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ABC MADRID 16-07-2014 página 12
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ABC MADRID 16-07-2014 página 12

  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA MIÉRCOLES, 16 DE JULIO DE 2014 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO EL MEJOR, PERO... Messi es brillante, genialoide, pero algo hay en él que lo aleja OLES que desbordan toda lógica. Regates de tebeo manga. Cuatro Balones de Oro seguidos. El número uno. Una inagotable orla de adjetivos adorna su escueta figura de 169 centímetros, ganados a pulso en el laboratorio, a golpe de inyecciones de 4.000 dólares que abonaba el Barcelona para intentar estirar a un niño- milagro con problemas hormonales. Una familia argentina de ancestros italianos, muy humilde, se lía la manta a la cabeza y cruza el charco para apostarlo todo a las habilidades de un niño de 12 años. El chaval remolonea solitario por las estancias del laboratorio de La Masía, un internado a veces cruel por su extrema exigencia: en la criba anual solo pasan los mejores. Introvertido hasta lindar lo patológico. Andares cansinos. Una niebla de pereza y aburrimiento. El último en la cola de la comida. El último en sentarse a la mesa. El primero y más expansivo en la siesta. El mejor, sin discusión posible, cuando aparece un balón. Único. Superdotado. Leo ya tiene 27 años. No se puede hacer mucho más en una cancha de fútbol. Los seguidores del Barça le deben copas y goles de todos los tamaños y colores. Cierto que también se los pagan con generosidad (este año se llevará 14 millones de euros) Pero así lo dictan las leyes del mercado, porque no hay otro como él Es verdad. Y sin embargo, ay, muchos sentimos cada vez más frío y menos simpatía ante la enigmática figura de Leo Messi. Podrá marcar goles como churros y regatear a media humanidad, pero nunca nos ha ganado el corazón. Ejecuta su trabajo con la perfección de un cíborg. Pero emana frío. Nos vendieron un encantador osito de peluche, y nos gustaba el cliché. Pero ha ido emergiendo otra cosa: el despotilla de vestuario, capaz de condenar a aquel otro delantero que le hacía sombra (Ibrahimovic) señalándolo ante el míster vía SMS; el divo que impone a un entrenador, aunque se trate de un tal Tata, al que la empresa le quedaba enorme; el niño caprichoso que obliga a mantener en la élite a un estrafalario portero de Segunda, solo porque es el único ser humano capaz de rescatarlo de su sopor congénito y hacerlo reír. El deportista filántropo, dueño de su propia ONG, que ejerce al tiempo de evasor fiscal, y cuando Hacienda lo pilla y lo obliga a abonar 34 millones, alega que él no sabe nada, que esas cosas las lleva papá El súper- crak- mega- galáctico que cada vez que llega un Mundial, la competición que mide a los mejores, se achata con un rictus de abulia (y ya van tres) y transita sin pena ni gloria. Cuentan que Messi solo ha logrado leer un libro (una biografía de Maradona) Dicen que se entrega a siestas diarias de dos horas para no aburrirse. Sus biógrafos murmuran que para intentar hacer mella en su apatía le pasan las series de televisión más taquicárdicas y acaba apartándolas con un bostezo. Da igual. Es el mejor. Nadie le paga por ser un intelectual o un noble varón. Pero nadie nos puede obligar a decir que nos gusta quien en realidad no nos acaba de gustar. Aunque ni siquiera sepamos explicar la razón. Leo está a punto de lograr su penúltimo milagro: convertir a Cristiano en un tío majo. G LLUVIA ÁCIDA DAVID GISTAU EXILIADO EN LA M- 30 El atasco de la M- 30 era el mejor momento del día, el único de soledad y reflexión, con el iPod y el termo de café C ABRERA Infante tiene en Tres tristes tigres unos personajes que se suben al descapotable bien provistos de alcohol y dedican la tarde a circular por el Malecón en un sentido y otro mientras capturan con la mirada el bestiario humano de su ciudad. Se trata de una versión ambulante, no ya de la conversación de café, sino de los paseos indolentes, demorados, de un flâneur reticente a gastar suela: un Balzac motorizado a quien el movimiento además libra de tener que saludar. En España tuvimos las salidas a la naturaleza de los krausistas, que a mí se me antojan heroicas desde que subí con cachaba a un monte de Cantabria en busca de otra perspectiva ajena a los ruidos contaminantes y se me cruzó una víbora que me hizo imaginarme evacuado en helicóptero como un herido de Vietnam. Sin embargo, en lo que concierne a la figura del flâneur al escritor de costumbres capaz todavía de callejear para encontrar material más allá de los reservados de los restaurantes y los actos políticos, sólo conozco a Ignacio Ruiz Quintano. Él sale con su camarita de Weegee y luego vuelca en el blog del periódico imágenes e impresiones que conforman una visión muy personal, inspirada por lo nimio. A veces hasta parece que vuelve de la sabana, pues en las manadas de bicicletas ha encontrado su predador, cuando no su Némesis. Los automovilistas de Cabrera Infante me han venido a la mente porque tengo casi decidido fijar mi residencia en el coche. El coche entendido como barril de Diógenes, como apartamiento, con la ventaja añadida del aire acondicionado, que no es despreciable en esta estación en la que los madrileños nos vemos las canillas con resultado de pérdidas de respeto: ninguna reputación sobrevive al pantalón pirata. Empecé a barruntarlo cuando descubrí que el atasco de la M- 30 en el nudo de Manoteras a las 7.15 de la mañana era el mejor momento del día, el único de soledad y reflexión, con el iPod y el termo de café. Qué maravilla. Esas madrugadas fantaseo con camiones que vuelquen su carga e impidan el paso durante el tiempo suficiente para hacer un ejercicio de introspección tan completo como el que muchos escritores buscan en la cabaña en el bosque de la que hablaba Tom Wolfe, una vez superado el motel del periodismo. Todo cuanto ocurre al otro lado del atasco, las tertulias, el chisporroteo de lo cotidiano, las bravatas de los salvadores de pueblos, las invectivas servidumbre oscura del ingenio el neolenguaje endogámico de los partidos, constituye una condena a lo banal en la que uno se va quedando varado sin ni siquiera darse cuenta, como en un proceso de envejecimiento que sólo es perceptible al comparar fotografías. El otro día, para no perderme el debut de Hughes en la sección mundana de Jiménez Losantos, fallé adrede mi salida y di una vuelta completa a la M- 30. Oiga, podría vivir así, es un modo de irse del siglo este quedarse errabundo en una circunvalación. Sólo necesitaría resolver la cuestión higiénica, establecer algunos puntos de entrega de comida como en el avituallamiento de los ciclistas y aprovechar los atascos para leer y ver series. Algún día, dentro de años, tomaría por fin mi salida, bajaría del coche, y pediría a cualquier viandante que me informara de las novedades, si somos república o monarquía, si ya han muerto los periódicos de papel, si persevera la boda del gin- tonic frutal y, por último, ¿el Madrid qué, otra vez campeón de Europa?

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