ABC MADRID 08-07-2014 página 14

14 OPINIÓN HORIZONTE PUEBLA MARTES, 8 DE JULIO DE 2014 abc. es opinion ABC RAMÓN PÉREZ- MAURA COMO UN CANTO DE ESPERANZA En Francia uno se queda atónito ante los signos de decadencia que manifiesta una sociedad anquilosada RANCIA ha tenido siempre un enorme influjo político y social sobre España. Hasta el punto de que entre nosotros, ser afrancesado ha sido tenido por un estigma tanto como por una filia de la que estar orgulloso. En los últimos años la deriva política del país vecino no invita mucho a la admiración. Los problemas de todo tipo que azotan a los dos grandes partidos de Gobierno y el espectacular auge del Frente Nacional, hoy la primera fuerza de Francia en las urnas, invitan a no tener ya a Francia como referencia. Si uno visita habitualmente el país vecino se queda atónito ante los pequeños signos de decadencia que manifiesta una sociedad anquilosada. Basten ejemplos triviales. Las ciudades como Biarritz, con más de 200.000 habitantes en su área urbana, no tienen farmacias de guardia. Si alguien necesita un medicamento fuera de hora debe ir al hospital a obtener una receta. Con ella debe ir a la comisaria de Policía (no es broma) a que un agente le acompañe al domicilio del farmacéutico para que le abra la botica y le dispense el compuesto si es que el necesitado no ha fenecido ya para entonces. Otrosí: es metafísicamente imposible lograr que un técnico acuda a un domicilio para asitir en el mantenimiento del wifi o en la sintonía de los canales de televisión. Da igual lo que se esté dispuesto a pagar por ello. La compañía solo da asistencia telefónica. Imagínense a las personas de edad intentando entender esos galimatías tecnológicos. Último ejemplo: Una señora ve en un escaparate unas sencillas lámparas que le encajan con lo que necesita en su casa. Son caras y se hacen de encargo. Cuando la señora empieza a extender un talón para el pago le informan que se tardará seis meses en hacer sus lámparas... Nada de lo anterior es muy grave, pero sí son ejemplos de una sociedad que no funciona, de una decadencia en curso que vista en su conjunto es inquietante. En medio de esto veía la semana pasada en el suplemento literario de Le Figaro que la lista de libros más vendidos está encabezada por un ensayo preciosista del gran Jean d Ormesson, Premio Luca de Tena 2001 por su obra periodística en ese diario del que fue director en la década de 1970. D Ormesson, que lleva 41 años como miembro de la Academia Francesa, acaba de publicar un librito de 120 páginas con el modesto título Comme un chant d espérance Como un canto de esperanza y el subtítulo La seule question c est Dieu, qu il existe ou qu il n existe pas La única cuestión es Dios, si existe o no Partiendo del descubrimiento del Boson de Higgs por el CERN de Ginebra, D Ormesson se plantea cómo se puede llegar al segundo 0,000000... 1 de la creación del universo, instante tras el que hay un muro infranqueable tras el que nuestras leyes ya no nos valen Que un libro que reflexiona sobre eso sea el más vendido es el verdadero canto de esperanza de un país. F COSAS MÍAS EDURNE URIARTE PECTORALES FUERA Uno de los grandes errores de las últimas décadas ha sido la incapacidad para entender la sociología del fútbol L LAMO a una amiga porteña para felicitarla por el pase de Argentina a semifinales mientras me río a carcajadas con el artículo dominical de Alejandro Borensztein en Clarín. Y me responde lo que temía, que no vio el partido, que lo importante para Argentina no es el Mundial sino lo que pase en Nueva York con la negociación sobre la devolución de la deuda y que lo que a ella le preocupa es el uso del fútbol por el poder para tapar asuntos graves como este. No le discuto lo de la deuda. Argentina podría irse a otra suspensión de pagos, sobre todo con un Gobierno cuya presidenta llama extorsión a la pretensión de cobrar de los inversores. Con el apoyo del movimiento bolivariano y hasta de algún columnista del Financial Times, ¡increíble! que alientan la idea de que es muy retorcido eso de pretender cobrar lo que se presta. Pero lo que sí le discuto es la idea del fútbol como opio del pueblo. Si todos los diarios argentinos dan más espacio en portada estos días a su selección que a la crisis provocada por la sentencia del juez Griesa en Nueva York no se debe a la mano del Gobierno en los medios sino a lo que los argentinos quieren leer. Incluidos los que están perfectamente informados de la grave situación del país. Y lo mismo ocurre con los medios colombianos, volcados con su selección, con el país uni- do en la multitudinaria recepción del equipo en Bogotá. Sin que por ello olviden los colombianos sus terribles años de horror terrorista o el debate alrededor de las negociaciones con las FARC. La enorme virtud del fútbol es que puede lograr la alegría y la unidad de una nación por encima de todas las diferencias sociales e ideológicas. Y por encima de los Gobiernos que, en esto, se suman a la pasión popular y ni condicionan ni arrastran. El fútbol ha logrado incluso que en mi chat de ocho amigas en el que solo había dos futboleras, otra del Barça y yo, se siga con pasión el Mundial y hayamos sufrido con Colombia, unidas a la ilusión de las dos colombianas del grupo. O que nos hayamos hecho fans de James Rodríguez, de su juego, de su liderazgo y de su historia de superación personal. Ahora nos queda Argentina, como a David Gistau, por los amigos que tenemos allí, y por unos días vibraremos al son de la albiceleste. Y de Messi, también los madridistas como yo. Lo que es otra demostración de esa capacidad de conexión, también de culturas y de países, que tiene este deporte. Uno de los grandes errores intelectuales de las últimas décadas ha sido la incapacidad para entender la sociología del fútbol. Los pectorales y los bíceps fueron desterrados en el mayo francés, escribía Borensztein el domingo, recordando lo que hicieron sus amigos y él el día de la muerte del general Perón, aquella época en la que la política (y las chicas) era el eje de su adolescencia y al de aspecto atlético del grupo lo miraban como un exótico fuera de época Hoy ese muchacho debe de ser el único de la camada que no está tomando la pastilla para el colesterol remataba Borensztein. Cristina Kirchner se adapta a toda velocidad y dice sentirse como un arquero acosado cuando le quieren cobrar lo que debe: me tiran penales, tiros libres, me tocan con la mano, me bombean los árbitros cada dos por tres... Por si lo del opio del pueblo fuera verdad y alguno confunda al juez Griesa con Robben y el árbitro de mañana. O porque su país está tan pendiente de su selección como de Griesa.