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ABC MADRID 25-11-2013 página 54
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  • EdiciónABC, MADRID
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54 CULTURA LUNES, 25 DE NOVIEMBRE DE 2013 abc. es cultura ABC LAS CARTAS DE KAFKA Voy a decirte un secreto: jamás recobraré mi salud Publican las cartas que Franz Kafka envió a Felice, quien fuera su prometida hasta en dos ocasiones y con la que nunca llegó a casarse INÉS MARTÍN RODRIGO MADRID F ranz Kafka conoció a Felice Bauer en agosto de 1912 en Praga, durante una cena en casa de su amigo Max Brod. Por aquel entonces, el autor de La metamorfosis tenía 29 años, mientras que la que se convertiría en el gran amor de su vida (por detrás de la escritura, claro está) contaba solo con 24. Bauer trabajaba como secretaria en Berlín y, desde que sus ojos se fijaran en ella al otro lado de la mesa, Kafka se quedó prendado. La correspondencia entre ambos comenzó en septiembre. El autor checo escribía a la joven casi a diario, en ocasiones varias veces al día. Y, entre carta y carta, surgió el amor. Ahora, por primera vez en cuarenta años, Nórdica publica en España el volumen completo de esta correspondencia bajo el título de Cartas a Felice una obra apasionante que es casi una autobiografía de Franz Kafka. Las más de 500 cartas y tarjetas postales fueron escritas entre el 20 de septiembre de 1912 y el 16 de octubre de 1917, una etapa fundamental en la obra del autor. De hecho, algunos de los libros fundamentales de Kafka El proceso y La metamorfosis fueron concebidos durante ese periodo, por lo que estas 829 páginas (la obra se completa, en una fantástica edición, con un Apéndice y una Tabla cronológica) representan una extraordinaria aproximación para llegar a entender al genial escritor checo. En este libro Kafka se desnuda como en ningún otro explica el editor Diego Moreno. Además del interés por su relación con Felice Bauer y del apa- sionado tono de las cartas, el editor de Nórdica destaca la pasión que el autor manifiesta en las misivas hacia la literatura y que trata de transmitir a su amada. Kafka llegó a describir a Felice como una saludable niña, segura de sí misma y, aunque la joven pertenecía a una acomodada familia de clase media y le interesaban la literatura y el arte (adoraba la ropa tanto como viajar, pero estaba dispuesta a sacrificarlo todo por su familia) difícilmente llegaba a comprender la profundidad de la obra del autor checo. Lo cierto es que, tanto Kafka como Bauer, albergaban serias dudas de que el matrimonio fuera la opción adecuada para una pareja como ellos. En ocasiones, Felice veía a Kafka como a un ser extraño y demasiado aislado de la vida cotidiana, mientras que Kafka temía que el matrimonio pusiera en peligro su dedicación a la escritura e interfiriera en su necesidad de soledad. Con frecuencia he pensado que la mejor forma de vida para mí consistiría en encerrarme en lo más hondo de una vasta cueva con una lámpara y todo lo necesario para escribir. Me traerían la comida y me la dejarían siempre lejos de donde yo estuviera instalado, detrás de la puerta más exterior de la cueva. Ir a buscarla, en camisón, a través de todas las bóvedas, sería mi único paseo. Acto seguido regresaría a mi mesa, comería lenta y concienzudamente, y enseguida me pondría de nuevo a escribir llega a decirle a la joven en una de las cartas. Sin embargo, el amor que el atormentado Franz sentía por Felice era tan puro, intenso y real como su escritura, y de ahí el temor a perderlas a ambas. No puedo creer que exista un cuento de ha- Amor literariamente imposible. Kafka sabía que Felice no sería feliz junto a él, encadenado por cadenas invisibles a una invisible literatura das en el que se haya luchado por una mujer más y con mayor desesperación de lo que en mi interior se ha luchado por ti, desde el principio y siempre de nuevo y tal vez para siempre escribe en otra de las misivas. De hecho, en abril de 1914 se comprometen por primera vez, rompiendo pocos meses después (en julio) y comprometiéndose de nuevo en julio de 1917. En septiembre de ese mismo año, los médicos diagnosticaron tuberculosis a Kafka. voy a decirte un secreto en el que yo por mi parte en estos momentos no creo en absoluto (pese a que, cuando trato de trabajar y pensar, la tiniebla que desde lejos cae sobre mi a todo mi alrededor tal vez pudiera convencerme) pero que tiene que La soledad de Kafka La mejor forma de vida para mí consistiría en encerrarme en lo más hondo de una vasta cueva. Me traerían comida, iría a buscarla y luego volvería enseguida a escribir Amor constante No hay cuento de hadas en el que se haya luchado lo que en mi interior se ha luchado por ti, desde el principio y siempre de nuevo y tal vez para siempre

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