ABC MADRID 29-10-2013 página 5

ABC MARTES, 29 DE OCTUBRE DE 2013 abc. es ENFOQUE 5 El embajador de Estados Unidos, James Costos, tras reunirse con Íñigo Méndez de Vigo para tratar el caso del presunto espionaje masivo en España AFP Espionaje masivo de EE. UU. Un mundo feliz JAIME GONZÁLEZ El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, ha dicho que de confirmarse que la agencia estadounidense dedicada al control global de las comunicaciones (NSA) rastreó millones de llamadas telefónicas en España, se podría romper el clima de confianza con Estados Unidos Obsérvese que la frase esconde dos condicionales. Y que aún en el caso de confirmarse no se rompería inevitablemente el clima de confianza, sino que podría romperse Me voy a permitir traducir a Margallo: toda esta historia se va a quedar en nada. ¿Saben por qué? Porque la NSA, que probablemente tenga pinchado el cable submarino de diez mil kilómetros que une Sicilia con Florida- -una autopista subterránea por donde circulan buena parte de las comunicaciones transatlánticas- sigue suministrando a España información relevante en materia antiterrorista. ¿Vamos a pedirles que nos revelen sus fuentes? Estamos ante la eterna disyuntiva entre seguridad y libertad, dos valores que utilizados desde posiciones maximalistas nos conducen irremediablemente a una película como La vida de los otros o a un novelón inquietante del tipo Un mundo feliz la obra de Aldous Huxley. Me quedo con una de sus frases: El hombre silencioso no presta testimonio contra sí mismo Convendría buscar un punto de equilibrio para no perder la perspectiva. A quienes reclaman la urgente intervención de la Fiscalía por el presunto espionaje masivo de la NSA les pediría que bajen a la Tierra; en parte, porque el responsable último de violar el artículo 197 de nuestro Código Penal no sería otro que Barack Obama. Y, sinceramente, no veo al presidente de Estados Unidos sentado en el banquillo de los acusados. A veces, nos entra una irrefrenable sed de justicia global y pretendemos estrechar el cerco de la Casa Blanca por haber ordenado espiarnos, sin reparar en que nuestra seguridad y libertad dependen en buena parte de esa oreja XXL que algunos quieren cortar por las bravas. En realidad, todo este asunto del espionaje masivo de Estados Unidos debería servir para bajar del pedestal a Obama, que no es muy distinto de aquel George W. Bush al que la izquierda dibujaba con cuernos, tridente y rabo. Por lo demás, nada: unas cuantas tertulias incendiadas y, dentro de unos días, la clásica declaración conjunta del equipo mundial de bomberos subrayando el clima de mutua confianza entre Estados Unidos y sus socios del otro lado del Atlántico. Y Margallo, de portero.