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ABC MADRID 28-02-2014 página 72
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  • EdiciónABC, MADRID
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72 ABCdelOCIO VIERNES, 28 DE FEBRERO DE 2014 abc. es ABC C ine EL DOMINGO, JUNTO CON ABC POR SOLO 1 EURO Un surtido de Oscar, un muestrario de sentimientos Memorias de África lleva tatuado el dilema entre la independencia y el compromiso que anida en los corazones OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE Lars Eidinger y Sebastian Zimmler, hermanos en el filme Hans- Christian Schmid Cirugía de la tensión familiar PABLO PAZOS Y n Alemania no vivimos con nuestras familias y solo vemos a nuestros padres un par de veces al año. Siempre acabamos discutiendo. Ese fue el punto de partida Hans Christian Schmid (Altötting, Baviera, 1965) disecciona en ¿Qué nos queda? una tendencia típica de su país que, explica por teléfono, comenzó en los años 70 y se multiplicó en la última década: un fuerte deseo de los jóvenes de emanciparse cuanto antes. Se marchaban de casa porque no querían enfrentarse a las ideas religiosas de sus padres. Esto tiene ventajas y desventajas. Al no hacer vida en común, es más difícil entender a tus padres, lo que viven, lo que sienten reflexiona Schmid, quien confiesa: Cuando mostramos la película en Barcelona o en Italia nos dimos cuenta de que la familia significa más para vosotros El contacto se reduce a visitas puntuales: Comprimes un año en tres o cuatro días. Está destinado a ir mal Eso le ocurre exactamente al protagonista, Marko: viaja al hogar paterno para pasar las fechas de rigor y se encuentra con dos bombazos inesperados: su padre se dispone a vender su negocio editorial y su madre ha decidido dejar la medicación para la depresión. Observamos que es muy frecuente en mujeres mayores. Puedes tomarlo en sentido metafórico: como una vida no vivida plenamente aclara el director en referencia a Gitte, la madre, y por extensión a los sacrificios que se hacen por los hijos. La decisión de Gitte actúa de detonante para que afloren los fantasmas del clan: el egoísmo del padre, que lleva una vida paralela; el orgullo del hijo pequeño, incapaz de replicar el éxito laboral de su progenitor, un burgués acomodado; y cómo trata la familia a E Mamá se nos va ¿QUÉ NOS QUEDA? Dirección: H. -C. Schmid. Con: Lars Eidinger, C. Harfouch. U na mujer aquejada de una enfermedad que no se acaba de identificar del todo anuncia un buen día que ha dejado de tomar las pastillas La película explora las consecuencias de esta repentina decisión en una familia, la suya, que como todo organismo vivo se mantiene en un equilibrio inestable. Como son alemanes en vez de latinos, no dan demasiados gritos, y como además el realizador se inclina por un estilo narrativo más bien elíptico, el resultado es un drama en sordina. El espectador agradece la sutileza y la ausencia de subrayados pero no sabe muy bien hacia dónde dirigir la mirada, si centrar su empatía en el marido o en alguno de los dos hijos, o en el nieto que nunca se quita el antifaz... Schmid es un narrador sensible y hasta elegante, pero uno no encuentra ningún motivo especial para recomendar su película. A. WEINRICHTER o tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong... estas palabras con las que arranca la novela de Karen Blixen y hechas un nudo a la fascinante música con la que John Barry envolvió la película de Sydney Pollack, producen al instante el más puro y perfecto impacto melancolía, que es algo así como la feliz tristeza de poseer las cosas que ya no tienes. Hace más de un cuarto de siglo, una medida de tiempo que tricota melancolía, que Memorias de África hizo historia en los Oscar y geografía (marcó territorio imborrable) en el alma de la humanidad, que sintió con aguda nostalgia la posesión de cosas que ni siquiera había tenido nunca, no ya los amaneceres de las llanuras de Kenia, sino los abrasadores cruces de aventura, desventura, pasión, arraigo, romanticismo y plenitud que provoca en poco más de dos horas y media esta maravillosa película en cuyo interior, en el interior de su interior, lleva tatuado ese irresoluble dilema entre la independencia y el compromiso que anida hasta en los corazones más simples. Memorias de África ganó siete Oscar, el de mejor película, dirección, guión adaptado, fotografía, banda sonora, dirección artística y sonido; y hoy es ya anécdota que no lo consiguieran finalmente Meryl Streep (fue para Geraldine Page por Regreso a Bountiful ni Klaus Maria Brandauer (lo ganó Don Ameche por Cocoon y Robert Redford ni siquiera fue candidato. Hoy reconocemos que la historia de Karen Blixen, su mirada a esa comisura de África, su tesón por construir una rima entre el mundo del que venía y en el que vivía, su fortaleza por mantener su sitio en la naturaleza, las costumbres, el matrimonio humillante y lo mágico del amor forman uno de los cuerpos más sólidos de la historia del cine. Y la relación, difícil de encajonar con un simple amorosa entre Karen Blixen y el aventurero Denys Finch- Hatton, que interpreta con las bendiciones del aura Robert Redford, forma ya parte de ese póster que varias generaciones pasadas y futuras tienen enmarcado y colgado en la pared invisible de su intimidad, aunque sólo sea por ese instante de jabón, porcelana, cabello y río que segrega las sustancias impalpables de la felicidad. Y la obra maestra de Sydney Pollack, tan fascinantemente urdida para equilibrar lo que le concede y de lo que le despoja al espectador, se va de la pantalla en un final de emoción irresistible y que te ciega de una melancolía inexplicable por una granja que no has tenido y por una vida que no vas a tener. la madre, protegiéndola en exceso. Es una mujer fuerte e inteligente que solo pide: Seamos sinceros los unos con los otros Una disección de las tensiones familiares en menos de hora y media y sin grandes alardes formales, poniendo el acento en las interpretaciones. Las películas que me interesan tienen un presupuesto bajo admite Schmid con naturalidad. Meryl Streep y Robert Redford, en el clásico de 1985

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