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ABC MADRID 20-11-2013 página 54
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54 CULTURA Elena Poniatowska, Premio Cervantes MIÉRCOLES, 20 DE NOVIEMBRE DE 2013 abc. es cultura ABC De princesa polaca a reina cervantina La vida de Elena Poniatowska, nuevo Premio Cervantes, alberga un buen puñado de anécdotas muy humanas. Las repasamos MANUEL DE LA FUENTE MADRID Que te bauticen como Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor no debe ser ninguna broma. Y si tu padre es el príncipe Jean Joseph Evremond Sperry Poniatowski, descendiente de la familia del rey Estanislao II Poniatowski de Polonia, llegas al mundo con las cartas más o menos marcadas. Nacer princesa, como Elena Poniatowska, es el mejor principio para llegar a ser reina. Y, además de princesa, hija de una mexicana exiliada que tuvo que dejar su tierra cuando Pancho Villa y sus muchachos se hicieron dueños del país balacera a balacera. Tampoco es ninguna broma que sus padres, ya en México y huidos de la Europa en ruinas de la Segunda Guerra Mundial, la mandaran allá por 1942 a estudiar a los Estados Unidos. Y más apunta en este camino de una niña que quería ser princesa y acabó en heroína de la izquierda mexicana, que te enseñe el castellano una nana llamada Magdalena Castillo, con nombre y seguramente maneras de haber nacido en Macondo. Y también por Macondo, o por sus lluviosos alrededores, pasó un buen día Elena, aunque no porque allí le esperara algún coronel que no tenía quien le escribiera, sino porque Poniatowska fue testigo, el 12 de febrero de 1976, en la capital mexicana, del soberano directo a la mejilla que Mario Vargas Llosa le propinó a su entonces ya examigo Gabriel García Márquez. Ambos tenían problemas muy personales Y a Elena Poniatowska le pilló tan en medio Elena Poniatowska, con su buen amigo Gabriel García Márquez que fue ella la que urgentemente pidió un filete para aplicárselo a Gabo sobre las huellas del trompazo. La leyenda añade que años antes, entre 1959 y 1960, Elena conoció a un tal Maqroll, de profesión naviero, al que visitaba en la cárcel todos los domingos, pues el tal Maqroll (otros apuntan que se llamaba Mutis) estaba en prisión después de ser detenido por la Interpol. Quién sabe si entre ellos hubo un romance a la marinera, repleto de tatua- jes, y si él, hermoso y rubio como la cerveza, llevaba en el brazo tatuado un nombre de mujer, quizá Elena. Las crónicas también certifican que en el año 1968 ElenaPoniatowska se casó con el astrofísico Guillermo Haro, y sostienen los relatos de la época que a don Guillermo le iba tanto la ciencia como la ficción de ir poniéndole ecuaciones a doña Elena, que nunca podía dejar de tentarse las incógnitas afiladas que notaba en la cabeza un día sí y otro tam- bién. Sin duda, don Guillermo debió ser un físico inspirado, pero con Elena Poniatowska su química debía ser más que mala. Luego, llegó el día en que la periodista escribió La noche de Tlatelolco (1971) su escalofriante y conmovedor relato de la matanza de docenas de estudiantes mexicanos en 1968 en la plaza de las Tres Culturas, y la princesa periodista empezó a ser considerada futura reina de la literatura. Reina cervantina, desde ayer. Fecunda mezcla de periodismo y literatura ANÁLISIS JUAN VILLORO ESCRITOR E lena Poniatowska ha sido de los escritores que más han contribuido a mezclar de manera profunda el periodismo con la ficción. En su obra ambas tendencias literarias se benefician recíprocamente. Hay novelas como Leonora dedicada a la pintora Leonora Carrington, que están muy documentadas como investigación periodística. Y hay muchos de sus reportajes que se pueden leer como narraciones. Por ejemplo, La noche de Tlatelolco una historia coral del movimiento estudiantil que fue reprimido en 1968 y que utiliza muchos recursos literarios. En este premio se está celebrando la fecunda mezcla del periodismo con la literatura. La obra de Elena Poniatowska es variadísima. Con lo primero que me quedo de ella es con su oficio de periodista. Ha sido una maravillosa entrevistadora. Varios de sus libros son de entrevistas. Y ha hecho biografías de artistas, de personajes públicos, de luchadores sociales, en base a entrevistas. Es una gran escuchadora del idioma. Y en ese sentido su influencia es muy grande. Tiene una novela, que es un documento sin ficción al mismo tiempo, Hasta no verte, Jesús mío que cuenta la historia de una mujer indígena que luchó en la Revolución mexicana y luego se convirtió en una figura religiosa. Tiene otra novela que investiga la vida de los astrónomos en México, La piel del cielo una biografía de la luchachora social, fotógrafa y modelo Tina Mo- dotti, Tinísima En todas ellas se advierte que para llegar a la narración Poniatowska siempre pasa por la información y esto lo logra gracias a su extraordinario talento para oír a los demás. De todos los autores que han recibido el Premio Cervantes no hay ninguno que haya dado espacio a tantas voces ajenas como Elena Poniatowska. Porque sus libros están hechos casi siempre de declaraciones, confesiones, narraciones, denuncias de otras personas. La noche de Tlatelolco registra las voces de las víctimas de una masacre y se convierte en un tejido polifónico, coral. Esta es su gran contribución: hace literatura a partir de los testimonios de los demás. Es una gran entrevistadora, una gran reportera, una gran cronista y una gran novelista. Va pasando de la entre- vista al reportaje, del reportaje a la crónica y de la crónica a la novela. Ese es su método de trabajo. Es muy interesante y ha influido mucho en quienes escribimos crónica hoy en día en América Latina y también en España. Tuve la suerte de ser jurado en el Cervantes que se le otorgó a Sergio Pitol y de estar en la Feria del Libro de Guadalajara en el momento en que se anunció el premio a José Emilio Pacheco. En ambos casos puedo dar fe de la enorme alegría que suscitó este premio. Es, sin duda, el máximo galardón de las Letras en el idioma. Y que honre a escritores mexicanos de este nivel es algo que nos debe alegrar a todos. En el caso de Elena Poniatowska, son muchas las voces que llegan con ella y que estarán presentes en Alcalá de Henares. Toda su literatura es una especie de caja negra que registra las voces urgentes de muchísimas personas.

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