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ABC MADRID 12-12-2013 página 14
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ABC MADRID 12-12-2013 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN HORIZONTE PUEBLA JUEVES, 12 DE DICIEMBRE DE 2013 abc. es opinion ABC RAMÓN PÉREZ- MAURA EL VALOR DE UNAS IMÁGENES Los celos son un trastorno que acaba haciendo imposible la vida de una pareja OMO cabía suponer, el homenaje póstumo a Nelson Mandela en el estadio Soccer City de Johannesburgo dejó muchas fotos memorables. Recapitulemos sobre dos escenas, por razones muy diferentes. De una parte la que ayer era la portada de ABC: el encuentro entre el presidente de los Estados Unidos y el de Cuba. Es verdaderamente notable que haya tenido que ser en el funeral de Mandela donde se saluden por primera vez desde el triunfo de la revolución cubana el 1 de enero de 1959 los jefes de Estado de ambos países. Y casi más relevante todavía el esfuerzo de sus respectivos portavoces, a posteriori, por restar importancia al saludo. Que no haya lugar a equívocos. Nada ha cambiado porque nada puede cambiar. Ni aunque los dos dirigentes compartan en ese lugar la tribuna de oradores. En el caso de Obama, para reivindicar el espíritu de Mandela en la defensa de las libertades. Y en el de Raúl Castro y bastantes otros jefes de Estado, para no acordarse de esa parte del legado de Mandela, que debería ser de aplicación universal. Un Mandela que escogió Cuba como el primer país que visitó cuando salió de la cárcel en 1990. Pero que no hizo nada por imitar ese régimen cuando llegó al poder en 1994. Lo que ya nunca será igual después de Johannesburgo es la imagen de la primera dama norteamericana. La sucesión de instantáneas mostrando las fotos que se hacía la primera ministra danesa, Helle Thorning- con el primer ministro británico, David Cameron, y el presidente norteamericano, Barack Obama, es memorable. Probablemente cualquier jefe de Gobierno del mundo hubiera querido tener una foto así, rodeado de dos mandatarios tan relevantes. Y hoy en día los móviles nos permiten retratar cualquier momento de nuestras vidas. Lo que sería bueno saber es por qué Michelle Obama tuvo semejante reacción de celos, mostrando un indisimulado enfado y obligando al presidente de los Estados Unidos a apartarse de la primera ministra y ubicarse ella en medio cual muro de contención. La imagen era más propia de un patio de colegio y de un rifirrafe entre adolescentes. Como sabe cualquiera que haya mantenido una relación con una persona celosa, ese es un trastorno que manifiesta la inseguridad de quien lo padece. Un trastorno que quien no quiere tratarse consigue infligir a ambos miembros de la pareja y acaba haciendo su vida imposible. Es obvio que yo no tengo ni la más remota idea de qué problemas personales pueden tener los Obama en la intimidad, pero lo que sí sabemos ya todos es que hay algo que va mal. Necesariamente tiene que ir muy mal para montar un número así cuando sabes que eres el centro de la atención de todas las cámaras del mundo en un estadio repleto de ellas. Tanto las de los profesionales como las que todos llevan ahora en su bolsillo. C CAMBIO DE GUARDIA GABRIEL ALBIAC LEYENDA DEL ENEMIGO El cónclave de sabios amasado por la administración nacionalista construye, en Cataluña, la leyenda de un ayer en todo acorde al mañana YER se fabrica siempre en mañana: finge el pasado su patria al futuro, quien lo inventa para él mismo inventarse. Nada sucede en ese tiempo mítico, donde pasado y futuro suplantan al presente. La leyenda se forja en el relato de otro tiempo en el cual todo es inmóvil; de otro tiempo, de un tiempo de los dioses patrios, que en su benevolencia pueden dotarnos de un destino colectivo. En pasado y futuro está el destino, del cual es nuestra sangre esclava: eso rumia el patriota, eso le salva. No hay más clave del totalitarismo que su sacrificar nuestro presente sobre el ara de los dioses patrios: fuimos, seremos... ahora se nos impide... Y el porvenir promete edenes primordiales. No es nuevo. Ni siquiera es el hallazgo de Rosenberg o Heidegger. La invención legendaria del pasado, como arcana guarida del auténtico espíritu de la nación sagrada, es la herencia de ese romanticismo que suple con retórica el fracaso de la revolución en Centroeuropa cuando comienza el siglo XIX. Un jovencísimo Karl Marx daría a esa tragedia concepto irrevocable en 1843: es la historia encarnada en las propias fantasías. Y, del mismo modo en que los pueblos antiguos vivieron su prehistoria en la mitología... nosotros somos contemporáneos filosóficos del presente, sin ser sus contemporáneos históricos A Anacrónico paso de tragedia a sainete, el cónclave de sabios amasado por la administración nacionalista construye, en Cataluña, la leyenda de un ayer en todo acorde al mañana que habita el delirio de Convergencia y de sus pintorescos escuderos. Y hasta puede que alguno se lo crea: creer es siempre lo más confortable, lo que nos pone a salvo del peligro de pensar, eso hoy tan antipático. La función de ese bucle de Moebius, que fluye del ayer hasta el mañana sin que el hoy ese dique lo retenga, la postularon severas cabezas del nazismo en los años que incubaban el gran salto europeo hacia la muerte. Se trata de inventar a un enemigo el hallazgo es sencillo. Prodigioso, también, en su congelada eficacia. Carl explicita su admonición brillante para un caudillo futuro: da igual el rostro que le sea impuesto, el enemigo político no necesita ser moralmente malo ni estéticamente feo, no hace falta siquiera que se erija en un competidor económico... basta con que sea el otro, el extraño aquel frente a cuyo riesgo nos reconocemos, aquel cuya presencia pone miedo y rechazo, identidad por tanto. La grey se identificará enseguida con quien se ofrezca para aniquilarlo. Y, frente a la amenaza, ese nosotros que hasta aquel mismo instante daba risa, trocará nuestro pavor en certidumbre. Inventar ese miedo es sacerdocio que se reserva a los intelectuales que administran el alma de su pueblo: sobre el discurso rectoral de un Heidegger se alza el perenne monumento de Auschwitz. Ningún historiador que alce enemigos legendarios en el pasado histórico podrá librarse del remordimiento del aprendiz de brujo ante el diluvio. No se acarrea lo peor impunemente. Tampoco, bajo disfraz académico. Pasados legendarios, futuros luminosos... Insulsas variedades del providencialismo. Un penoso romanticismo histórico puso, al final del siglo XVIII, los cimientos del salto hacia la nada. Fue en el año 1795 y en Jena: Tenemos que tener una nueva mitología... Un más alto espíritu, enviado del cielo, tiene que fundar entre nosotros esta nueva religión; será la última obra, la más grande, de la Humanidad... Una nueva mitología... Pero... Siglo y medio más tarde, la tuvieron.

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