que se requieren en nuestra sociedad para ser objeto de agradecimientos, es fácil conjeturar que un hombre como Paco Olea, que tanto bien hizo a muchos universitarios en esta ciudad en aquellos decisivos años y que se dejó aquí una parte importante de su vida, nunca obtendrá ni un mínimo del reconocimiento que se merece. Pero quienes gozamos de la generosidad de Dios, colocando en nuestro camino a un tipo de categoría superior como era Paco, difícilmente le olvidaremos. Al igual que sucede con esos viejos maestros de la infancia, cuya memoria permanece siempre viva junto a nosotros. MIGUEL ÁNGEL LOMA PÉREZ SEVILLA Pueden dirigir sus cartas y preguntas al Director por correo: C Juan Ignacio Luca de Tena 7. 28027 Madrid, por fax: 91 320 33 56 o por correo electrónico: cartas abc. es. ABC se reserva el derecho de extractar o reducir los textos de las cartas cuyas dimensiones sobrepasen el espacio destinado a ellas.

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