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ABC MADRID 30-10-2013 página 54
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  • EdiciónABC, MADRID
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54 CULTURA MIÉRCOLES, 30 DE OCTUBRE DE 2013 abc. es cultura ABC La CIA destinó ingentes cantidades de dinero a promover la cultura occidental El escritor británico explora la relación entre espionaje y la cultura en Operación Dulce una novela de amores y lecturas disfrazada de thriller DAVID MORÁN BARCELONA a ficción, apunta Ian McEwan (Aldershot, 1948) no debe confundirse con la sociología, máxima que, sin embargo, él mismo se encarga de rebatir novela a novela explorando la condición humana volteando tramas y dinamitando géneros para ajustarlos a sus intenciones. Si las reglas existen, es para jugar con ellas o romperlas asegura sin perder en ningún momento ese gesto sereno y relajado, una imagen con la que parece haber desterrado definitivamente a ese otro McEwan que, a finales de los setenta, se ganó el apodo de Ian Macabre por la crudeza de títulos como Primer amor, últimos ritos y El jardín de cemento Es precisamente así, jugando con las reglas y manejándolas a su antojo desde ese podio de las letras británicas que comparte con Martin Amis, Salman Rushdie y Julian Barnes, como McEwan ha acabado llegando a Operación Dulce (Anagrama; Empúries en catalán) revisión centrifugada y extendida de la novela de espías en la que, como siempre, el género es una excusa para tejer una historia que le permita diseccionar relaciones interpersonales y emociones humanas. L cida con el supuesto espionaje masivo de Estados Unidos a una treintena de gobiernos, entre ellos de España- -ayer mismo, la Fiscalía abrió diligencias informativas sobre el tema para determinar si hay algún indicio de delito- -no es más una travesura del destino, otra más, para un escritor que ya se adelantó envasando al vacío la tensión post 11- S con Sábado y tomó impulsó en la sátira para abordar el cambio climático desde una perspectiva inédita en Solar tas como Encounter Querían proponer el pluralismo y la diversidad cultural, pero lo más estúpido de todo es que lo hicieron en secreto Ahora, añade McEwan, el argumento cultural ha desaparecido y todo lo que queda es el espionaje. Espiar como medio y, a la postre, como fin último. Las agencias de inteligencia harán siempre todo lo posible por espiar. Ni siquiera se preguntarán por qué. Si pueden espiar, lo ha- Combatir el comunismo Casualidad o no, el caso es que, inmersos como estamos en esta nueva crisis de las escuchas, McEwan viaja hasta el Londres de los setenta para seguir los pasos de una Serena que, entre lectura y lectura, siempre con la esperanza de encontrar un final en el que se lea cásate conmigo recibe el encargo del MI 5 de crear una fundación para ayudar económicamente a jóvenes y prometedores novelistas. La intención oculta no es otra que la de construir un robusto apartado aparato cultural capaz de generar propaganda anticomunista, licencia narrativa con la que el autor de Chesil Beach quiere ahondar en un episodio brumoso y oscuro de la Guerra Fría: el de los esfuerzos que los servicios secretos americanos e ingleses hicieron para desactivar la atracción por el comunismo ensalzando los valores del capitalismo. Entre los años 40 y 60, la C. I. A destinó ingentes cantidades de dinero a promover la cultura americana y occidental para convencer a los intelectuales europeos de que Occidente era la mejor opción- -explica- -Todo se hizo con muy buen gusto, puesto que los responsables habían estudiado en Yale y Harvard. Organizaron giras de orquestas, incentivando el desarrollo del expresionismo abstracto y financiando revis- rán añade un autor que, sin embargo, encuentra absolutamente extraordinario el escándalo que se ha desatado a partir de las revelaciones del exinformático de la C. I. A, Edward Snowden, sobre el espionaje masivo del gobierno estadounidense. Todavía no sabemos todos los detalles, pero la historia de la NSA es extraordinaria- -relata- The New York Times y The Guardian tienen información suficiente como para irla dosificando durante los próximos dos años, y los altos funcionarios de Estados Unidos han de tener mucho cuidado con lo que niega, porque no saben qué tiene Snowden en realidad De vuelta a esa ficción que, en el caso de McEwan, a menudo se entrelaza y enreda con la realidad, Operación Dulce no solo vuelve la vista al espionaje, sino que también fija la mirada en el que fue escenario de su propia juventud. De este modo, el autor regresa a la Inglaterra de los setenta para explorar la divergencia que existía en aquel tiempo entre la vida cul- Amor y lectura Así, lo que podría parecer un thriller con la Guerra Fría como telón de fondo se acaba transformando en lo que el propio McEwan califica de historia de amor entre dos tipos de lectores diferentes Quería complementar Expiación que fue una novela sobre la escritura y el poder de la imaginación, con una novela sobre la lectura señala el autor de Los perros negros sobre un libro cuya protagonista, Serena Frome, es, además de una estudiante recién reclutada por el MI 5 (el servicio secreto británico) una lectora voraz y compulsiva. Espionaje, lectura y amoríos improbables en la Inglaterra de los setenta son, pues los ingredientes básicos con los que McEwan orquesta esta Operación Dulce intrépida e inteligente maniobra literaria que, confiesa, ha disfrutado como pocas. De todas mis novelas, esta es con la que más me he divertido. No fue algo buscado, pero a medida que sabía mejor lo que quería contar, se iba volviendo más juguetona relata. Que su visita a Barcelona para promocionar el libro coin- EFE

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