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ABC MADRID 23-03-2014 página 17
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ABC MADRID 23-03-2014 página 17

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 23 DE MARZO DE 2014 abc. es opinion OPINIÓN 17 EL RECUADRO UNA RAYA EN EL AGUA ANTONIO BURGOS EL CARRERÓN DEL NIÑO ¿Estudiar? ¿Para qué? Tú no tengas escrúpulos, y a trepar en la política, hijo. Mira Susana Díaz, mira Moreno Bonilla A UNQUE relativamente joven, es un camarero a la antigua usanza. De los que echamos de menos tras muchos mostradores. Sólo le falta la tiza en la oreja para ser de un tiempo en que no se conocían estas registradoras con pantalla táctil de ordenador, en la que teclea ahora, tras secarse las manos con el paño que a la cintura colgado lleva. Le trae la vuelta de su pago al que parece parroquiano de toda la vida, y tras dársela se pone a fregar vasos con mayor destreza que una máquina lavavajillas. Los va fregando sin mirarlos, apenas para cogerlos o para dejarlos luego escurriendo. Y mientras está dale que te pego al duralex, se pone a hablarle al parroquiano, que parece su íntimo amigo. Pego la oreja. Le dice: Toma, la vuelta. Pues mira, lo que me preguntabas antes: el curso en que está mi chiquillo. ¿Te quieres creer que no lo sé? Y eso que yo soy un padre que se preocupa de los estudios de su hijo, ¿eh? no te vayas a creer. Cuando me llaman del colegio para una reunión, allí está el tío, mi mujer es más dejada, ¿pero yo? En la AMPA, el primero. Que esto es lo más grande del mundo. Antes lo de los padres era la APA, ¿no? pero le cambiaron el nombre y ahora es la AMPA. Que suena fatal. ¿A qué te suena eso del AMPA? Hombre, hampa era lo de Al Capone en Chicago, los tíos con el güisqui de contrabando pegándoles ráfagas de metralletas a los guardias, pam, pam, pam, pam, eso era el hampa, y no esto de ir a hablar en el colegio con el maestro de tu chiquillo. Total, que no sé en qué curso está el chiquillo, porque como antes era la EGB y ahora es la ESO, yo ya no sé si está en la ESO, en el Bachillerato o en qué leches está. Y a lo que me preguntabas: todavía no tiene que elegir carrera, pero yo ya se lo he dicho. Le he dicho: niño, tú de médico ni abogado ni esas cosas, nada, ¿eh? Tú, político, que es lo mejor en España. Mira, niño, tú cuando tengas que ir a la Universidad te apuntas en Derecho o Ciencias Políticas. Esto es muy importante, que sea una cosa de política y de leyes, no se te vaya a ocurrir hacerte ingeniero, porque ahí se currela tela y además no hay trabajo. Tú haces tu pedazo de matrícula en Políticas mismo, y nada más llegar, te orientas en un partido. Me da lo mismo que sea en el PP o en el PSOE, el que más te guste. Tú pregunta por allí por las juventudes, y vas y te apuntas en Nuevas Generaciones del PP me parece que se llama o en las Juventudes Socialistas. Y con tu carné en el bolsillo, tú te vas todos los días a la sede del partido, a te vean y que te conozcan. Y si hay que pegar carteles, se pegan. Y si hay que ir a los pueblos, se va. El caso es que destaques. Y si hay que pisar cuellos, los pisas, que eso es fundamental en la política. Y si hay que dar puñaladas a un compañero, se le dan, dos, tres, las que hagan falta. Y así, cuando te des cuenta, te han puesto en una lista y has salido de concejal sin cumplir los 23 años. Y como ya tienes tu sueldecito de concejal, ¿para qué seguir estudiando? ¡A tomar por saco la carrera, que estudien otros, que tú ya tienes un porvenir en el partido! Tú, a lo tuyo, a trepar allí, a estar siempre con los que vayan ganando si es que hay bandos, y verás cómo si haces bien la pelota a los barandas, te ponen de diputado regional. Y luego al Parlamento, de señoría, con dos cojones. Y cuando tengas cuarenta tacos tienes tu vida asegurada, tu sueldazo, tus dietas, tu secretaria, tu coche oficial, tu despacho, tu tarjeta Visa, que es lo más importante, y si tu partido ha ganado, tu pedazo de cargo en Madrid. Pero se está mejor aquí en la oposición, hijo, tiene menos desgaste y se trinca igual. O más. ¿Estudiar? ¿Para qué? Tú no tengas escrúpulos, y a trepar en la política, hijo. Mira Susana Díaz, mira Moreno Bonilla. Eso es lo que han hecho los dos. No han hecho otra cosa en su vida que prepararse para la forma más bonita de no doblarla, que es la política, y no estar aquí como tu padre, poniendo cafés y fregando vasos toda su vida... IGNACIO CAMACHO TIEMPO SIN HÉROES Más que provocar nostalgia de la Transición, la lenta despedida de Suárez resalta la desnudez de este tiempo sin héroes ÁS que nostalgia de la Transición, el sentimiento que va dejando esta lenta despedida de Adolfo Suárez es una cierta melancolía comparativa que la resalta la desnudez de este tiempo sin héroes. A los héroes no los hemos echado de menos en los últimos treinta años porque la democracia es un régimen de normalidad cuyo mejor síntoma de salud es la rutina, pero la crisis ha descompuesto ese sentido regular, casi burocrático, de la política para exigir de ella un nuevo desafío excepcional que es como un compromiso prometeico. Y en esa circunstancia de desamparo moral la sociedad se ha sentido huérfana no sólo de liderazgos sino de ejemplaridades, de tal modo que figuras como la del expresidente audaz, honesto, digno, lleno de arrojo y de coraje se agigantan en una añoranza casi mitológica, no poco idealizada, que amplifica el vacío de una etapa mediocre. En una época de dirigentes más bien vulgares, sobrepasados por la emergencia, el perfil de Suárez destaca como referencia de un tipo de líder tan dotado para las dificultades que empezó a naufragar cuando, superada la excepcionalidad de inventar un régimen ex novo, hubo de enfrentarse a una situación corriente. Adolfo fue un capitán de barco que sorteó tempestades para naufragar en la playa; tenía el atrevimiento, los arrestos y la energía para enfrentarse a problemas de una complejidad sobrecogedora que resolvía con temerarios trucos de prestidigitador pero carecía de soluciones para contrariedades simplificadas. Fue el paladín imprescindible ante un atolladero de absoluta incertidumbre, el conductor preciso para una travesía de azares aventureros, pero se perdió al llegar a la tierra prometida y tropezó con los muebles de la casa que él mismo había construido. Le sucedió justo lo contrario que a los actuales gobernantes y aspirantes a serlo, hombres crecidos y formados en un escenario de serenidad indolora cuyas capacidades parecen desbordadas por un sobrevenido desorden de conflictividad extraordinaria. Quizá esa sensación de desabrigo social haya construido una aureola no poco mitificada en torno a los titanes del tiempo liminar de la refundación democrática, cuya presencia demiúrgica se echa en falta en medio de la zozobra de una nación poseída de nuevo por el vértigo del descalabro histórico. Pero tal vez nosotros tampoco seamos los de entonces; aquel pueblo recién despertado a la esperanza se ha transformado en una sociedad vulnerable, escéptica y más bien desarticulada. Y puede que esa cosquilla de desconsolada melancolía la provoque también la ausencia de objetivos nobles y generosos como los que movieron a aquella España joven, ambiciosa y desperezada. En un país de enanos no surge una cantera de gigantes. Nos hemos desacostumbrado a los héroes y ahora los reclamamos después de haber demolido sus estatuas. M JM NIETO Fe de ratas

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