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ABC MADRID 09-04-2014 página 58
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  • EdiciónABC, MADRID
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58 CULTURA MIÉRCOLES, 9 DE ABRIL DE 2014 abc. es cultura ABC Josep Maria Subirachs falleció ayer en Barcelona a los 87 años tras una larga enfermedad neurodegenerativa El escultor que trabajó para Gaudí ARNAU PUIG Fachada de la Pasión de la Sagrada Familia J BARCELONA osep Maria Subirachs nace en 1927 en un barrio industrial, el Pueblo Nuevo, de Barcelona. El ambiente es de obreros de fábrica y de artesanos con taller de accesorios para lo que la industria y el vivir cotidiano pueda necesitar. Una sensibilidad innata le orienta hacia la práctica de la escultura, que desarrollará junto a maestros con encargos oficiales u oficiosos; uno de ellos será Enric Casanovas, que, además, entiende la escultura más que como un quehacer dedicado a dar forma a la simbología a ofrecer presencia formal a los sentimientos reales, entonces designado como estilo mediterráneo y que el noucentismo catalán (Eugenio d Ors) entendió como el arte que lo definía. Pero los tiempos de la posguerra civil son otros y la inquietudes de los jóvenes ya no siguen los derroteros de los maestros; entienden en su propia sensibilidad que hay otras formas más adecuadas para caracterizarla. Junto con otros amigos de generación deriva hacia un cubismo geométrico Postectura va a llamarse significativamente que le llevará a alcanzar, en 1951, una beca del Instituto Francés de Barcelona. Lo que le permitirá no solo vivir en París sino llegarse a Bélgica, donde residirá hasta 1956. En el entretanto participará en las Bienales Hispanoamericanas y otras posibilidades en diferentes lugares y ciudades de Europa, de los que recogerá renombre y distinciones (medalla de Bronce en la de Alejandría, 1957) En 1960 expondrá en el Ateneo de Madrid. Pero en el ínterin de todo ello su quehacer escultórico deriva hacia el informalismo abstracto, siendo el punto de inflexión el encargo que recibe para el Santuario de la Virgen del Camino 1958- 61, de León, lo que implica tal cúmulo de compromisos formales e intencionales que le provocarán una reconsideración total de su labor, atendiendo, desde entonces, no solo a los materiales más idóneos para la concreción de su sensibilidad e idea: hierro, bronce, piedra, hormigón, madera, collage escultórico, sino también el inicio de la consideración en la escultura no solo del relieve sino también del hueco, del vacío, el juego de las sombras objetivadas, las combinaciones, mezclas, integraciones y ensamblajes que ello im- plicara, además, todo ello, mostrado en sus diferentes modos y procedimientos de trabajo, incluida la pintura. Sus triunfos son constantes y su tarea omnipresente y omnímoda; dibuja, graba, ilustra, hace decorados para el teatro, siendo un ejemplo de todo ello la Venus de Peñíscola 1968, en la que lo formal, lo amorfo, lo orgánico y la creatividad actúan de consuno. Por consiguiente acaba siendo un escultor aceptado por muchas sensibilidades con espíritu actual en unos años en los que los estamentos sociales derivaban. El franquismo lo utilizó para sus exhibiciones en el extranjero (sala especial en la XXXIV Bienal de Venecia, en 1968; escultura El otro lado del muro paseo de la Castellana, Madrid, 1972) la burguesía catalana adicta al régimen aceptó sus propuestas atrevidas (fachada del edificio del nuevo Ayuntamiento de Barcelona, 1969) pero, asimismo, cuando la transición políti- Artista de todos Subirachs acaba siendo un escultor aceptado por muchas sensibilidades con espíritu actual en unos años en los que los estamentos sociales derivaban ca, continuó siendo el escultor preferido (logias, en el Palacio de la Generalitat, 1976) por las nuevas autoridades y, posteriormente también fue el escultor de la democracia (friso en el Aeropuerto de Barajas, 1981, Monumento a Francesc Macià, Barcelona, 1990) Todo ello sin descuidar que la Iglesia católica aceptó plenamente sus especulaciones geometrizantes y del lleno y del vacío, e incluyó sus obras en sus centros de culto (monumento a Domingo de Guzman, 1970, capilla del Santísimo, 1978, Montserrat) Finalmente fue el escultor que la Junta para la continuación las obras de la Sagrada Familia, de Gaudí, encontró, 1986, idóneo para ser aceptado por los cofrades para establecer la iconografía de la fachada de la Pasión. La polémica entre partidarios, contrarios y censores fue descomunal y acabó mediante un plante verbal ante la fachada, todavía en construcción. Pero los recursos formales del escultor con el paso de los días han acabado convenciendo a los indiferentes, que encuentran bien explicado lo que cada uno, por su cuenta, sabe del Evangelio. Sus restos podrán reposar sin demasiados sacudimientos. Subirachs, junto a dos de las esculturas que forman parte de la Sagrada Familia INÉS BAUCELLS

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