ABC MADRID 03-04-2014 página 15
- EdiciónABC, MADRID
- Página15
- Fecha de publicación03/04/2014
- ID0006319462
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ABC JUEVES, 3 DE ABRIL DE 2014 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL CONTRAPUNTO UNA RAYA EN EL AGUA ISABEL SAN SEBASTIÁN BOLINAGA, O LA IGNOMINIA Bolinaga no está preso porque un gobierno quiso que saliera y otro carece del coraje o la convicción necesarios para poner fin a esta infamia J OSU Uribetxeberría Bolinaga, ese etarra menudo de barba cana y ojos de escualo, que frecuenta los bares de su pueblo tocado con una boina, exhibiendo su desvergüenza, es la viva imagen de la ignominia. La suya y sobre todo la nuestra; la del Estado que consiente semejante afrenta a la decencia. Josu Uribetxeberría Bolinaga encarna todas las cualidades de la víbora adoptada como símbolo por la banda criminal a la que ha servido toda su vida en calidad de esbirro a sueldo: es escurridizo, repugnante a la vista y sobre todo al corazón, venenoso. No es que destile odio, es que su naturaleza misma es odio traducido en una mezcla de crueldad y cálculo que le ha llevado a matar, torturar y alardear de sus crímenes con esa sangre de reptil que corre por sus venas podridas, sin mostrar la sombra de un remordimiento. Josu Uribetxeberría Bolinaga está condenado a cientos de años de prisión por los asesinatos de tres guardias civiles, Mario Leal, Antonio López y Pedro Galmares, servidores ejemplares de España, así como por el secuestro y tortura de José Antonio Ortega Lara, cuya dignidad nunca logró quebrar ETA. Ahora hemos sabido, gracias a la impagable labor que lleva a cabo la asociación de víctimas del País Vasco, Covite, que fue señalado también como autor del asesinato del cabo Antonio Ramos, perpetrado en 1986 y hasta ahora impune, debido a un error de Garzón, quien olvidó procesarle por ese delito. Josu Uribetxeberría Bolinaga está libre. Hace años, cuando purgaba pena en la cárcel de la que nunca habría debido salir, su retrato colgaba de las farolas de la avenida central de Mondragón, gobernada a la sazón por sus colegas de Batasuna. Ahora es él quien transita por las calles de esa localidad, que tras un breve paréntesis de decoro ha vuelto a manos de los bilduetarras, merced a la negociación entablada por el Ejecutivo de Zapatero con la ralea terrorista a la que pertenece el sujeto en cuestión. Josu Uribetxeberría Bolinaga figura, con su primer apellido, en las actas incautadas al etarra Francisco Javier López Peña, alias Thierry que recogen las conversaciones mantenidas entonces entre los negociadores gubernamentales (uno de ellos el vocal del CGPJ Gómez Benítez) y los sicarios del hacha y la serpiente. El apartado referido a él reza textualmente: El Gobierno ofrece salidas a enfermos graves, incluso uno de Ortega Lara. Uribetxeberría Dice ofrece no exigimos lo cual añade un punto más de abyección a un cambalache ya de por sí nauseabundo a fuer de cobarde, embustero y traidor. Josu Uribetxeberría Bolinaga salió hace año y medio de prisión en estado presuntamente terminal, aunque basta ver su aspecto para constatar que esa mentira diagnóstica fue una falsificación más de las muchas que jalonan ese proceso de paz cimentado en la claudicación. Cada día que pasa en libertad constituye un agravio para sus víctimas, un ultraje a la justicia, una ofensa al honor de esta nación escarnecida por cuarenta años de violencia etarra y un insulto a la inteligencia. Por eso no basta con que la Fiscalía pida informes sobre su salud. Lo único aceptable sería ordenar su inmediata detención. Josu Uribetxeberría Bolinaga no está preso, que es como debiera estar, porque un gobierno quiso que saliera y otro carece del coraje o la convicción necesarios para poner fin a esta infamia. Y encima ni siquiera han cobrado la deuda impagable de oprobio contraída en nombre de la sociedad española. ETA no ha entregado las armas. IGNACIO CAMACHO HOMO HABILIS Más vale que el informe PISA no evalúe a los adultos en el manejo de un reloj digital o de un simple parquímetro ENEMOS una suerte con el informe PISA: que no examina a los adultos. Porque si ha dejado en evidencia a los adolescentes delante de un control de mp 3 o de un mando de aire acondicionado más vale no pensar qué pasaría si a sus padres los evaluase en el manejo de un reloj digital o un simple parquímetro, de esos que nos quedamos mirando perplejos como si fuesen estatuas de Henri Moore para acabar buscando por la acera el chaleco fosforescente de la vigilante del ayuntamiento. Mejor que no vayamos de listos porque la mayoría, ante un ordenador o un móvil nuevo, les pedimos a los chavales que nos los pongan a punto. Y lo hacen, vaya si lo hacen; casi todos son capaces de montar y arrancar una videoconsola mientras los mayores nos quedamos desconcertados ante cualquier artilugio con un mecanismo algo más complejo que el de on off. En conocimiento andan cortitos por culpa de unos planes de estudio indoloros y banales, pero en habilidad manual y tecnológica son verdaderos maestros autodidactas. Entonces... ¿qué ha pasado con el PISA? Pues probablemente algo más profundo que la trivial conclusión mediática de que los escolares no están preparados para la vida práctica. Miren las pruebas del examen; no se trataba de que manejaran artefactos, sino de que aplicasen a diagramas de su funcionamiento ciertos esquemas de relación. Y ahí fallaban porque tienen dificultades con el pensamiento encadenado y con la comprensión lectora imprescindible para entender los ejercicios propuestos. Es decir, lo que han certificado las anteriores oleadas del informe pedagógico: baja formación matemática y lingüística. Saber, saben manipular un mp 3 ¡si lo llevan desde chiquitos en la mochila! donde fracasan es en la resolución de problemas elementales basados en sus secuencias lógicas porque les falta orden intelectual y capacidad de atención. La carencia es de base formativa, no de inteligencia pragmática ni emocional. No sobra educación memorística porque apenas la hay ya en unos diseños curriculares pensados para aliviar de esfuerzo a los alumnos; falta formación solvente en ciencia, lenguaje, expresión y complejidad mental. Y con esas carencias, más la desmotivación y desconcentración que los docentes comprueban cada día en las aulas, no se pueden enfrentar a pruebas de conocimiento aplicado. Esta desolación jeremíaca de la opinión pública no es más que la consecuencia de la constatación previa de un fracaso. Respecto a la capacidad de supervivencia de nuestros jóvenes, no hay motivo para preocuparse; saben desenvolverse por intuición y habilidades sociales. Lo que no podrán es competir con los que simplemente han estudiado más y mejor que ellos. En cuanto a nosotros, los mayores que nos perdemos entre los botones del mando a distancia, mejor que los inspectores de la OCD no estén presentes cuando intentemos en un hotel abrir el grifo termostático. T JM NIETO Fe de ratas