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ABC MADRID 20-08-2013 página 72
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ABC MADRID 20-08-2013 página 72

  • EdiciónABC, MADRID
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MARTES 20.8.2013 Editado por Diario ABC, S. L. Juan Ignacio Luca de Tena, 7, 28027 Madrid. Diario ABC, S. L. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta publicación, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa. Número 35.665 D. L. I: M- 13- 58 Apartado de Correos 43, Madrid. Publicidad 902 334 556 Suscripciones 901 334 554 Atención al cliente 902 334 555. 13342 8 424499 000013 VISTO Y NO VISTO IGNACIO RUIZ- QUINTANO MILLONARIOS Arremeter como sindicalista contra el millonario hecho a sí mismo es como si la hormiga arremetiera contra el pulgón or sus pésames con Rosalía Mera, a los sindicalistas de clase no les gustan los millonarios, y esto es un misterio. El sindicalista de clase nació para abogado de los pobres, pero hoy sólo es el cochero para ser cochero, serlo de un marqués del mayor de los millonarios, que es el Estado. ¡Ah, el Estado! ¡Nos tratan como a una empresa! se escandalizan los sabios del Museo del Mono en Burgos. Y Borja, el jefe del Sofidú, que tiene de la cultura unas ideas muy raras aunque sea un servicio público, no debe ser popular y que compara los recortes en museos con los autoritarismos de los años treinta sostiene que el Sofidú multiplica por cinco cada euro del Estado que no sabemos si este hombre sabe qué negocio redondo ¡cinco por uno! está poniendo sobre la mesa del museo donde un día se extravió un mejillón de la paella del cuadro de Barceló Big Spanish Dinner sin que nadie tenga noticia del bivalvo. Pero estábamos con los ascos que el sindicalista de clase hace al selfmade man Arremeter contra el pequeño millonario (Rosalía Mera, comparada con el Estado) es como si la hormiga (literariamente asociada, como el sindicalista, al mundo del trabajo) arremetiera contra el pulgón. Las hormigas cuidan a los pulgones contaba Fernández Flórez en una crónica sobre los diputados catalanes los sacan por las mañanas, los colocan en las plantas que son para ellos más sabrosas, los dejan hacer allí lo que les da la gana: sorber el zumo, tomar el sol, pasearse, amarse... Luego los recogen y los devuelven a sus galerías. ¿Qué exigen a cambio de esto? Casi nada. El pulgón exuda un líquido azucarado del que la hormiga es tan golosa que por conseguirlo y saborearlo descuida a veces hasta el cuidado de sus propias larvas y deja extinguir la comunidad. El sindicalista de clase, pues, no es hormiga, sino cigarra, pero cigarra a lo La Fontaine, porque la cigarra real, pobriña, es otra cosa. La Alcazaba. Un buen luga P r para pasear según la auto ra, aunque m ejor por la noc he. EL VERANO, TODOS LOS VERANOS Málaga Noches de jazmín Es una ciudad descreída, divertida y abierta. En su feria las casetas son de acceso libre y sus propietarios te invitan a un rebujito y a jamón A tiro hecho CURRI VALENZUELA Dónde ir ara disfrutar del verano en Málaga como pocas veces se puede disfrutar del verano en cualquier otro lugar solo hacen falta dos cosas: tener allí un amigo y que éste posea una casa con jardín. Para más detalle: que el amigo sea malagueño y que un jazmín presida su jardín. Mejor por la noche. No porque haga calor; excepto en los pocos días en que sopla el terral, la temperatura apenas supera los 30 grados y las mañanas, frescas, son apropiadas para desayunar unos tejeringos (churros) en algún bar cercano a la Alameda, subir hasta lo alto de la Alcazaba y descansar luego junto a alguna de las fuentes del Parque, un jardín romántico de ficus, palmeras y especies tropicales o entre las tumbas del cementerio inglés, bajo frondosos árboles y un muy cuidado césped que un cónsul británico mandó establecer en el siglo XIX para dar sepultura a sus compatriotas protestantes, que ya habían descubierto las ventajas de disfrutar de su vejez en un lugar de suave clima habitada por gente acogedora. Por entonces ya sucedía, como sigue siendo habitual, que los apellidos de las familias ilustres de P La Alcazaba árabe del siglo XI. A sus pies, el teatro romano del siglo I. Cerca, el Museo Picasso, la casa natal del pintor, el museo Carmen Thyssen y Larios, más que una calle, el atrezzo de todo lo que ocurre en la ciudad. Por la noche, cena y copas en el puerto. Dónde comer Manolitas y victorianos: sardinas y boquerones de pequeño tamaño, las primeras espetadas; los segundos, fritos en manojitos. En los chiringuitos de la playa de Pedregalejo Para sofisticados: El Muelle 1, de José Carlos García, la única estrella Michelín de la ciudad, o La Moraga de Dani García en la Malagueta. esta ciudad sean de origen holandés, británico y alemán, lo que explica la proliferación de hombres pelirrojos y mujeres de ojos verdes y la aceptación inmediata de cualquier recién llegado. Aunque para un malagueño un extranjero sigue siendo un inglé nada de un guiri Recuerdo a la mujer de aspecto gitano junto a la que me senté en la playa de Pedregalejo y a la que mostré mi curiosidad porque estaba acompañada de cinco niños muy morenos y otro rubísimo, que la llamaba mamá. ¿Había adoptado a un extranjero? No suspiró- Pasó por aquí un inglé... Málaga es descreída, divertida y abierta. En su feria las casetas son de acceso libre y sus propietarios te invitan a rebujito y jamón sin preguntarte de dónde vienes, algo impensable en Sevilla. El malagueño es generoso, tiene gracia sin ser gracioso que me perdonen de nuevo los sevillanos y derrochadores. Mi abuelo granaíno decía que en sus tiempos en Málaga solo había un billete de veinte duros, que estaba todo el día dando vueltas. Lo mismo hace la gente, rodar de un lado a otro sin parar. El recuerdo de mi infancia sigue siendo mi realidad de hoy: llegar a la ciudad, anunciar estoy aquí y dejarme llevar: una excusión al cortijo de no sé quién en la Axarquía, otra a ver la lluvia de estrellas desde los montes con gin tonics preparados en la neverita, una merienda con timba de cartas en una terraza mirando el mar, un paseo en catamarán por la bahía, una cena en un chiringuito donde alguien ha descubierto los mejores espetos y, sobre todo, esas noches de conversación con un grupo de amigos de toda la vida en un jardín: jazmines, damas de noche, plumarias, estefanotis... el calor humano y los olores embrujados. Para ir a la playa siempre habrá tiempo. Para dormir está el invierno. Ya descansaré cuando vuelva a trabajar a Madrid. MAÑANA, La Vera (Cáceres)

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