ABC MADRID 02-03-2014 página 126

DOMINGO 2.3.2014 Editado por Diario ABC, S. L. Juan Ignacio Luca de Tena, 7, 28027 Madrid. Diario ABC, S. L. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta publicación, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa. Número 35.857 D. L. I: M- 13- 58 Apartado de Correos 43, Madrid. Publicidad 902 334 556 Suscripciones 901 334 554 Atención al cliente 902 334 555. NADA POR ESCRITO Por Emilia Landaluce El barreño maldito El Cardhu envenenado prueba que el botellón puede ser peor de lo que se pensaba. No tanto como una sangría con lejía y jabón o los políticos aficionados a las brujas tón forradas de papel de plata y nos pusimos de talco (no es un eufemismo) hasta las orejas. En efecto: íbamos de iceberg. Llegamos al château pertrechadas con el barreño del lavadero lleno de sangría, una forma más prosaica si cabe de nuestra arraigada costumbre del botellón. Como era de esperar, causamos sensación, pues en la fiesta no había nadie disfrazado más allá de alguna que otra pluma en la cabeza (ellas) y tres o cuatro gorritas de capitán. Pero ¡ay! de nuestro barreño, que no solo contenía los ingredientes, siempre distintos, de la sangría, sino también algunos restos de lejía y detergente. La sangría parisina no llegó a los trágicos extremos de la botella de Cardhu de Almería, pero las veinte personas (había 500 invitados) que se atrevieron a probar el mejunje también se intoxicaron. Afortunadamente, llegaron los servicios de urgencia para socorrer a las víctimas de los españoles. París casi me costó varias misas. En otra acabé en una suerte de astróloga que me decretó enana veneciana en una vida pasada. Ni Adelina, bruja de cabecera de la familia Pujol, se hubiera atrevido a reencarnar al expresident como el Wifredo el Velloso recontado por el nacionalismo. Sí debió haber vaticinado la imputación de Mercè Gironés, la esposa de Jordi Pujol Ferrusola por las bolsas de basura, los ferraris y la amante con los que llegaba el hereu a su consulta. Dicen en Cataluña que los Pujol se prodigan menos desde que se saben los escándalos que rodean su patrimonio, pero aún parece improbable que cambien la bola de cristal por una de reo. También en París, Mercè y su cachorra, casada con un riquísimo mexicano, se dejaban la visa de compras, siempre jactándose de llegar a fin de Hermès. Cursilería fina la de la imputada. Esas son costumbres feas y no la del botellón. L a terrorífica crónica de la botella de Cardhu en Almería ha superado con creces a El Barril de amontillado de Poe. Un muerto y siete intoxicados tras beber de una botella encontrada en la calle. Hace tiempo que el botellón dejó de ser una moda para convertirse en una costumbre tan arraigada como esos señores con barriga de pincho que cada tarde se alicatan con media centena de cañitas de cuatro tragos. Del botellín al botellón hay los mismos pasos superlativos que de la natural cortesía a la cursilería austrohúngara, como de la Botella a Gallardón. Pese a mi nada desdeñable historial de melopeas, puedo presumir de haber hecho un solo botellón en mi vida. Unos belgas de raigambre nos invitaron a un grupo de españoles que estábamos en París a una fiesta de disfraces en su château El tema para el atuendo era Titanic Hay dos tipos de mujeres: las que se disfrazan de guapas y las que se disfrazan. Dos amigas, bellezas rotundas, compraron dos uniformes de muchacha para interpretarse de camareras del Titanic. Minifalderas y coronadas con sendas cofias, parecían la plasmación de esa fantasía retozona tan excitante que aquí llamamos jugar como a los médicos al señor marqués y en México, Patronsito y la adelita Las que nos disfrazábamos, las más cetáceas, metimos nuestras rotundidades en unas cajas de car- Calle Trajano de Almería, lugar de trágico botellón EFE Jordi Pujol Ferrusola EFE CANELA VENENO Miss agente especial Estas alabanzas no van dirigidas a los trabajos serios de Sandra Bullock, 49 años, que hoy opta a su segundo Óscar de la academia de Hollywood por Gravity la excelente película (mejor en 3 D) de Alfonso Cuarón. La actriz ya lo ganó en 2010 por The blind side Entonces, se lució como Leigh Anne Tuohy, la madre del jugador de futbol americano Michael Oher. La canela de hoy no es precisamente refina porque, pese a los truños considerables que nos ha servido, Bullock puede presumir de ser la reina de la comedia facilona, la más adecuada para aliviar resacas y malos humores. Destaca entre ellas la nunca suficientemenet ponderada Miss agente especial taquillazo sin mucha hondura pero con mucha gracia. Bullock, por otro lado, es además un partido que, al parecer, se ha embolsado 70 millones con Gravity ¿Quién quiere ser una actriz seria? El flamenquito Es una suerte de Lomano, un Joaquín Torres del cante, no demasiado jondo. Juan Peña es el cantante sobre el que todo el mundo ha leído pero al que solo algunos han escuchado. Tiene un extraño don de la ubicuidad en los medios y lo mismo se postula para novio de que acepta cualquier pretexto para ser entrevistado. Incluso sacar en vídeos a Ana Obregón y Alba Carrillo. Mientras tecleo estas líneas, me esfuerzo en escuchar algunas de sus canciones en un vano intento de no darle el título de esta pequeña sección, pero es imposible. Practica Peña un género que destila naftalina y que ni siquiera llega a flamenquito palabro deleznable que engloba esa extraña mescolanza a medio camino entre la canción ligera y eso en lo que dan palmas, que nada tiene que ver con lo que hacía Fernanda de Utrera. Al parecer, tiene bastante éxito entre este gremio al que pertenezco. Evidentemente, hay gente pa to ERNESTO AGUDO