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ABC MADRID 22-12-2013 página 21
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 22 DE DICIEMBRE DE 2013 abc. es PRIMER PLANO 21 El Santo Padre saluda a los trabajadores del Vaticano durante una visita privada realizada el pasado mes de agosto AFP Durante una visita al dispensario pediátrico de la Casa Santa Marta, el Papa se divirtió viendo un mural con fotografías suyas REUTERS sobre todo en verano. Aunque su jornada no es tan regular como la de Benedicto XVI, el Papa Francisco inicia su horario de oficina en el palacio apostólico recibiendo individualmente de modo periódico a los jefes de cada Congregación y cada Consejo Pontificio. A partir de las 11.30 recibe, en la biblioteca privada, a jefes de Estado, primeros ministros y otros visitantes, incluidos los grupos de obispos en visita ad limina Suele comer temprano, entre las doce y media y la una. Después dedica media hora a descansar. Su día libre es el martes, pero la única diferencia es que no tiene audiencias oficiales. Trabaja todo el tiempo y descansa recibiendo visitas. Sufre de excesivo peso por falta de ejercicio. Cercano a la realidad Al terminar la misa, el Papa siempre se sienta en el último banco durante la acción de gracias sitas más enriquecedoras, sobre todo las de gente común. Ahí escribió, el pasado mes de agosto, la exhortación apostólica La alegría del Evangelio el documento programático de su pontificado. Y ahí se reúne, en una salita, con el grupo de ocho cardenales que trabajan en la reforma de la Curia. gar La decoración es nula; los muebles, oscuros, y Francisco no ha añadido casi nada: una estatua de la Virgen de Luján, otra de San José dormido escuchando al Ángel en sueños y una imagen de San Francisco. Apenas tiene libros. Su biblioteca es su memoria y su corazón. En la misma planta viven también sus secretarios personales: el maltés Alfred Xuereb, heredado de Benedicto XVI, y el argentino Fabián Pedacchio Leániz, bonaerense, hincha del River Plate, pero, a pesar de todo, contento de la victoria del San Lorenzo de Almagro, el equipo del Papa, en el Torneo Inicial de Argentina, la semana pasada. En el piso de abajo, la capilla de la residencia es un escenario clave donde cada mañana, con brevísimas homilías, el Papa lanza las ideas de su revolución. En las salas de visitas recibe a amigos, cardenales, primeros ministros... vestido muchas veces con una simple sotana blanca, sin la esclavina ni el fajín, de los que prescinde AFP Llamadas en persona En su estrecha mesa de trabajo escribe a mano y hace llamadas a personas de todo el mundo desde el teléfono fijo. Al lado tiene su agenda negra repleta de teléfonos y direcciones. El televisor lo ignora olímpicamente. Igual que Benedicto, es un Papa low cost Continúa utilizando su viejo reloj de plástico negro. Aparte de zapatos ortopédicos y sillas que no agraven su problema de columna, no necesita nada especial. Hasta el pasado 13 de marzo, la habitación 201 con un pequeño estudio y una salita de recibir era la de los patriarcas visitantes, y la primera vez que vino Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla, el Papa se disculpó: Siento haber ocupado su lu- El sencillo Ford Focus en el que se desplaza el Papa llega a la residencia veraniega de Castel Gandolfo Sin artificios Al Papa Francisco le gusta que sus antiguos amigos le sigan llamando padre Jorge La tarea del obispo de Roma es mucho más que gobernar, y la parte más bonita de su trabajo la realiza en casa: escribir cartas, hacer llamadas telefónicas, organizar él mismo sus visitas, desayunar, comer y cenar con invitados o con los sacerdotes de la residencia... En definitiva, estar en continuo contacto con el mundo real, y no aislado en lo alto de un torreón. A las siete de la tarde vuelve a la capilla y reza durante una hora en silencio ante el sagrario. A las ocho cena, y después todavía trabaja y reza otro rato en la habitación antes de irse a dormir a eso de las diez. Se mueve por la Casa Santa Marta con libertad, como cualquier otro residente. Al principio, cuando se lo encontraban en el ascensor, los empleados o los obispos visitantes se desconcertaban y Francisco les tranquilizaba con una broma: No os asustéis, que no muerdo Un día, un cardenal joven que bajaba en pantalón y jersey a desayunar se quedó boquiabierto al verle y solo acertó a decir: ¡Santo Padre! Francisco le hizo reír con su respuesta típica en estos casos: ¡Santo hijo! Le gusta que sus antiguos amigos le sigan llamando padre Jorge En

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