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ABC MADRID 26-12-2013 página 15
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ABC MADRID 26-12-2013 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC JUEVES, 26 DE DICIEMBRE DE 2013 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN GRACIAS Si algo eleva a España por encima de otros países es el hecho de haber sabido conservar ese lazo de amor indestructible que une entre sí a las generaciones E STAS Navidades están siendo duras para mucha gente. A la penuria de recursos económicos, que sufren capas de la población cada vez más amplias, se suman la falta de horizonte e incluso de esperanza, lo que convierte estas Fiestas en un escenario perfecto para la frustración y la rabia. Pocas cosas hay peores que el mandato imperativo de ser y mostrarse feliz cuando no existe motivo alguno que justifique ese estado de ánimo. Estas Navidades están siendo tristes en muchos corazones ayunos de ilusión. Se echa en falta a los seres queridos que ya no están, a los compañeros del trabajo que se perdió, a los vecinos del barrio que hubo que abandonar... Demasiadas ausencias y carencias en fechas que invitan a compartir. Estas Navidades serían infinitamente más duras y más tristes para un número mucho mayor de personas si no fuera por aquéllas que no se limitan a hacer regalos sino que se regalan a sí mismas. Es el momento de darles las gracias. Gracias a los miles de voluntarios de todas las organizaciones solidarias que día a día donan su tiempo y su esfuerzo con el propósito de aliviar los problemas ajenos. Las mujeres y los hombres que trabajan gratuitamente en Cáritas, Manos Unidas, Ayuda en Acción, Acnur, Médicos Sin Fron- teras, Mensajeros por la Paz, Nuevo Futuro y tantas otras instituciones sin ánimo de lucro que hacen honor a su denominación y demuestran con su labor la grandeza del alma humana. Apenas se les ve, no hacen ruido, no presumen, no exigen, no se manifiestan ni se vanaglorian, pero son lo mejor de una sociedad gravemente enferma. Gracias a los jubilados que con sus pensiones, a costa de equilibrios inverosímiles, están manteniendo a sus hijos expulsados del mercado laboral. Ellos sí que dan ejemplo de lo que significa la Familia y evitan el colapso de un sistema que ha entrado en barrena y precisa de grandes cambios. Si algo eleva a España por encima de otros países de nuestro entorno es el hecho de haber sabido conservar ese lazo de amor indestructible que une entre sí a las generaciones. Gracias a los abuelos y sobre todo a las abuelas que asumen cotidianamente el cuidado de sus nietos supliendo la falta de guarderías o ayudas públicas y haciendo posible que las madres y padres de esos chiquillos trabajen. Sin ellos, el gélido invierno demográfico que se nos viene encima sería aún más aterrador. Gracias a la gente honrada que paga sus impuestos y permite que el Estado del Bienestar mantenga en pie lo esencial de sus servicios. Puede parecer una obviedad, pero dado el grado de corrupción sistémica que ha alcanzado nuestra nación el hecho de ser un ciudadano decente, que cumple con sus obligaciones tributarias, es algo extraordinario y por ende merecedor de gratitud. Gracias a los valientes que han hecho las maletas y se han ido a buscarse el pan allá donde puede encontrarse, dejándose aquí buena parte de los afectos. Son un ejemplo de tenacidad y coraje. Voluntarios, jubilados, abuelos, contribuyentes cumplidores, trabajadores esforzados, profesionales competentes y emigrantes valerosos suplen con su actitud las dramáticas consecuencias derivadas de la rapacidad y la incuria con la que otros han ejercido o ejercen el poder. Estos últimos acaparan fama y titulares pero ellos son quienes merecen reconocimiento. ¡Gracias! IGNACIO CAMACHO LOS PACTOS DE LA ZARZUELA Con tres cuartos de siglo a cuestas y las caderas a medio recomponer el Rey dio una lección de instinto e iniciativa U JM NIETO Fe de ratas N discurso regeneracionista. Eso fue lo que le salió al Rey en la Nochebuena, entre los tradicionales buenos sentimientos con los ciudadanos que sufren y el inédito latigazo para mí la crisis se resolverá cuando los parados vuelvan a trabajar al sobreoptimismo económico. Un alegato reformista, que parecía sugerir incluso una remodelación constitucional, en boca de quien ha protagonizado la mayor y más trascendente reforma de la España moderna. Ante las mesas puestas en los hogares de una España sacudida por la ciclogénesis explosiva del martes, Don Juan Carlos lanzó un programa de reconstrucción del sistema democrático averiado por la tormenta política. Con los recientes acontecimientos el Monarca lo tenía en chino pero se las arregló para traducir su alocución en un castellano claro y comprensible. En su obligado lenguaje de formalidad abstracta se le entendió todo, desde que no está dispuesto a abdicar hasta su perfecta conciencia de que la falta de ejemplaridad pública ha comprometido también el prestigio y la autoridad de la institución que él mismo encarna. Se le entendió el mensaje de unidad plural frente a la secesión catalana y se le entendió la convocatoria a la búsqueda activa de soluciones frente al inmovilismo. Con tres cuartos de siglo a cuestas y las caderas a medio recomponer dio una lección de instinto, dinamismo e iniciativa. Y dijo con claridad que es hora de moverse, de tomar decisiones y de ejercer el liderazgo moral y social que recomponga los vínculos representativos rotos por el empobrecimiento, la corrupción y el desgaste. Fue de nuevo el Rey de la Transición, capaz de adelantarse a la clase política en la identificación del diagnóstico y en el espíritu de avance. Para evitar que ese impulso de regeneración caiga como de costumbre en el yermo de las trincheras políticas tal vez sea necesario que la Corona vuelva a asumir el protagonismo arbitral que tuvo en otra fase de reconstrucción histórica. Que sea de nuevo el Rey quien abandere, apoyado en el Príncipe, la búsqueda de una nueva ronda de acuerdos básicos de convivencia: las bases de la futura monarquía de Felipe VI. Su análisis es más preciso, menos autocomplaciente, más realista y menos sectario que el de los partidos, y por su propia función tiene más sentido de Estado. En este momento nadie tiene parece poseer más facultades que él para promover consensos en una escena pública incapacitada para el diálogo. Los españoles no merecemos que la élite dirigente nos conduzca a la resignación abandonista y nos disipe la esperanza de un acuerdo sobre los intereses comunes de la convivencia. Si la democracia se pudo asentar sobre las mutuas concesiones de los pactos de la Moncloa, su imprescindible refundación necesita un esfuerzo similar de generosidad, determinación y confianza. Tal vez haya llegado la hora de unos pactos de la Zarzuela.

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