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ABC MADRID 13-11-2013 página 33
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES, 13 DE NOVIEMBRE DE 2013 abc. es internacional INTERNACIONAL 33 EL PRESIDENTE REBAJA A 2.500 LOS FALLECIDOS La tormenta Zoraida agrava el caótico reparto de ayuda P. M. DÍEZ CEBÚ (FILIPINAS) Llueve sobre mojado para las víctimas del Haiyan, o Yolanda, como lo llaman en Filipinas. Tras el devastador paso del tifón que ha arrasado la isla de Leyte, en el centro del país, ayer llegó la tormenta tropical Zoraida, que amenaza con dificultar aún más el reparto de ayuda humanitaria entre los damnificados. Con vientos sostenidos de 52 kilómetros por hora, su fuerza quedó reducida a la de una depresión tropical tras tocar tierra en el sur de Filipinas y moverse a una velocidad de 30 kilómetros hacia el oeste. En la turística isla de Cebú, a poco más de cien kilómetros de la zona cero de la catástrofe, Zoraida dejó durante todo el día tormentas que obligaron a retrasar varios vuelos comerciales a la arrasada ciudad de Tacloban. Tras abrirse parcialmente el derruido aeropuerto, en dichos vuelos viajaban algunos equipos de emergencia, familiares de los damnificados con artículos de primera necesidad y sobre todo periodistas. Con vientos de entre 30 y 60 kilómetros y precipitaciones que irán de fuertes a moderadas, esta depresión tropical se desplazará hasta mañana por el centro del archipiélago filipino, lo que podría afectar EFE a los aviones que están evacuando a los supervivientes del tifón. Según el Servicio Meteorológico de Filipinas, Zoraida llevará precipitaciones a una treintena de regiones, entre las que figuran las islas de Zamboanga, Cebú y Palawan, por donde saldrá del archipiélago el jueves por la mañana. Calamidad nacional Mientras tanto, miles de damnificados se siguen agolpando en el aeropuerto de Tacloban para huir del infierno en que se ha convertido esta ciudad de 220.000 habitantes, capital de la isla de Leyte. Con unos diez millones de personas afectadas y 600.000 desplazados que se han quedado sin techo, el presidente Benigno Aquino III dio un respiro al mundo al rebajar el número de muertos entre 2.000 y 2.500, desinflando la cifra de 10.000 que se había estimado en un principio. Diez mil, creo yo, es demasiado aseguró Aquino, sin dar más datos. Hasta el momento, el número de muertos confirmados supera ya los 1.700, según fuentes oficiales. Benigno Aquino ha declarado el estado de calamidad nacional en medio de la solidaridad de la comunidad internacional, que se está volcando en enviar ayuda humanitaria para paliar la catástrofe. de Filipinas hub logístico, pero el problema es el acceso a las zonas afectadas porque las comunicaciones están interrumpidas y es muy difícil llegar a ellas por la destrucción que ha dejado el tifón explica en un correo electrónico Llanos Ortiz, responsable adjunta de la Unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) Con un equipo de veinte personas desplegado en Cebú desde el sábado, MSF tiene previsto enviar nueve aviones con material sanitario y aumentar su dotación hasta el centenar de personas, incluyendo doctores, enfermeras, cirujanos, psicólogos y expertos en potabilizar el agua. Pero reconoce que hasta ahora sus técnicos no han podido evaluar en toda su extensión las necesidades sobre el terreno porque el acceso a las áreas afectadas es extremadamente difícil Una pesadilla logística como la define MSF, que ayer impidió que su equipo pudiera volar hasta la arrasada ciudad de Tacloban, y que probablemente obligará a desviar sus aviones con asistencia médica al aeropuerto de Manila, a 600 kilómetros de distancia, porque el de Cebú está tan congestionado que no podrán aterrizar en él. Sin embargo, y como comprobó este corresponsal, que viajó de Manila a Cebú, los aviones seguían llegando llenos de turistas. Desde Cebú, además, se puede volar ya al derruido aeropuerto de Tacloban, reabierto a las líneas comerciales durante los dos últimos días. Infraviviendas A la vista de la escasa asistencia que han recibido hasta ahora los damnificados del Haiyan, y de la abundancia de reporteros y cámaras de televisión que pululaban por el aeropuerto de Cebú, parece que la prensa le ha ganado a las ONG la carrera por llegar a la zona cero de Tacloban, una ciudad reducida a escombros y donde los cadáveres se siguen amontonando por sus calles. Sin un mendrugo que echarse al estómago, los supervivientes no han tardado en recurrir a la violencia para asaltar las tiendas y darse al pillaje. Lo entiendo porque no tienen nada y el dinero carece de valor allí justifica Rodel Cabelín, que ayer vino desde Carigara, a una hora al sur de Tacloban, para comprar provisiones en Cebú para su familia. En su lista, latas de atún, noodles instantáneos y garrafas de agua, artículos básicos en un país corroído por la miseria y donde millones de personas malviven hacinados en las chabolas de latón que han proliferado al dispararse la población y la emigración rural a las ciudades, sobre todo en la costa. Sin ir más lejos, Tacloban ha pasado en cuarenta años de 70.000 a 220.000 habitantes y uno de cada cuatro filipinos mora ya en infraviviendas en zonas inundables. Aunque la comunidad internacional se está volcando enviando ayuda humanitaria, la magnitud de la catástrofe, el mal tiempo y, sobre todo, la desorganización propia de este caótico país en vías de desarrollo están retrasando su reparto entre los damnificados. Un claro ejemplo es el de los 25 paramédicos de la organización alemana International Search And Rescue (ISAR) que llegaron a Manila la madrugada del lunes con un hospital de campaña para ope- rar a cien heridos y aún siguen allí. Íbamos a volar (ayer) a Tacloban, pero ha habido problemas con el tiempo y el aeropuerto y no tendremos vuelo hasta las doce del mediodía (de hoy) explica por teléfono desde Alemania uno de sus miembros, Tim Poluzy. Acostumbrado a lidiar con estas emergencias porque el equipo se desplazó al tsunami del Índico en 2004 y al terremoto de Haití en 2010, le quita hierro a la desorganización filipina al asegurar que los dos primeros días son siempre un desastre en cualquier desastre natural Pero lo cierto es que Filipinas no es un país como otro cualquiera por su archipiélago con más de 7.000 islas y sus 96 millones de habitantes, de los cuales un tercio subsiste con menos de un dólar al día mientras un puñado de poderosas familias, como los López, Cojuango, Velarde, Ayala y Arroyo, se reparten desde hace generaciones los negocios como si se tratara de su hacienda particular. Fotogalería de los efectos del tifón Haiyan en Filipinas

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