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ABC MADRID 15-06-2014 página 3
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ABC MADRID 15-06-2014 página 3

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ABC DOMINGO, 15 DE JUNIO DE 2014 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O LU C A D E T E NA CAER EN LA CUENTA POR FERNANDO GIMÉNEZ BARRIOCANAL De vez cuando, conviene rendir cuentas para poder caer en la cuenta de lo que la Iglesia está aportando a la sociedad de hoy. Y entender también de qué manantial surgen todos estos testimonios y servicios. En una sociedad plural y demasiado fragmentada, la Iglesia acepta el reto de mostrarse como es, de vivir sin privilegios, de ofrecer a todos la vida buena que corre por sus venas. Con libertad y sin presunción alguna. Esa es su vocación y misión desde hace veinte siglos to riguroso de las distintas materias se ofrece dentro de una propuesta de vida que ayuda a construir una sociedad más justa. Por si fuera poco, según datos del ministerio, el coste de una plaza para la Administración en estos centros es sensiblemente inferior al de los centros públicos, ahorrándose el Estado la bonita cifra de 3.601 millones de euros. No se entiende por qué a día de hoy todavía hay comunidades autónomas que ponen trabas al derecho de los padres de educar a sus hijos conforme a sus convicciones. En el campo universitario la presencia de la Iglesia también comienza a ser importante, con 14 universidades de inspiración católica, donde se forman a día de hoy más de 78.000 jóvenes. L A Iglesia cuenta. Y cuenta mucho. Hace unos días, la Conferencia Episcopal Española rendía cuentas a la sociedad presentando en un ámbito civil y en un entorno multimedia la denominada Memoria justificativa de actividades Con ello cumplía su compromiso anual, con el Estado y los contribuyentes, de explicar cuánto dinero ha recibido de la X del IRPF y a qué lo ha destinado. Unas cuentas claras y trasparentes, revisadas por la prestigiosa auditora PWC, que por segundo año consecutivo emitió su informe positivo. En la última declaración de la renta, nueve millones de contribuyentes decidieron destinar 248 millones de euros a favor de la Iglesia católica. El 20 de ese dinero fue gestionado por la Conferencia Episcopal para atender a distintas finalidades, como el pago de la seguridad social del clero; ayudas a proyectos de rehabilitación y construcción de templos y centros de formación; actividades pastorales nacionales e internacionales; aportación extraordinaria a las Cáritas diocesanas... El 80 restante (197 millones de euro) se envía directamente a las diócesis con un modelo de reparto que prima la solidaridad y las necesidades de las diócesis más rurales y pobres. Estos recursos suponen de media un 25 del total de los empleados por las diócesis. El resto, el 75 provienen de aportaciones directas de los fieles y de fuentes propias. Dar cuenta de ello permite al lector caer en la cuenta de que, a día de hoy, no es el Estado el que está financiando a la Iglesia, y que el sistema de Asignación, siendo importante, no es su principal fuente de recursos, aunque para las diócesis rurales más pequeñas sea absolutamente imprescindible. La memoria ofrece datos esclarecedores de cómo se emplean estos recursos, estando a la cabeza la realización de actividades pastorales y asistenciales (228 millones de euros) por encima de los gastos de funcionamiento y conservación (104) o la retribución de todos los sacerdotes (167 millones) Pero lo verdaderamente importante de estas cuentas viene a continuación, cuando se expone, de manera sencilla pero elocuente, el rostro más humano de las cifras: 48,5 millones de horas anuales dedican los sacerdotes, seglares y voluntarios a la atención pastoral, celebración de los sacramentos, catequesis para niños, jóvenes, adultos, novios, acompañamiento personal, visitas a enfermos y otras actividades, como retiros espirituales, campamentos, etc. Horas dedicadas a atender a todo tipo de per- sonas que se acercan al Iglesia en busca de ayuda espiritual, de consuelo, de consejo y también de formación, de ayuda material, o simplemente para ser escuchadas en una sociedad que cada vez más se ha olvidado de la dignidad de cada ser humano. Porque en la Iglesia cada persona cuenta. Son miles las personas voluntarias que entregan su tiempo y su vida al servicio del Evangelio, y sin las cuales no podría llevarse a cabo esta labor. De la mano, por ejemplo, de los cien mil catequistas de las parroquias, se prepararon para recibir la Primera Comunión y la Confirmación más de 245.000 niños y 110.000 jóvenes en el año 2012, así como los casi 126.000 jóvenes que celebraron el sacramento de su matrimonio. Y eso en España, porque fuera de ella tenemos el enorme servicio de los 13.000 misioneros españoles repartidos por todo el mundo (sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y hasta 402 familias que lo han dejado todos por ofrecer una luz de esperanza en los puntos del mundo más recónditos) ¡Esto sí que es Marca España por el mundo entero! Escuchar sus testimonios concretos de vida nos reconcilia con el ser humano. También en el campo de la educación es significativa la presencia de la Iglesia. Casi un millón y medio de alumnos se forman en los 2.456 centros católicos, que dan trabajo a 122.500 personas y ofrecen una educación de calidad muy demanda por la sociedad, donde el conocimien- J unto con el ámbito educativo, destaca la presencia de la Iglesia en el ámbito cultural. Tras casi veinte siglos de presencia en España, la Iglesia mantiene, administra y pone a disposición de la sociedad 3.168 bienes inmuebles de interés cultural. Todo este enorme patrimonio, junto con los 541 santuarios existentes en España (Covadonga, Loyola, Guadalupe... supuso en 2012 que más de 25 millones de personas participaran en peregrinaciones, celebraciones de Semana Santa y todo tipo de actos festivos de carácter religioso. Una riqueza de la que también hay que dar cuenta, porque nos beneficiamos todos. Dejamos para el final, tal vez, lo más importante. Porque la Iglesia tiene que estar y está, sobre todo, con los más pobres y necesitados: en las cárceles (donde 192 capellanes y 2.563 voluntarios se dejan la piel cada día) con los enfermos (en las capellanías de los hospitales públicos y manteniendo 64 hospitales y 61 ambulatorios) con los ancianos y discapacitados (752 centros con 60.900 asistidos) con los niños sin hogar (199 centros donde se asiste a 7.878 chavales) con los emigrantes (135 centros y 62.544 asistidos) con las mujeres víctimas de violencia (37 centros y 5.909 asistidas) con los drogadictos en busca de reinserción (79 centros y 17.806 beneficiarios) y, en general, con todos los pobres, desahuciados y excluidos de la sociedad (5.942 centros para mitigar la pobreza y 2.250.645 personas asistidas) Por eso, de vez cuando, conviene rendir cuentas para poder caer en la cuenta de lo que la Iglesia está aportando a la sociedad de hoy. Y entender también de qué manantial surgen todos estos testimonios y servicios. En una sociedad plural y demasiado fragmentada, la Iglesia acepta el reto de mostrarse como es, de vivir sin privilegios, de ofrecer a todos la vida buena que corre por sus venas. Con libertad y sin presunción alguna. Esa es su vocación y misión desde hace veinte siglos. FERNANDO GIMÉNEZ BARRIOCANAL ES VICESECRETARIO PARA ASUNTOS ECONÓMICOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL

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