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ABC MADRID 08-01-2014 página 15
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES, 8 DE ENERO DE 2014 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL RECUADRO UNA RAYA EN EL AGUA ANTONIO BURGOS MIRA CÓMO ESO NO LO QUEMAN ¿Cuántos maletines falsos ha encargado a China el cura de Santa Marina? L A Historia es, aproximadamente, una película proyectada en un cine de sesión continua de los que había antes. Llegabas cuando querías, a la hora que fuese, y te metías a ver directamente la cinta, aunque estuviera empezada. La contemplabas hasta el final, y luego, tras los tráileres y el movi- récord, veías desde el principio lo que te faltaba. Lo que tenía sus ventajas. Empezabas así a ver la película sabiendo que el asesino era el mayordomo, lo cual te daba una superioridad sobre los espectadores que acababan de entrar y que creían, ilusos, que el criminal era el chófer. Y si ibas acompañado, había un momento de la proyección en que te decían, como una orden: ¡Vámonos! Por aquí llegamos. En esta sala de proyección continua que es España, la otra madrugada pusieron la peli Fuego en Santa Marina de Sevilla Es como una remake de otra que también proyectaron recientemente: Explosión en El Pilar de Zaragoza El caso es que, por razón de cercanía, me puse a ver en el Multicines Sevilla la película sobre el incendio de Santa Marina. Y cuando vi que empezaban a arder las puertas del templo, rociadas con gasolina, dije: ¡Vámonos, que por aquí llegamos en 1936! Si no llegué, alcanzó a conocerlo la memoria de mi madre, que me lo contaba. Huyendo hacia su casa en el Retiro Obrero cuando Queipo de Llano había declarado el estado de guerra en el centro de Sevilla aquel sábado de julio de 1936, mi madre, acompaña- da por el novio miliciano de una compañera oficiala del taller de sastrería, pudo atravesar la ciudad cortada en dos por las barricadas. Y me contaba cómo vio rociar con gasolina las puertas de la iglesia de Santa Marina. Las hordas usaban aparatos de flit espolvorizadores de insecticida cargados con gasolina. No sé si las turbas que intentaron ahora volver a meterle fuego a Santa Marina usaron aparatos de flit Pero aproximadamente es la misma película. Fuera de tiempo y de lugar. Un odio absurdo no se sabe a qué. O sí se sabe: odio a reconocer la realidad y los verdaderos males de la Patria. ¿Por qué quisieron meterle fuego la otra mañana a Santa Marina? Pues para que la extrema izquierda de los radicales, los perrofláuticos, los alternativos y los antisistema evidencie lo que realmente pretenden: que miremos hacia una iglesia ardiendo como si fuera un burro volando. ¿Cuántas mariscadas con cargo al dinero público de los fondos de los parados se ha metido entre pecho y espalda el cura de Santa Marina? ¿Cuántas cuchipandas en la Feria de Sevilla ha pagado con facturas falsas el cura de Santa Marina? ¿Cuántos maletines falsos ha encargado a China el cura de Santa Marina, para poder cobrar luego la morterada presentando facturas por el procedimiento del tirón o del por aquí te quiero ver de aquella manera un dijimos? Es más: ¿a cuántos falsos empleados ha metido en el trinque de los ERE y en el mangazo del siglo el cura de Santa Marina? ¿Cuántos viajes al Caribe se ha pegado el cura de Santa Marina con cargo a esos fondos? ¿Cuántas comisiones no precisamente obreras, sino de la trincadeira, se ha embolsado en su sotana el cura de Santa Marina? Porque me dije: esto de que le hayan querido meter fuego a Santa Marina es porque las turbas y las hordas están ya hartitas de contemplar tanto mangazo impune, cómo se lo están llevando de calentito, y el cura de aquel templo es que se las traía, ¡qué manera de trincar con los ERE el tío! Total, le han hecho lo mismo de aquellos clamorosos escraches contra Chaves y Griñán antes y ahora contra Susana Díaz ante la Junta de Andalucía cuando se conoció la tostada de los ERE. Y por eso os pregunto, hijos míos que no conocéis la vergüenza: y a la UGT, ¿cuándo? ¿Cuándo le vais a meter fuego a la sede trincona de la UGT como a la iglesia de Santa Marina? Como el ¿Arde ya París? del otro, en esta película de sesión continua pregunto: ¿Arde ya la UGT? IGNACIO CAMACHO SÍNDROME DE PATÍBULO A estas alturas tanto sufre la Corona con imputación como sin ella. La condena popular ya se ha producido I fuese por crudo pragmatismo, por el imperativo positivista del interés político, lo que al Rey y a la Corona les convendría es que la Infanta y Urdangarin no sólo fuesen imputados sino condenados en sumarísimo juicio con jurado popular. Justicia expeditiva y carnaza apaciguadora para los leones del descontento y la desafección ciudadana: la hegemonía implacable de la razón de Estado. Puede que ni aun así, sin embargo, consiguiese la monarquía contener la marea emocional de una opinión pública irritada que ya ha emitido veredicto anticipado de culpa porque necesita un rito expiatorio con el que aliviar de manera siquiera simbólica su frustración ante la conducta desviada de gran parte de la clase dirigente. Porque de lo que estamos hablando no es del Estado de derecho sino del estado de ánimo de una sociedad exasperada que ve en la corrupción el epítome de una gran burla colectiva a sus tribulaciones; el síndrome de patíbulo, por encima de casuismos jurídicos y de estrategias procesales, como válvula de escape moral para la sensación de angustia que ha germinado en el seno de una comunidad agostada por su propio sufrimiento. A estas alturas tanto sufre el crédito institucional de la Corona con imputación como sin ella. La condena popular ya se ha producido, aventada con alboroto en la gran sala de vistas de los medios, y cualquier desenlace que no suponga una severa reprobación penal será considerado un apaño, un escarnio, un pasteleo. El juicio se ha ventilado con anticipación en un sumario escandalosamente aireado en filtraciones y si doña Cristina sale de los tribunales desimputada o absuelta la gente entenderá que ha prevalecido la doble vara de medir de los poderosos. En ese sentido el daño está hecho y el auto del juez Castro no tambalea, como él mismo advierte, los cimientos del Estado. Lo que los ha cimbreado además de la obvia viscosidad de los hechos investigados es la confusión, consentida o estimulada por el propio instructor, entre indicios y pruebas, entre conjeturas y realidades, entre diligencias procesales y sentencias condenatorias. Entre presunción y culpabilidad, en definitiva. Y esa destrucción práctica de garantías, tan habitual por otra parte en nuestro sistema judicial, ha sucedido porque el magistrado la ha permitido al construir desde el principio una imputación mediática irreversible, manejando intencional y torticeramente el principio de igualdad de trato para proyectarlo a favor de la corriente del prejuicio populista. A efectos políticos, pues, la imputación resulta ya tan perniciosa como su contrario. Y lo único que cabe desear es que la justicia funcione, que el caso sea resuelto en tiempo y forma con arreglo a su propia lógica procesal sin acepción de personas en uno u otro sentido. Y que la condición de Infanta de España no constituya una eximente de la acción judicial... ni un agravante. S JM NIETO Fe de ratas

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