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ABC MADRID 06-12-2013 página 14
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ABC MADRID 06-12-2013 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA VIERNES, 6 DE DICIEMBRE DE 2013 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO 83 El domingo cumple años en pleno vigor periodístico. ¿Su gasolina? Curiosidad y trabajo E RAN las diez y pico de la mañana. Entré en el despacho del director de ABC. Estaba sentado en una silla liviana, charlando animadamente con José María Carrascal, que ocupaba otra idéntica. Al verme llegar, Carrascal se levantó presto, con una agilidad impropia de un nombre nacido en 1930, y me tendió la mano, con una educación y una sonrisa que por desgracia empiezan a parecer también de 1930. Me invitaron a sentarme con ellos y conversar un rato. Durante media hora, tuve la oportunidad de escuchar a José María Carrascal y lo estudié al descuido. Vestía ropa correcta y cómoda, casual, que dicen ahora los petardos, acaso un punto setentera. Su mirada de ojillos oscuros era rápida, muy vivaz, como la de un ave alerta. El cuerpo se intuía correoso, con esa sequedad fibrosa de tantos castellanos. Pero nada de eso es realmente reseñable. Lo notable era su curiosidad, la atención con que escuchaba a los demás, su genuino interés por aprender de los otros, intentando aguzar un oído que intuyo ya más cercano al de Beethoven que al de Mozart. Resultaba grata la humildad intelectual de una persona que lo ha visto todo. Una lección de modestia en un oficio de egos despendolados. Aunque nos reprimamos, todo aquel que se aventura a escribir artículos alberga en su interior a un pequeño vanidoso, pues de lo contrario no nos lanzaríamos a divulgar nuestra opinión como valiosa. Algunos ni disimulan y van de reencarnación de Hemingway, gastando un aire perdonavidas, porque han logrado la inmensa gesta de espolvorear cuatro tacos en un artículo. Cuando este era un país tristón, ensimismado y autárquico, un Carrascal veinteañero ya ejercía de corresponsal en Berlín. De allí saltó a Nueva York, para convertirse en un clásico de ABC. Su biografía guarda más sorpresas; por ejemplo, es capitán de la Mercante y ganó el premio Nadal de novela cuando era galardón de relumbrón. En 1989 retornó a España para convertirse en un improbable presentador de televisión en la naciente Antena 3. Uno guarda en la memoria y todavía sonríe los briosos cachetes que cada noche le propinaba a la sábana del Herald Tribune, para alisarla y leer sus titulares en un inglés tan correcto como macarrónico. Los dones de Carrascal como periodista son cuatro: sentido común a bocajarro, estudio de los temas, claridad expositiva y respeto a los hechos, sin ocultar su legítima y razonable ideología. No busquen prosa barroca, artificios literarios, humoradas. Carrascal aspira a otra cosa: a explicar el mundo desde el conocimiento y el raciocinio. A ello contribuye su cosmopolitismo activo. De joven vivió en media España. De mayor sigue a las collalbas, que cada año vuelan de África a Canadá. José María pasa medio año en Madrid y otro medio en su apartamento neoyorquino. Su último don es su estupenda madurez, su buena forma física y mental. El secreto cuentan que radica en comer muy poco y caminar mucho. Pero la gasolina de tan feliz longevidad es su curiosidad y capacidad de trabajo. A estas horas lo imaginamos meditando sobre qué escribir en su artículo de este domingo, día en que le caen 83. Y lo que queda. MONTECASSINO HERMANN CONTRA EL FRACASO La única razón noble y verdadera, viable en la paz, está con la Constitución Teo Uriarte no le quisieron publicar su libro en la casa editorial de Barcelona. Porque su opinión podría molestar le dijeron. Habían entendido bien el mensaje del libro titulado Tiempo de canallas Y se habían sentido aludidos. Porque habla del terror y el crimen, pero también de los nacionalismos, la industria transformadora de ambos. Hay, entre los diversos enemigos de España y de la Constitución, que hoy cumple 35 años, grandes sinergias. Y son muy eficaces en impedir la difusión y promoción de todo mensaje que pueda cuestionarlo. Estamos en tiempos de canallas Así podría titularse un estudio general sobre la España actual. Y no porque haya más canallas hoy aquí que en otras partes del mundo. Sino por su forma de triunfar. Sin contestación. Con el entorno más amable que para un enemigo pueda generar una sociedad atacada. Han fracasado en España todos los mecanismos de protección, todos los filtros frente a la maldad y la necedad, a la mala fe y a la ignorancia. Y no ha habido calidad de resistencia. Porque entre el egoísmo y la cobardía, tanto monta, nadie ha cumplido con su deber. Nadie ha sabido estar a la altura que las circunstancias exigían. Ahí han quedado expuestas vergonzantemente en su fracaso unas elites mediocres y mezquinas. Que no es la obscena espuma ostentosa de la riqueza especulativa ni a la legión de falsarios que medra siempre en la España tan tramposa como preten- A ciosa. Sino a quienes creíamos con posición, condición, formación y criterio para asumir el liderazgo en una sociedad moderna. Y que han resultado tan cobardes, ineptos y oportunistas como lo ha sido la clase política, casi sin excepciones. Parte del paisaje es también esa depresión de las menguantes clases medias, sin espíritu ni fuerzas. Como el encanallamiento virulento de parte de la juventud. Y el cinismo disfrazado de inteligente resignación o, peor aún, de tolerancia. Gran invento el de la permisividad magnífica que se convierte en impunidad incuestionable y universal para sus generosos promotores. Hay otro título literario que nos cuadra. Éste, del checo Pavel Kohout, es apropiado para estas semanas y meses que nos toca vivir. De la hora estelar de los asesinos nos habla en una historia sobre crímenes e impunidades. Tiempos terribles en los que los monstruos son vecinos. Y todos somos iguales. En los que tenemos que respetar lo más infame para que se nos respete. En los que ha colapsado el nivel de exigencia de tiempos normales entre seres adultos con ética y responsabilidad, con compasión y razón. Como gran colofón del permanente desfile de monstruos y miserables por nuestra realidad nacional hemos logrado lo jamás visto en ningún país civilizado que es sacar a la pasarela a los asesinos múltiples, terroristas más sanguinarios y campeones de la violación. Y no ha habido, ni siquiera en este horror, masa crítica de protesta. Resulta difícil recordar, en estos días de náusea permanente, de asco físico, de ganas de huir, lo mucho que hemos conseguido aquí en España en estos 35 años que cumple la Carta Magna. Es difícil de recordar y de explicar. Pero habremos de hacerlo. Hace 35 años hubo buena fe, esa rara joya en España, y aptitud, inteligencia y eficacia, para hacer un país con ambición de homologarse con los mejores. Descarrilamos. Pero habrá que reaccionar. Habrá que levantarse contra la cobardía y la indolencia tanto como contra la vileza y contra el prestigio del odio a España. Y habrá que querer ganar. Y ganar. Porque la alternativa es a medio plazo la tragedia, la violencia y la miseria. La única razón noble y verdadera, viable en la paz, está con la Constitución.

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