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ABC MADRID 06-10-2013 página 108
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ABC MADRID 06-10-2013 página 108

  • EdiciónABC, MADRID
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108 DEPORTES Liga BBVA Jornada 8 ASÍ JUGARON D. LÓPEZ, concentrado Espectacular su parada al filo del descanso. Mostró alguna duda por alto y en las salidas DOMINGO, 6 DE OCTUBRE DE 2013 abc. es deportes ABC ARBELOA, reservón El Levante quiso buscar su espalda y no se incorporó al ataque. Previsible VARANE, fiable Seguro por arriba y por abajo para corregir errores. Cortó mucho sin hacer faltas RAMOS, peleón Sufrió ante Babá. Acertado en los balones profundos. Su entrega tuvo premio en el gol COENTRAO, perdido Transmitió inseguridad en defensa y fue inofensivo en ataque. Escasa aportación KHEDIRA, flojo Recibió un golpe inicial en la cadera. Lento y desafortunado en la salida de la pelota La costumbre del arreón final Morata y Cristiano mantienen in extremis el pulso de la Liga tras otro mal partido blanco DAVID ÁLVAREZ Ramos se lleva de cabeza el balón por encima de Babá REUTERS Mientras aún no sabe lo que es, mientras busca ese modelo del que habla Ancelotti sin llegar a atraparlo, mientras desespera a los suyos, el Madrid todavía conserva intacto ese instinto de exprimir hasta el último instante su empuje, la garra, esa rabia de vivir atrapado en un laberinto mental. Anoche fue Cristiano, en el tiempo añadido. Y fue también Morata, que vive en este equipo atropellando a un desorientado Benzema mientras algún dictamen superior parece frenar el acelerón que todos ven que da hacia la cumbre. Dos goles al borde del precipicio para no despeñarse tan pronto en la Liga. El Madrid no se rinde ni ante su propio desconcierto. En provocar ese despiste es el único responsable. El plan inicial con el que se presenta a los partidos desprende una intensa impresión de vacío. Sucede en los saltos de una época a la siguiente. Siempre se atraviesa un instante así, de cierta angustia. Un breve intervalo de tiempo de flotar en el abismo. El Madrid alargó anoche ese trayecto en el Ciudad de Valencia. Otra entrega de desaparición. Hasta que recibió un gol a la contra, viejo hábito suyo casi en exclusiva, se presentó Marcelo, agitó la maraca del ataque y cayeron los goles. Antes, lo más notorio habían sido las costumbres perdidas. Anoche Cristiano Ronaldo no fue el primero en disparar a puerta. No tuvo ocasión para ese ritual suyo. Antes que él, había tirado varias veces el Levante. Antes que él, había rematado de cabeza Ramos. El portugués tuvo que esperar media hora, hasta que el árbitro señaló una falta lejana. Con el balón detenido en el suelo, estrenó su cuenta de disparos. Coló la pelota entre la barrera y la ágil estirada de Navas evitó el gol. Aquello resumía lo conseguido por los de Ancelotti hasta entonces: acercamientos a través del balón parado, amenazas por la hiperactividad de Di María. Nada más. El argentino monopolizó el juego de ataque del Madrid por su carril. Su monólogo en el primer acto resultó tan notorio que tuvo incluso la oportunidad de colgar un balón con la derecha, algo extraordinario en quien prefiere el lío de una

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