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ABC MADRID 27-08-2013 página 3
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ABC MARTES, 27 DE AGOSTO DE 2013 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O LU C A D E T E NA LITERATURA COMO SUBVERSIÓN POR DONATO NDONGO- BIDYOGO ¿Para quién escriben los africanos? Como cualquier otro del oficio, no importan época o lugar, se limitan a cumplir un cometido básico: dar testimonio de su tiempo. ¿Cuántos coetáneos leyeron a los autores del Renacimiento y del Siglo de Oro, a la Generación del 98 y del 27, a Dostoievski y un largo etcétera, si sus sociedades eran abrumadoramente iletradas? ¿Ello invalida su obra? varón desdeña la llamada literatura de género, considerada cosas de mujeres También se produce el fenómeno contrario. ¿Qué decir ante tanta poquedad? Sólo reivindicar la grandeza de la literatura: su dimensión de anticipación, de ensoñación, de revolver en la ominosa realidad con el propósito de alterarla. Incuestionable la influencia decisiva de las escritoras para propiciar la nueva mentalidad que desemboca en la igualdad. Tampoco se puede ignorar que Las uvas de la ira, de John Steinbeck, concienció a la sociedad estadounidense hasta modificar las condiciones de vida y trabajo de los jornaleros de California. Y la actividad de novelistas, poetas y dramaturgos afroamericanos como James Baldwin, Ralph Ellison, Richard Wrigth o LeRoi Jones activó de manera determinante la lucha por los derechos civiles de la minoría negra. La literatura es particularmente imperiosa en el África poscolonial: prosigue la tarea de denuncia de los mecanismos de manipulación de la oprobiosa casta que secuestró en su beneficio exclusivo unas independencias que ni liberaron ni dignificaron a los africanos. Tópicos al margen, el atributo distintivo de la cultura africana y por ende la literatura, oral o escrita reside en el utilitarismo: no se concibe el arte por el arte la belleza es inútil si carece de utilidad. Y al revés: todo utensilio debe ser armonioso, no tosco. Peculiaridad antitética con la noción occidental, por ello imperNIETO ceptible e incomprendida. Debido a esa eficiente capacidad de transgredir el discurso único, subvertir las mentes para no conformarse con das y enriquecidas son hoy valiosísimos instru- lo aparente, persuadir para abandonar mitos y mentos de comunicación de emociones, ilusiones caminos trillados y atreverse a explorar más allá y frustraciones africanas, vehículo de intereses del horizonte, los creadores honestos y díscolos culturales propios proyectados hacia lo univer- padecen la inquina de los poderes constituidos. A menudo son represaliados, encarcelados, exiliasal. Con un resultado esplendoroso. Sería una perogrullada en otro contexto, pero dos, asesinados. conviene recordar que, para leer en wolof, es preara quién escriben los africanos? ciso saber leer. Sin la promoción de la alfabetizaComo cualquier otro del oficio, no ción, resulta estéril el debate sobre la lengua en importan época o lugar, se limitan que se escribe. El atraso africano se debe al fomena cumplir un cometido básico: dar to de la ignorancia como otro eficacísimo engranaje de dominación. No se potencian las lenguas testimonio de su tiempo. ¿Cuántos coetáneos lenativas, varias de las cuales desaparecen. ¿Cuál yeron a los autores del Renacimiento y del Siglo escoger como lengua nacional en países plu- de Oro, a la Generación del 98 y del 27, a Dostoieriétnicos, cuando el privilegio agraviaría a las otras, vski y un largo etcétera, si sus sociedades eran exacerbando conflictos reales, latentes o imagi- abrumadoramente iletradas? ¿Ello invalida su narios? Cada una de las 2.500 lenguas nativas afri- obra? Trabajo solitario por excelencia, que sólo canas, incluidas las mayoritarias, requiere una requiere sensibilidad e imaginación: hurgar en el normativización previa de sus múltiples formas alma la suya, trasunto de todas sumergirse en dialectales. Cuestiones todas ellas capitales, cuya el desorden íntimo que produce la angustia, ese solución es responsabilidad de estamentos aje- desequilibrio que impide alcanzar el sueño de la nos al quehacer del escritor. ¿Deben éstos apar- felicidad. La temática es reiterativa en todas las car su vocación a la espera de que políticos y lin- culturas desde los albores: el misterio del ser y la güistas decidan abordarlas, en países caracteri- existencia, el amor, la naturaleza y las servidumzados por la desidia desculturizadora? Las bres del poder, la relación con el entorno, la muerliteraturas escritas en lenguas africanas con nula te. Obsesiones ontológicas compendiadas en cada proyección fuera del terruño florecen, sobre todo, experiencia individual, en cada vida única. Lueen territorios donde el modelo fue de desarrollo go, aquí o allá, la literatura es necesaria, útil, peseparado, con el apartheid como expresión prís- renne. tina. ¿Opción razonable, edificante, imitable? Dejó de ser políticamente correcto, pero algún DONATO NDONGO- BIDYOGO ES ESCRITOR U NA amplia experiencia de conferenciante por Universidades europeas y americanas permite anotar ciertos temas recurrentes: se cuestiona la legitimidad de la literatura africana expresada en lenguas extranjeras se minusvalora su utilidad en sociedades incultas por los bajísimos niveles de alfabetización; se subraya su inmadurez al considerarla narcisista Planteamientos que abocan a conclusiones rebosantes de prejuicios: su presunta artificialidad e inutilidad. Para muchos occidentales, la literatura escrita africana sería un lujo destinado al deleite de los vientres bien nutridos del mundo desarrollado, principales consumidores de bienes culturales. La Teoría de la Negritud ideada por colonizados francófonos en el período de entreguerras, inoculó en las mentes de todos determinados conceptos falaces vigentes desde entonces. El deslumbramiento generado por el espaldarazo otorgado por figuras emblemáticas como Jean- Paul Sartre, junto a la mala conciencia ante injusticias de siglos, enfoscó su rasgo esencial: lamento de seres despersonificados, despojados de asideros espirituales, cuya impotencia espoleaba la reinvención de valores negados por la esclavitud y el colonialismo, convertidos en armas contra la opresión. En otros ámbitos lingüísticos africanos fue menos traumática la alienación. Por fortuna, las generaciones poscoloniales han superado aquellos complejos, bien descritos por la escuela freudiana y por Frantz Fanon. Al carecer de enemigos culturales, idiomas otrora impuestos se han convertido en propios, tan propios como los autóctonos. La mayoría de los escritores negroafricanos ni se consideran ladrones de lenguas ni sienten orfandad. La excelencia literaria de Chinua Achebe, Wole Soyinka o John Pepper- Clark no está construida según los cánones gramaticales de Oxford y Cambridge: se acerca al habla de los estibadores de los puertos nigerianos de Lagos y Calabar. El francés de Ahmadou Kourouma, Mongo Beti o Sony Labou- Tansi se aleja del purismo academicista parisiense, al adoptar vocablos, giros y expresiones característicos de Abiyán, Yaúnde o Brazzaville. Germano Almeida, Pepetela y Paulina Chiziane no imitan a Camoens: fabulan en portugués caboverdiano, angolano y mozambiqueño; igual que María Nsue, Francisco Zamora y otros prosistas y líricos de Guinea Ecuatorial, cuya escritura no refleja el español de Burgos o Cochabamba, sino la sintaxis y los modismos de Bata y Malabo. De este modo, lenguas de origen europeo vivifica- ¿P

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