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ABC MADRID 24-06-2014 página 42
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Descripción

La Larga Guerra del siglo XX, 1914- 1989 26 Segunda Guerra Mundial 126 La Operación Urano, puesta en marcha por Zhúkov, resultó una de las ofensivas mejor planeadas y exitosas del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial El VI Ejército frenado, cercado y vencido en las calles de Stalingrado VÍCTOR JAVIER GARCÍA MOLINA M ientras continuaban las operaciones y el avance alemán por el Cáucaso, la lucha se fue concentrando de manera progresiva en Stalingrado a donde afluían continuamente refuerzos y reemplazos por ambas partes. Hitler, responsable directo de las operaciones de su ejército, continuaba en su empecinamiento hacia la ciudad, descuidando las mínimas precauciones para garantizar la situación de las tropas del VI Ejército que, al mando del general Von Paulus, luchaban por hacerse con el control de Stalingrado. A lo largo de los meses de septiembre, octubre y noviembre, los alemanes lanzaron tres violentos asaltos que dieron lugar a los combates urbanos más encarnizados de todo el conflicto: Estación de Tren número 1, Octubre Rojo, Mamayev Kurgan, Fábrica Barrikady, los embarcaderos... El VI Ejército consiguió dominar la mayor parte de la ciudad, dejando una presencia marginal soviética en el sector norte. Pero, enfrascado en esta fiera batalla de desgaste, del avance victorioso y fulgurante del verano anterior no quedaba sino el recuerdo y el ejército alemán se disponía a tener que pasar otro invierno en la URSS, de nuevo estancado y a merced de los contraataques soviéticos. Marte y Urano. En efecto, mientras proseguía la carnicería de Stalingrado, el alto mando soviético- -la Stavka- -preparaba las ofensivas de invierno: Marte y Urano. Marte, que debía ser la ofensiva principal y cuyo objetivo estratégico era la ciudad de Smolensko, se inició el 23 de noviembre de 1942 y constituyó un sonoro fracaso: las ganancias territoriales fueron mínimas y las pérdidas soviéticas, tanto en material como humanas, desproporcionadas. Urano, sin embargo, perfectamente planificada por el general Zhúkov, constituyó una de las ofensivas mejor planeadas y una de las mayores victorias del Ejército Rojo en toda la Segunda Guerra Mundial. El ataque soviético comenzó el 19 de noviembre de 1942 con una doble penetración en el sur y oeste de las posiciones del VI Ejército alemán. Ambos flancos estaban cubiertos por tropas rumanas, que no pudieron frenar la acometida soviética. El primer día de la ofensiva el Ejército Rojo ya había roto el frente y en cuatro días, ante la ausencia de reservas alemanas que pudiesen con- cer de armas, pertrechos y alimentos a casi medio millón de hombres aislados quedaban muy lejos de las posibilidades de la Luftwaffe. El Kessel Y mientras las dimensiones de la bolsa- -el Kessel- -de Stalingrado se reducían, la lucha se volvía cada vez más dura. Los soviéticos intentando acabar con la resistencia germana y los alemanes, con unos gravísimos problemas logísticos, luchando a la desesperada por su supervivencia entre la nieve en el Kessel y las ruinas de la ciudad. Intentando resistir el tiempo suficiente para la que dentro de la bolsa se daba por segura misión de rescate que debía romper las líneas soviéticas y permitir, como mínimo, la retirada en orden del ejército. La contraofensiva alemana, la denominada Operación Tormenta de Invierno, que tuvo lugar a mediados de diciembre, no fue capaz, sin embargo, de forzar las líneas soviéticas. La cantidad de medios y recursos humanos empleados por el Ejército Rojo hizo imposible ese rescate. Todos los esfuerzos que se pusieron en marcha para intentar romper la tenaza montada por el enemigo fracasaron, no sólo por la tenacidad y los recursos soviéticos, sino también debido al agotamiento alemán. Saturno y el Anillo. El Ejército Rojo, por su parte, lanzaba su ofensiva de continuación, la Operación Saturno, con el objetivo de tomar Rostov y cercar a todas las tropas alemanas en el Frente Sur. La retirada de las fuerzas del Reich y sus aliados fue generalizada. Mientras el VI Ejército resistía, las tropas del Caúcaso y de los sectores más aislados del frente se retiraban sobre la senda de sus victorias del verano anterior, evitando con ello terminar también cercadas. Con las fuerzas del VI Ejército aisladas y acosadas por el hambre y el frío, los soviéticos, por medio del Frente de Stalingrado, lanzaron la última ofensiva en el sector, la Operación Anillo, que debía terminar con la presencia alemana en la ciudad. Contra todo pronóstico, la resistencia alemana fue fuerte, sobre todo en la lucha por los aeródromos Gumrak y Pitomnik, únicos vínculos del VI Ejército con el exterior, y de nuevo en las calles de la ciudad. La batalla no estaba terminada aún, la lucha se prolongó todavía varias semanas en medio de las más duras condiciones para los cercados, pero la suerte ya estaba echada... Tras el éxito de la Operación Urano, el cerco soviético se fue estrechando sobre los defensorores del Kessel en un combate librado en condiciones extremas tener la penetración, las dos pinzas del asalto se unían en Kalach, cercando a los restos de las fuerzas rumanas y a la práctica totalidad del VI Ejército. Sorprendidos por la envergadura de la contraofensiva soviética y con orden terminante de no retirarse, las fuerzas de Von Paulus confiaron en la palabra dada por Hitler- -y por Göring- -de que las tropas serían abastecidas por el aire, promesa totalmente alejada de la realidad. Primero por la climatología y segundo porque la cantidad de aparatos y recursos que deberían de emplearse para abaste- En cuatro días, a partir del 19 de noviembre, las dos pinzas del asalto soviético se unían en Kalach, rodeando a las fuerzas rumanas y a la práctica totalidad de las tropas de Von Paulus

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