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ABC MADRID 17-11-2013 página 46
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  • EdiciónABC, MADRID
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46 INTERNACIONAL DOMINGO, 17 DE NOVIEMBRE DE 2013 abc. es internacional ABC La ciudad donde tocó tierra el tifón, completamente arrasada ABC RECORRE CON UNA VÍCTIMA LA ZONA CERO DEL TIFÓN De Tacloban a Guiuan, 165 kilómetros de devastación por el paso de Yolanda La escena de desolación contrasta con la alegría natural de los supervivientes filipinos PABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL A GUIUAN (FILIPINAS) C uando el tifón Haiyan (Yolanda) llegó a Filipinas la semana pasada, el primer lugar donde tocó tierra fue Guiuan, al este de la isla de Sámar. Con vientos de 310 kilómetros por hora, avanzó al suroeste en dirección a Tacloban, la zona cero de la catástrofe donde sus autoridades calcularon en un principio que había 10.000 muertos. Con más de 3.600 cadáveres ya contabilizados, este desastre natural va camino de convertirse en el peor de Filipinas. Para llegar desde Tacloban hasta Guiuan hay que recorrer 165 kilómetros a través de una carretera que revela, con toda su crudeza, la senda de devastación que dejó a su paso este su- pertifón, que levantó tsunamis de seis metros. Una semana después, ABC emprende el camino inverso para llegar al epicentro del tifón, hasta el corazón de Yolanda, como llaman aquí al Haiyan. Nos acompaña Gilbert Macapugas, un chófer de 32 años de Santa Fe, cerca de Tacloban, que va hasta Mercedes, a las afueras de Guiuan, para localizar a su abuelo Gumersindo, del que no tiene noticias desde el tifón porque las comunicaciones telefónicas siguen cortadas. Estoy muy preocupado porque tiene 72 años y un familiar me dijo que había desaparecido se lamenta mientras atravesamos pueblos devastados cuyas cabañas de bambú y latón salieron volando por la fuerza del viento. En Osmeña, a 52 kilómetros de Tacloban, Ilsa Trajano hierve arroz para sus seis nietos en una olla sobre el fuego que ha encendido entre las ruinas de su casa, de la que apenas quedan en pie unos tablones. Tres días después del tifón, nos hicieron una entrega de medicinas y tres kilos de arroz, una lata de sardinas y un bote de noodles instantáneos por persona, pero necesitamos más porque tenemos niños pe- queños que pueden enfermar explica mientras atiza la humeante candela esta abuela de 60 años, que al menos no tiene que preocuparse de la escasez de agua porque en su barangay (barrio) se surten de un manantial que viene de la montaña. En cambio, lo que sí tuvieron que hacer las 25 familias de Osmeña fue enterrar ellos mismos a los seis muertos que dejó el tifón. Más que contar a los fallecidos, la prioridad consiste en proporcionar ayuda humanitaria a los vivos, que intentan rehacer su existencia. Entre montones de escombros, muebles descuajaringados y electrodomésticos rotos, Lina Gabornes lava la ropa de sus vecinos por 200 pesos (3 euros) al día en Calbang. Aunque no es potable, bebe del mismo agua con que limpia las prendas, que mana de un pozo, porque no tenemos otra opción desde que el tifón dañó las tuberías Dejando atrás grupos de niños harapientos con carteles donde reza, en inglés, Por favor, necesitamos ayuda por la carretera se cruzan los característicos Jeepney filipinos, los antiguos jeeps largos que el Ejército americano utilizó en la Segunda Guerra Mundial y han sido reconvertidos en autobuses decorados con vivos colores y hasta imágenes religiosas, que para algo estamos en el país con más católicos de Asia. Los milagros existen Sin parar de rezar, Romeo Albutra tomó en brazos a sus dos hijas y obligó a sus dos niños a que se agarraran a sus piernas para salvarlos del tifón, cuando se refugió bajo un puente donde estuvieron a punto de ahogarse al subir la corriente. Ocurrió en Santo Niño, donde su humilde choza de madera se vino abajo sobre su padre, su madre, su esposa y su hermano mayor, que milagrosamente salvaron la vida al esconderse bajo una mesa. En cuatro días, no se paró ninguno de los vehículos del Gobierno que pasó por aquí critica este conductor En Santo Niño Sin parar de rezar, Romeo Albutra obligó a sus cuatro hijos a agarrarse a su cuerpo bajo un puente

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