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ABC MADRID 24-08-2013 página 3
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ABC SÁBADO, 24 DE AGOSTO DE 2013 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O LU C A D E T E NA ÚLTIMAS TARDES CON LA IZQUIERDA POR FERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR Rara vez se ha escrito en el currículo de nuestra izquierda su incansable labor, destinada a que millones de personas perdieran su fe en los sistemas constitucionales y se entregaran al saqueo de todos aquellos principios sobre los que pudo levantarse un régimen de convivencia libre tan difícilmente construido en los últimos dos siglos L socialismo nació como una ideología y una fuerza social alternativas al liberalismo. Curiosamente, aquellos momentos en los que las crisis de gran calibre trastornaron los recursos de legitimación de la sociedad liberal, la izquierda socialista fue incapaz de ofrecer una organización más eficaz de la economía, una representación política más auténtica y una ideología esperanzada y prudente que proporcionase a los individuos una mayor confianza en su futuro y una mejor conciencia de su libertad. La izquierda clásica mostró su insolvencia para proceder a la sustitución de un régimen que la literatura socialista consideraba agotado. Ni siquiera la catástrofe de la civilización en que consistió el fascismo modificó la carencia de escrúpulos de una izquierda que llegó a denunciar en el horror totalitario el resultado lógico del sistema liberal. Sin embargo, cuando quiso adquirir un mínimo prestigio en la cultura política occidental, la izquierda tuvo que asumir como suyos los valores propios de la sociedad que arrancaba de las revoluciones liberales y constitucionalistas del siglo XVIII. Ese cambio se hizo sin rectificación pública alguna, sin aceptación de sus errores y con una más bien discreta denuncia del régimen totalitario que se había construido en una parte importante de Europa siguiendo escrupulosamente los dictados de la ideología marxista. Rara vez se ha escrito en el currículo de nuestra izquierda su incansable labor, destinada a que millones de personas perdieran su fe en los sistemas constitucionales y se entregaran al saqueo de todos aquellos principios sobre los que pudo levantarse un régimen de convivencia libre tan difícilmente construido en los últimos dos siglos. Recordemos a esa izquierda, tan empeñada en darnos lecciones de generosidad, de apertura de miras, de tolerancia y de progresismo, que en su momento fue indispensable compañera de viaje para que se produjera la más grave fractura de la sociedad liberal que ha conocido la historia, y para que sobre ese desastre de civilización tuviéramos que empezar todos de nuevo, incluyendo a un socialismo que sólo descubrió su inaudita torpeza cuando pasó a ser víctima de una época en la que creía que iba a ser triunfador. Desde luego, la redención política de la izquierda tiene mucho más que ver con la capacidad integradora del liberalismo que con la decencia de una cultura política tan dispuesta a malversar los fondos de su propia tradición. Esa tradición fue la que permitió a Marx referirse al Estado como un mero órgano de administración de los empresarios. Esa tradición fue la que permitió a Lenin camunes. Durante el peor año que recuerda nuestro régimen constitucional, una izquierda sin proyecto ni liderazgo ha tratado de hacernos olvidar una lejana tradición antiliberal y una cercana gestión incompetente. Si sus raíces ideológicas no deberían permitirle presumir de mayor calidad democrática que otros, su desastrosa ineficacia en la gestión de los albores de la crisis económica y su absoluta falta de sentido de Estado no tendrían que dejarle reputación alguna desde la que señalar los riesgos que ahora corremos. Su carencia del sentido de la responsabilidad no hace que se crezca ante las dificultades como una opción destinada a resolver los problemas de España, sino que sólo trate de aprovecharlas para regresar al poder cuyo ejercicio considera que sólo a ella puede corresponderle. No ha habido un solo tema que nos haya puesto a prueba como nación en los últimos meses en los que el socialismo español no haya mostrado la envergadura de su frivolidad y las deficiencias de su carácter. La decisión de reformar un sistema educativo vergonzoso, el coraje para construir un pacto social que salvaguarde nuestro Estado del bienestar, la intransigencia ante el asalto a la unidad nacional, la defensa de un conjunto de valores elementales en la definición de nuestro lugar en la civilizaNIETO ción occidental, han sido algunos asuntos en los que la izquierda ha mostrado su incapacidad para asumir una representación política lificar al Parlamento británico de órgano de repre- que se oriente hacia la felicidad de todos los espasentación exclusivo de la burguesía. Esa tradición ñoles y a nuestra supervivencia como nación. No fue la que permitió que incluso la socialdemocra- por esperada, esta constatación debe dejar de alarcia mantuviera el objetivo de la dictadura del pro- marnos profundamente. Porque no nos estamos letariado, mientras observaba con burlona com- jugando el porvenir de unas siglas, el buen nomplacencia las dificultades de una sociedad burgue- bre de una ideología o la imagen de unos cuantos sa cuyo final había de precipitarse para poder políticos profesionales. Lo que está en peligro es enviarla al museo de la historia. En los museos se algo mucho más importante que eso. exhiben ahora, precisamente, las espantosas imágenes de una Europa en la que los valores del libel ocaso de una sociedad es siempre el proralismo pasaron a considerarse objeto de mofa, ducto de la flaqueza de su clase dirigente. odio y desprecio. Quizás convenga devolver las lecY una parte sustanciosa de quienes debían ciones a quienes tan a menudo pretenden alecciohaber garantizado la solidez de unas nornarnos. Quizás convenga que, ya que se quiere avi- mas y la calidad de una cultura ha estado muy por var la llama de la memoria histórica, rescatemos debajo de la altura de las circunstancias. La crisis aquellos episodios en los que el papel desempeña- exigía la asunción de valores comunes, la decisión do por la izquierda puede envolverse con el atavío de actuar unidos, en defensa propia, frente a lo que de la insolvencia o el porte de la indignidad. nos ha estado poniendo a prueba como nación. Estamos ante una crisis nacional, ante una quie- Poco antes de narrar la decadencia que arrasó las bra de la confianza pública. Estamos ante el ries- bases del Imperio romano, Edward Gibbon se rego del desguace de nuestra democracia, que no firió a una sociedad protegida por sus principios, puede existir cuando se deslegitima constante- en la que la imagen de una constitución libre se mente el Estado y cuando se impugna todos los conservaba con decorosa reverencia Difícilmendías el fundamento de nuestra convivencia. Esta- te podremos referirnos a España de este modo. mos ante el peligro claro de la desaparición de una Pero la ausencia de este respeto por nosotros misEspaña de la que todos nos sintamos parte. Esta- mos, la pérdida de nuestro vigor y la vergonzosa mos ante una crisis en la que nuestras libertades ausencia de un carácter compartido no son los fruconstitucionales son cambiadas por ilusiones po- tos desdichados del azar, sino el producto de la acpulistas y en las que la necesaria solidaridad de to- titud de aquellos a quienes no sólo ha faltado la didos los sectores sociales se sepulta bajo anacróni- fícil grandeza de un carácter, sino la mera ejemcas invocaciones a la lucha de clases. En su pecu- plaridad de una conducta. liar viaje a la banalidad política, el socialismo español ha sustituido la rigidez de los esquemas doctrinaFERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR ES DIRECTOR DE LA les por la ligereza demagógica de los lugares coFUNDACIÓN DOS DE MAYO, NACIÓN Y LIBERTAD E E

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