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ABC MADRID 17-11-2013 página 14
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ABC MADRID 17-11-2013 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN POSTALES PUEBLA DOMINGO, 17 DE NOVIEMBRE DE 2013 abc. es opinion ABC JOSÉ MARÍA CARRASCAL COMO PILATOS Bruselas se lava las manos ante lo que hay tras esa Verja: uno de esos paraísos fiscales que la UE dice querer combatir ¡F INALMENTE, una buena noticia sobre Gibraltar! Aunque no tan buena como debería: los inspectores enviados por Bruselas para examinar los controles españoles en la Verja gibraltareña han dictaminado que son correctos. Pero añaden que España debe ampliar los carriles de ese paso y afinar las inspecciones para descongestionarlo, a más de coordinarlo con el Reino Unido, a quien dan instrucciones semejantes. Cuando el Reino Unido se pasa las instrucciones de Bruselas por el arco del triunfo, como ha hecho con ésta. Más que una solución salomónica, es pilatosiana, pues se lava las manos ante lo que hay tras esa Verja: uno de esos paraísos fiscales que la UE dice querer combatir, por no hablar ya del expansionismo por tierra, mar y aire de una colonia en la Europa del siglo XXI, del lanzamiento de bloques con pinchos en una bahía que no le pertenece y de los daños ecológicos que viene causando en aquellas aguas. Pero, claro, los miembros de esa comisión comunitaria tienen que contentar a ambas partes, aunque sólo una sea la violadora, no en este caso, sino desde siempre. Me recuerda al policía que, ante el robo repetido de un piso, dice al propietario que cambie de cerradura. O ni siquiera eso, sino que ensanche la puerta para facilitar la labor al ladrón. El Ministerio de Asuntos Exteriores español está tratando de tapar los enormes agujeros dejados por Moratinos en el contencioso, que prácticamente nos habían dejado indefensos ante los gibraltareños, y una vez admitido por Bruselas que los controles en esa Verja son legítimos, al existir un tráfico ilegal, convendría que advirtiese, primero, que el daño no es sólo a España, sino a la Comunidad, o sea, que estamos defendiendo los intereses europeos, aunque sea España la que más directamente lo sufre. Y, segundo, que no se trata sólo de unos miles o millones de cartones de tabaco, sino del entero entramado ilegal que hay detrás, desde el lavado de dinero negro a todo tipo de actividades delictivas, que dan a Gibraltar el cuarto puesto en ingresos per cápita del mundo, cuando es una roca pelada. Subrayando al mismo tiempo otro asunto importante: que el control, tanto de personas como de mercancías por las fronteras es competencia de los países afectados, no de la burocracia de Bruselas. ¿O es que los gobiernos británico, francés o alemán ceden tales atribuciones a alguien? Buenos son, sobre todos los ingleses. Después de haber visto cómo el Tribunal de Estrasburgo nos dicta no ya los principios generales del Derecho Penal sobre sentencias, sino también la letra menuda sobre la aplicación de los beneficios penitenciarios lo que, pese a la opinión de tantos juristas, sigo pensando va contra el espíritu del Derecho estaría bueno que unos inspectores comunitarios nos dictasen cómo debemos defendernos del asalto secular y sistemático que venimos sufriendo desde una colonia al sur de nuestro territorio. Claro que si hay españoles que apoyan a esa colonia y a megacriminales en nuestras cárceles, ¿cómo vamos a esperar que los extranjeros nos apoyen? Ese es el nuestro verdadero problema. PROVERBIOS MORALES JON JUARISTI NAPOLITANA Una pequeña editorial arraigada en la mejor tradición literaria española hace frente con imaginación a la crisis del libro NTRE las viejas editoriales familiares que resisten las crisis la tecnológica y la económica, que no se sabe aún cuál es más mortífera para el libro destaca como caso singular y heroico Caro Raggio, que se ha venido abasteciendo de la producción de esa gran fábrica de literatura que son los Baroja, un clan en el que todos, desde el bisabuelo Serafín, han escrito y escriben en una misma lengua literaria: el dialecto privativo de Itzea, la escondida mansión de Vera de Bidasoa que hace un siglo compró Pío Baroja. Escribieron éste y sus dos hermanos, el pintor Ricardo y Carmen, casada con el editor Rafael Caro. Escribieron los hijos de Rafael y Carmen, Julio y Pío Caro Baroja, y escribe, en fin, la cuarta generación, Pío Caro- Baroja y Carmen Caro, hijos de Pío Caro Baroja y de Josefina Jaureguialzo. Probablemente no existe un caso similar de concentración empresarial en Europa. En España, por lo menos, no. Incluso para las portadas se recurre a pinturas, grabados y dibujos de Ricardo Baroja, Julio Caro Baroja y Carmen Caro. Pues bien, Caro Raggio, bajo la dirección de Pío Caro- Baroja, acaba de publicar Divagaciones sobre la cultura (texto de una conferencia que Pío Baroja dio en Bilbao, en 1920) y Semblanzas, colección de retratos literarios de personalidades de la cultura española del siglo XX, extraídos de las obras del gran novelista y preparados para su nue- E va edición por el profesor Francisco Fuster. Semblanzas es, por cierto, uno de los términos clave del dialecto de Itzea (que remite obviamente a las Generaciones y semblanzas, de Pérez de Guzmán) Julio Caro Baroja lo empleó en dos de sus títulos: Semblanzas ideales y Semblanza de Pío Baroja. Pero quería referirme en particular al tercero de los libros aparecidos en esta entrega otoñal de Caro Raggio: El oro de Nápoles, de Giuseppe Marotta, en excelente traducción de Pío Caro Baroja, una verdadera joya de la literatura italiana del siglo XX inédita hasta ahora en español. Enfermo de nostalgia, el napolitano Marotta escribió esta colección de relatos, estampas y recuerdos en Milán, donde trabajó como periodista desde su juventud. Vittorio de Sica llevó algunos de ellos a la pantalla en 1954, bajo el mismo título del libro. En opinión de Scorsese, fue la obra maestra del neorrealismo italiano. El propio De Sica se reservó un papel en la película, el de un nobile ludópata y tronado que pierde una y otra vez a las cartas contra el niño de sus porteros. Nápoles no está ausente del mundo novelesco de Baroja. En El laberinto de las sirenas, Shanti Andía, el marino vasco, ya retirado, descubre y describe la ciudad en una treintena de páginas que valen por todo un libro de Norman Lewis. Cada vez que se acercan las navidades, las releo, y vuelvo a encontrarme en la calle de Toledo, o, mejor aún, en el Largo San Gregorio Armeno, con sus tiendas atestadas de presepi y sus pequeños talleres de artesanos que modelan pastorcillos de Belén o construyen marionetas de Pulcinella con las facciones de Totò. Sin moverse uno de Madrid, puede visitar estos días un fractal de Nápoles en la exposición La Villa de los Papiros que La Casa del Lector ha inaugurado en los Mataderos, o sumergirse sin más en la lectura del libro de Marotta, lo que no exige siquiera salir de casa. El único matiz que se pierde en la traducción de Caro- Baroja atañe al título, y es una pérdida fatal, inevitable, porque L oro di Napoli es un calembur que lo mismo puede significar el oro de Nápoles que aquéllos de Nápoles y eso era lo que quería decir el autor, que la verdadera riqueza de una ciudad se halla en sus gentes.

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