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ABC MADRID 12-07-2014 página 15
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ABC MADRID 12-07-2014 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 12 DE JULIO DE 2014 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA CUADERNO DE VACACIONES Cada palabra prestada, robada o regalada va acompañada con la sangre de sus venas R ESERVÉ la lectura de Cuaderno de vacaciones (Visor) la última entrega poética de Luis Alberto de Cuenca, para mis vacaciones en Rávena; y así, visitando el mausoleo de Teodora, he podido disfrutar doblemente de un poema como Mis viajes por el tiempo donde el autor evoca a una stripper cualquiera entre las muchas que pululaban por los antros de la Urbe buscando clientela que, después de enamorar al emperador Justiniano, se gana la gloria de las crónicas y un puesto preeminente en San Vital de Rávena Ha sido una hermosa perplejidad leer lo mismo que estaba viviendo, una de esos raros azares dichosos que Dios nos concede, para probarnos que nuestros días tienen un argumento secreto. También ha sido emocionante leer en otro poema de Luis Alberto una confesión irónica (y, por lo tanto, doblemente sincera) que lo hermana conmigo: Éramos postmodernos entonces (y subrayo el prefijo) Asumiendo que íbamos de eso, y que quizá algún día nos dé por regresar a lo mismo, la cosa es que a los que quedamos de aquella Edad de Oro nos ha dado, cumplidos los sesenta, por ir de premodernos Querido Luis Alberto: en esta época de oprobio, sin fe, esperanza ni caridad, en la que apenas quedan chicas que reciten a Catulo, las personas decentes sólo podemos ser premodernos. Que es la única manera, además, de ligarnos a las pocas chicas que recitan a Catulo (mientras rabian, para nuestro regocijo, los modernillos que sólo ligan con tías barbudas y pelmazas) En Cuaderno de vacaciones Luis Alberto es un premoderno que se liga a las tías más buenas y escribe poemas más hermosos que Catulo. Los sabihondos y los zoilos siempre han gustado de glosar el tópico de la incompatibilidad entre literatura y vida, que Luis Alberto desmiente en cada verso, porque es difícilmente concebible una poesía tan recorrida de plurales erudiciones y, a la vez, tan llena de vida risueña y exultante, de vida magullada y sangrante, como la de nuestro autor. Sigue Luis Alberto de Cuenca salpicando sus poemas de referencias culturales; pero cada palabra prestada, robada o regalada, va acompañada, unida en inseparable coyunda, con la sangre de sus venas, sangre a veces jubilosa y a veces fúnebre, sangre en la que se amasan en la misma amalgama un ansia de vivir recién nacida y una pulsión tenebrosa en la que se agazapan los áspides de la angustia. Siempre había sido Luis Alberto de Cuenca un vitalista cuyo júbilo a veces se enturbia de desesperación; pero en Cuaderno de vacaciones, esa luz de domingo que baña sus versos nos lanza con mayor crudeza que nunca zarpazos que hieren el alma, escondidos entre las láminas de los libros de Araluce o bajo el cuerpo sagrado de la mujer amada, como un monstruo presto a abalanzarse sobre su presa, que es nuestra pobre alma ensuciada por el hálito de la modernidad. Pero hay, querido Luis Alberto, un modo de aliviar ese dolor de ser hombre en medio de la modernidad; hay un modo de conjurar ese orangután rabioso que nos quiere robar los años. Consiste en ser premoderno con todas las consecuencias; por ejemplo, dejando de ver en Cristo a ese mórbido habitante de la cruz que pretende la deletérea modernidad y volverse al Cristo que veía aquella stripper que enamoró a Justiniano, el mismo que figura en los inolvidables mosaicos de Rávena: el Buen Pastor amoroso rodeado de ovejas; el guerrero glorioso, armado de loriga y espada, que vuelve a la Tierra para barrer de un solo soplo el imperio oscuro de la muerte. Gracias por este hermoso y cenital libro, Luis Alberto, tan lleno de vida beata y sufriente, tan bañado de lágrimas y la vez perfumado por la brisa cabrilleante del humor. IGNACIO CAMACHO ¿ERA CATALÁN DI STÉFANO? El Ministerio de la Verdad ha decretado que el Barça del falangista Miró- Sans era un emblema del antifranquismo OCO, muy poco ha faltado para que esta semana nos enterásemos de que Di Stéfano era catalán, como Colón, Cervantes, Santa Teresa y otras glorias patrias asimiladas por el imperialismo español. Pero como el victimismo nacionalista no se podía quedar quietecito en ocasión tan señalada como la muerte del primer gran mito del fútbol, su aparato de propaganda ha rescatado el viejo bulo sucedáneo de que don Alfredo no jugó en el Barça porque lo impidió Franco. Para aplastar el sueño libertario de Cataluña (sic) según un exprestigioso periódico italiano. La vieja mano negra siempre atenta al sabotaje de la energía emancipadora del pueblo cautivo. Y la fuerza expansiva, invencible, de los tópicos. Esa ventaja de los falsos estereotipos se debe en primer lugar al atractivo de las historias conspirativas y en segundo término a la pereza que da desmentirlas remando contra corriente. En eso se basa la creación de las patrañas victimistas que sustentan el imaginario esencial del nacionalismo, capaz de extender como dogma de fe histórica una interpretación delirante que convierte la Guerra de Sucesión del siglo XVIII en un antecedente del conflicto secesionista. Ante ese prodigio de manipulación, la narrativa sesgada del aterrizaje de Di Stéfano sólo constituye una mera anécdota. Otro agravio al destino manifiesto. Espanya ens roba Esta versión es mucho más persuasiva y atrayente que la de la terca realidad del fichaje, la de un tira y afloja entre sectores del régimen. Un pulso entre un Barcelona que entonces era el club hegemónico, controlado por la influyente burguesía franquista catalana, y un mediocre Real Madrid que sólo había ganado dos Ligas... durante la II República. El desistimiento barcelonista tras el laudo salomónico, fiados los culés en la superioridad de un Kubala rutilante. El pago por el Madrid del dinero adelantado por los azulgranas a River Plate. Detalles inútiles. Qué puede significar toda esa incordiante y prolija letra pequeña, por verídica que resulte, ante la retórica del agravio y la sugerente invención retroactiva de otro gran fake ideológico construido durante los años setenta y asentado por el statu quo pujolista: el del simbolismo identitario del Barça como ejército desarmado del catalanismo militante. Como no se puede luchar contra la potencia devastadora del mito, la Historia se va escribiendo a base de impunes embustes por los amos del pensamiento dominante. Si ha cuajado el bucle melancólico de los fueros del Antiguo Régimen frente a la invasión borbónica cómo no va a fraguar la leyenda de una Cataluña en vanguardia del antifranquismo. Nunca hubo un establishment franquista catalán, nadie vitoreó al dictador en las calles de Barcelona y el Barça del falangista Miró- Sans fue el emblema de la resistencia nacionalista en los años oscuros. Ése es el dictamen del Ministerio de la Verdad. Eppur si muove. P JM NIETO Fe de ratas

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