ABC MADRID 25-05-2014 página 114

114 MADRID DOMINGO, 25 DE MAYO DE 2014 abc. es madrid ABC La ciudad, en coma Príncipe Pío El centro comercial más céntrico y concurrido presentaba ayer este aspecto casi desértico Atocha Una pareja atlética, de camino al Calderón, en sidecar Museo del Prado Ni siquiera la extraordinaria oferta cultural de la principal pinacoteca del país pudo ganarle el pulso a la final de la Champions. Así lucía a las siete de la tarde de ayer Una ciudad en punto muerto por Durante tres horas y media, la ciudad prácticamente se paralizó: poco tráfico, menos compras y cines vacíos. Eso sí, a medianoche resucitó CARLOS HIDALGO MADRID E s complicado, muy complicado, por no decir imposible, ver la capital vacía de punta a punta. Pero la trepidante final de ayer de la Champions entre el Real Madrid y el Atlético consiguió pararle el pulso a lo cotidiano de los casi tres millones y medio de sus habitantes. De norte a sur, de este a oeste, el tráfico fue el mejor termómetro desde las siete y media de la tarde para certificar que el fútbol sigue siendo el deporte rey. Incluso el 112 recibió un 18 menos de llamadas por emergencias con respecto al sábado pasado: de 1.841 a 1.496. Los colores iban por barrios. Bajando por la calle de Serrano, la chavalería ataviada con camisetas del equipo blanco, en dirección a la Castellana, era apabullante. En la calle de Alfonso XII, hacia Atocha, los rojiblancos ya comenzaban a dejarse ver. Los accesos del Museo del Prado, a pocos metros de Neptuno, estaban baldíos. Como los autobuses turísticos que circulan por el centro. Algunos guiris de esos en cuyos sus países el fútbol es casi un deporte de minorías, ni se habían enterado de lo que se jugaba Madrid. Y eso que el centro estaba literalmente tomado por la Policía. Conforme pasaban los minutos, el tráfico era mucho menor y las aficiones iban tomando posiciones: a la ribera del Manzanares, los atléticos, aún con la resaca de la victoria de la Liga; en la explanada del Bernabéu, la tangana era de órdago. Alcohol a raudales y muchísimas banderas y caras pintadas. Eran mayoría los jóvenes, tanto los que consiguieron la invitación para ver el partido desde las pantallas del estadio como los que se contentaron con seguirlo desde fuera, de oído En la misma Castellana, una veintena de japoneses, con sus bufandas del Real Madrid, animaban a los conductores a su paso, que no cesaban de apretar el claxon. Se iba acercando el momento de la verdad. Pocas compras y menos cine Llegan las 20.45 horas y el árbitro pita el inicio del partido en Lisboa. Madrid fue entonces perdiendo pulsaciones hasta casi alcanzar el estado comatoso. La Gran Vía, el otro gran termómetro, no era un desierto, como en la celebérrima secuencia de la película Abre los ojos pero ni en las horas más oscuras de cualquier madrugada podía imaginarse con tan poca circulación. De nuevo, los turistas son casi los únicos habitantes del corazón asfáltico de la capital. Las tiendas, a medio gas. ¡Será por días para ir de compras! Los cines, otro tanto. Como si hubiera huelga de pantallas grandes: el Callao, el Capitol o los de la Prensa no vivieron su mejor noche. La excepción la marcaron los grandes teatros y sus musicales. Bajando por la Cuesta de San Vicente, llegamos a uno de los principales centros comerciales de la almendra central. Príncipe Pío parece un colegio en pleno mes de agosto. Hay más dependientes que clientela. Es que hoy hay un partido muy importante. Las ventas han estado bien por la mañana, pero sabíamos que la tarde iba a estar así comenta, como quien anuncia una noticia de última hora, la empleada de una tienda de moda masculina. En la planta primera, la taquilla de los cines, que cualquier otro sábado pasadas las nueve de la noche estaría de bote en bote, es, literalmente, un erial. Un piso más arriba, la mejor perspectiva: es la zona de los restaurantes,