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ABC MADRID 19-01-2014 página 64
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  • EdiciónABC, MADRID
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64 CULTURA DOMINGO, 19 DE ENERO DE 2014 abc. es cultura ABC DOMINGOS CON HISTORIA Fechas que unen a las naciones Los momentos que marcaron el nacimiento de varios países muestran lo que piensan de sí mismos FERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR L as conmemoraciones son la conciencia del tiempo. La historia no es sólo recuerdo, sino tradición, memoria hecha viva, continuidad que se confirma en la celebración de acontecimientos significativos. De un pasado en silencio, entre sucesos inmóviles en el olvido, alzamos el acto fundacional, el episodio ejemplar, el instante en que el destino se convirtió en voluntad. Solo la posteridad puede contemplar aquel instante en que se inauguró una empresa común, cuando la idea que inspiró a una nación se puso en marcha. Solo desde el futuro ya realizado puede volverse la vista atrás, a aquel momento decisivo en que el paso rutinario de los días mereció llamarse Historia. El filósofo Walter Benjamin distinguía entre el tiempo vacío e inerte, donde solo consta el paso inconsciente de sucesos en vano, y el verdadero tiempo de los hombres. El tiempo en el que se veneran actos fundamentales, el tiempo en que se reconocen los hechos creativos, el tiempo que nos conmueve al reiterar, en una fecha que destaca entre todas, los motivos que construyeron nuestra cultura. En el pasado, las naciones buscan los momentos en que el tiempo les da un significado. Una nación no es un grupo aleatorio de seres humanos, ni un puñado de lugares indiferentes, ni una serie de anécdotas triviales. Es la idea que se hace de sí misma, es el conjunto de valores sobre los que se construye, es el sello moral que graba en la conciencia de los hombres. Una nación es la empresa resuelta a hacerse tarea creadora, es la voluntad de sustentar los principios que justificaron su nacimiento. Por ello, las naciones buscan siempre ese momento crucial en el que debieron afirmar su carácter, el hecho fundacional a través del que su voz se emplazó sobre la Historia. La conmemoración da fe de lo que una nación piensa de sí misma, revela aquellos actos y aquellos principios que considera propios y universales. Lo que la enorgullece, lo que alienta su confianza en el futuro lo que hace de su unidad no sólo el respeto a un texto legal de coyuntura, sino la conciencia de haber vivido una iniciativa común sin la que la civilización entera tendría otro sentido. ESTADOS UNIDOS, 4 DE JULIO DE 1776 Tierra de la libertad, hogar de los valientes A Thomas Jefferson, representante de Virginia en el Segundo Congreso Continental, correspondió la redacción de la Declaración de Independencia aprobada el 4 de julio de 1776. La declaración afirmaba como causas de la rebelión contra el rey Jorge III las injusticias cometidas contra los habitantes de las trece colonias, pero los elementos más vigorosos del documento fueron aquellos principios de libertad e igualdad sobre los que habría de levantarse la sociedad democrática contemporánea. Los estadounidenses celebran lo que les dio identidad como nación y los que la hicieron ejemplar en la presentación de aquellos principios sobre los que se levantaba. Las naciones seguras de sí mismas se afirman en esas fechas que adquieren la calidad de un acto originario. Los estadounidenses se saben herencia directa de una declaración que no expresó solo su voluntad de ser una nación, sino los principios sobre los que debía afirmarse la idea moderna del hombre, aquellas verdades evidentes que resuenan aún como base elemental de una sociedad formada por personas libres e iguales, y advertencia severa contra las numerosas ocasiones en que nuestra civilización las ha olvidado. La República francesa ha conmemorado en dos centenarios solemnes los actos fundacionales de una nación liberal, la afirmación de la soberanía popular y los derechos asociados indisolublemente al hecho mismo de cons- tituir una comunidad de ciudadanos. En el final de un ciclo que se abrió con las revoluciones democráticas y se cerró con la caída del último bastión del totalitarismo europeo, Alemania grabó la fecha de su Día Nacional, cuando la división causada por la barbarie nazi y la locura comunista cedió el paso a la reunificación. Ninguna de estas naciones conmemora un momento amargo. Celebran reconocerse en aquellos hombres y mujeres que combatieron por ideas tan difíciles como verdaderas. Desean reencontrarse en aquel impulso decente y vigoroso, anhelan regresar a aquel principio solemne y sencillo, emotivo y racional, en el que la nación fue la causa que defendía, y en el que su causa pasó a ser la de todos los pueblos civilizados.

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