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ABC MADRID 17-04-2014 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN HORIZONTE PUEBLA JUEVES, 17 DE ABRIL DE 2014 abc. es opinion ABC RAMÓN PÉREZ- MAURA ¡Y QUÉ MÁS DA! Quieren despeñarse para desde el fondo del barranco decir que la culpa fue de quienes pretendían el respeto a la Ley UE en Oxford el pasado otoño. Un grupo de británicos y españoles discutíamos sobre la deriva nacionalista de Escocia y Cataluña. Algunos enumeraban los problemas económicos casi insolubles a los que deberían enfrentarse los nuevos estados. Otros, prestigiosos historiadores oxonienses, intentaban recordar la falsedad histórica que encarna la reivindicación nacionalista catalana y el imposible paralelismo con el caso escocés. Y algunos más, en fin, convencidos de la necesidad de ser pragmáticos y no mirar hacia atrás sino al frente, intentábamos argumentar que los catalanes nunca escogerían una opción que implicara su expulsión de la Unión Europea. El caso de Escocia tiene otras paradojas. Porque su ministro principal, Alex Salmond, quiere permanecer en la UE pero no se atreve a hablar de ello, porque los escoceses se llevan poco a engaños mientras que el Estado que quedaría en la UE si Escocia se independizara, el Reino Unido de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, es cada vez más dudoso que de verdad quisiera estar integrado. Huelga decir que entre personalidades tan instruidas era difícil encontrar réplica al argumento de que la expulsión de la UE sería un freno eficaz ante los independentistas. Hasta que un exministro de Defensa británico, con raíces españolas y escocesas, nos hizo despertar. Su argumento era sencillo. El plan de actuación del independentismo es negar la evidencia. Y cuando finalmente esto sea ya inútil, lo que hay que hacer es decir: ¡Y qué más da! Ya enfrentaremos el problema cuando surja Pues eso es exactamente lo que ha ocurrido en las últimas horas entre la Generalidad y la Comisión Europea. El portavoz oficial de la CE dice una vez más que si una parte del territorio de un estado miembro cesa de ser parte de ese estado porque se independiza, los tratados dejarán de aplicarse a ese territorio Momento en el que el portavoz oficial de la Generalidad de Cataluña, Francesc Homs, sale a negar la evidencia con el argumento de que la respuesta del portavoz comunitario no está por escrito y, por lo tanto, no representa una postura oficial. Cada vez está más claro. La actitud de Más y los suyos es negar la evidencia. Ignorar las leyes como los golpistas y reivindicar el derecho a hablar con una legitimidad de origen divino sobre el destino del pueblo catalán. ¿Que no puedo seguir por esta vía porque llevo a mi pueblo al despeñadero? ¡Y a mí qué más me da! Cuando nos despeñemos ya veremos cómo lo resolvemos. Porque no nos hagamos trampas al solitario... Los argumentos, incluso los incontestables, ya son inútiles. Lo que quieren es despeñarse para desde el fondo del barranco decir que la culpa fue de quienes pretendían el respeto a la Ley. Y, como la culpa es de ellos a ellos nosotros corresponderá ir en su ayuda. Qué cansino es recordar lo evidente. F CAMBIO DE GUARDIA GABRIEL ALBIAC UCRANIA SIN ALIENTO Si la chispa de la guerra civil prende en Ucrania, una devastación a la yugoslava será más que verosímil ¿E XISTIÓ Ucrania? ¿Alguna vez? Sí. Durante cuatro años. Entre 1918 y 1922. Antes de eso hubo, desde final del siglo XVII, dos Ucranias: provincia polaca, la del Oeste; territorio ruso, la del Este. El río Dniéper marca la línea fronteriza, durante tres siglos. No fue una división geográfica, tan solo. Fue, aún más, una prolija superposición de poblaciones. Los imperios del XVII funcionaban bajo ese modelo, cuya eficacia acuñó el imperio turco. Una vez absorbido un territorio, sus habitantes eran masivamente desplazados a los confines con mayor necesidad de repoblación: y allí se diluía su identidad. En el lugar de los expulsados, se procedía a asentar gentes cuyo origen en la potencia imperial resultaba más fiable. El recelo entre habitantes hostiles sobre un mismo terreno era un eficaz instrumento de poder. La intemporal eficacia de ese procedimiento la vimos funcionar hace dos decenios. Cuando a la desintegración de Yugoslavia siguió una guerra entre comunidades, que se reproducía idéntica hasta en la más minúscula aldea. No había fronteras claras. Sí poblaciones que se veían a sí mismas como nacional, lingüística y religiosamente incompatibles. Sobre un mismo suelo. Y que estaban dispuestas a matarse entre sí en cada ciudad, cada barrio, cada calle, cada piso de cada edificio. La crueldad de un enfrentamiento sin líneas físicas de repliegue podía ser prevista como extrema. Solo quedaba la opción de exterminar al otro. Como fuera. La pesadilla que atenaza a Europa ante el horizonte ucraniano es la de ver nacer un conflicto idéntico al de los Balcanes. Con la peculiaridad de que esta vez no será la OTAN, sino Rusia, la que decida militarmente el desenlace. En el este y el sur de Ucrania no hay regiones, ni ciudades ni barrios limpiamente definibles como ucranianos o rusos. Como mucho, se puede anotar un mayor uso de la lengua ucrania en las zonas rurales y del ruso en las ciudades y los centros industriales. La superposición de ambas poblaciones a las cuales hay que añadir pequeñas minorías georgianas, armenias y griegas es laberíntica. Si la chispa de la guerra civil prende en Ucrania, una devastación a la yugoslava será más que verosímil. Mientras la confrontación se restringió a la península de Crimea, era asunto geoestratégico, marcado por la necesidad de preservar la salida al Mediterráneo de la flota rusa. Y, en esa medida misma, militarmente controlable. Extendido a toda la franja del este y el sur del Dniéper (y, sobre todo, a la crucial cuenca hullera del Donbass) el conflicto arrastrará consigo ancestrales odios civiles sobre la zona en la cual se condensa el centro de gravedad de la economía ucraniana. Y asistiremos a una repetición de los Balcanes: las matanzas en familia tienen la crueldad ilimitada de lo íntimo. Lo malo, en Ucrania, ha sucedido ya. El desenlace político de las acciones que derribaron a Yanukóvich en Kiev fue totalmente improvisado. Una vez más, la UE ha jugado a aprendiz de brujo, sin dispositivos militares sobre los cuales apuntalar su envite en una partida que Rusia no podía permitirse perder. Se trata tan solo de saber ahora si llegará lo peor. Es lo que se va a jugar hoy en las conversaciones a tres bandas en Ginebra. Con la arrogancia de un Putin seguro de tener todas las bazas. Con la política exterior de un Obama que quedó bajo mínimos tras su patinazo y marcha atrás en Siria. Con una Europa que solo puede aspirar a ser huésped silencioso. No es un horizonte alentador, desde luego.

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