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ABC MADRID 11-08-2013 página 15
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ABC MADRID 11-08-2013 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 11 DE AGOSTO DE 2013 abc. es opinion OPINIÓN 15 POSTALES UNA RAYA EN EL AGUA JOSÉ MARÍA CARRASCAL GIBRALTAR, PESIMISMO La reivindicación de Gibraltar no es un anacronismo. El anacronismo es que siga existiendo una colonia en Europa en el siglo XXI M ENUDA forma la del PSOE de apoyar la política del Gobierno en Gibraltar como dice, atizando al ministro de Exteriores por cuanto hace y dice al respecto. Porque o acusa a García- Margallo de llevar la política gibraltareña del Gobierno o de lo que la acusa es de no llevar la suya. Ambas cosas, no. Pero pedir al PSOE coherencia a estas alturas, es como pedir peras al olmo. Ahora que un poco de patriotismo sí que podría pedírsele. Aunque a la vista de lo que ha hecho y sigue haciendo en éste y otros asuntos, ni eso. Algo parecido podría decir de los ante un contencioso que dura ya tres siglos se encogen de hombros y sueltan un indolente ¿Y a mí, qué? como si nada les y nos afectase. Y nos afecta, ¡vaya si nos afecta! A todos y cada uno de los españoles. Aunque sea sólo al bolsillo. No tengo los últimos datos y convendría que algún experto evaluase el impacto económico que Gibraltar tiene en la economía española. Los últimos datos de que dispongo van de 1990 a 1994 y la cifra es de 84.000 millones de pesetas, que han debido multiplicarse varias veces pues se refería en su mayor parte al contrabando de tabaco, hoy largamente superado por las transacciones de dinero negro, el juego y todo tipo de operaciones ilícitas, incluida la venta de armas. A lo que hay que añadir las expansión de las compras de los turistas de un día, cada vez más numerosos. Sin contar la atención médica a los gibraltareños con casa en la Costa del Sol, pero sin cotizar a nuestra seguridad social por tener su domicilio fiscal en la Roca. Pero eso, con ser mucho y grave, no es lo peor. Lo peor es el efecto cancerígeno que Gibraltar provoca en su entorno. La colonia inglesa regida por normas de conveniencia es un tumor al sur de nuestra geografía, que contamina un amplio círculo alrededor con todo tipo de actividades ilegales, que impiden su desarrollo normal. ¿Por qué un chico de La Línea va a aprender un oficio si puede ganar más pasando por la Verja cartones de tabaco? ¿No nos importa tampoco? ¿Como que tengamos la última colonia en Europa, cuando han desaparecido prácticamente de África, de Asia, de Oceanía, y esté en manos de quien se dice un aliado, un amigo? Algo que revela una desidia como nación que asusta y una incapacidad como Estado que avergüenza. ¿Se imaginan una colonia francesa en Dover? ¿O una alemana en Cherburgo? Esa reivindicación no es un anacronismo. El anacronismo es una colonia en España en el siglo XXI. Se me dirá, por último, que nunca la recuperaremos. Depende. Yo vi alzarse el Muro berlinés y creí que me moriría sin verlo derrumbarse. Hoy, lo que queda de ese Muro son cascotes de museo. Gibraltar, tan sólido, tan rico, tan arrogante, tiene, sin embargo, dos enormes debilidades y nadie lo sabe mejor que sus habitantes: la Geografía, eterna, y la globalización, en marcha. Geográficamente, se trata de un peñasco inhóspito que no puede vivir sin su entorno, pues tiene que importarlo todo. Recuerdo que una vez nos acusaron de no suministrarles agua esterilizada para sus hospitales. Lo que quiere decir que España puede vivir perfectamente sin Gibraltar, pero Gibraltar no puede vivir sin España por mucho tiempo. Por otra parte, en la aldea en que se ha convertido el mundo, hay un acuerdo generalizado para acabar con los paraísos fiscales. Gibraltar es uno de ellos y está condenado a dejar de serlo o a dejar de existir, al menos como hasta ahora, para lo que necesita la colaboración con España. Pero si nos empeñamos en que nunca nos será devuelto, en efecto, nunca lo será. Hay actitudes que merecen su suerte. O desgracia. IGNACIO CAMACHO NELSON EN EL PEÑÓN Un poco de firmeza institucional no es la peor de las opciones para responder a la crecida chulería gibraltareña ODO el progresismo de salón que consideraba sobreactuada la firmeza del Gobierno español en el nuevo contencioso de Gibraltar se ha quedado sin argumentos ante la enormidad británica de mandar una flota de guerra como si se tratase de reconquistar las Malvinas. Despropósito que tendrán que envainarse más pronto que tarde porque cuando los buques del Almirantazgo lleguen a aguas de Trafalgar sus oficiales de mando se harán una pregunta parecida a la de Sharon Stone en la comisaría de Instinto básico ¿piensan detenerme por fumar? Una vez allí qué demonios van a hacer: ¿Bombardear San Roque? ¿Interceptar pesqueritos linenses de artesanía con el HMS Illustrious, la joya de la Royal Navy? ¿Una arenga como la de Nelson en el HMS Victory? ¿Soltarse entre ellos intimidatorios cañoneos de maniobras? ¿O desembarcar y subir hasta la Calle Real, Main Street en el nomenclátor oficial, a comprar a mitad de precio gafas de sol y cartones de Fortuna? Cuando remita esta enésima tensión fronteriza de malos vecinos quedará claro que en el pulso de exageraciones, pechos enhiestos y amagos grandilocuentes la única postura razonable ha sido la de España. Un poco de fortaleza institucional en límites perfectamente encauzados simple celo en el control del tráfico de la Verja no es de ninguna manera la peor de las opciones para responder a la crecida chulería gibraltareña. Hace tiempo que el Gobierno de la Roca tiende a venirse arriba ante el tradicional apocamiento español, y esa arrogancia algo matona ha alcanzado culmen en la actitud de Fabián Picardo. Si algo ha faltado en la respuesta ha sido una denuncia a la UE por los daños medioambientales del vertido indiscriminado de hormigón en aguas comunitarias. Pero arrugar el ceño no es mala receta, y cuando todo se calme, en unas semanas, los llanitos sabrán que en esta tirante convivencia forzosa lo más prudente sigue siendo el respeto mutuo a las reglas del juego. En esta extremada minicrisis ha quedado demasiada gente retratada con el pie cambiado. Picardo desde luego, por engreimiento provocador. Cameron por inexperto tremendista. La oposición española de izquierdas por su tradicional incapacidad para entender la noción pacífica de patriotismo democrático. Y la Junta de Andalucía ¿dónde está el Peñón? por su absentismo clamoroso. Sólo el Gobierno de España se ha movido hasta ahora con la firme tranquilidad que requiere lo que no deja de ser un engorroso incidente habitual, amplificado por la escasez noticiosa del verano. Ojalá no lo estropee con grandilocuencias superfluas. El conflicto de Gibraltar se presta demasiado a retóricas excesivas y choques de cornamentas en berrea de machos alfa. No es necesario apelar a cuestiones de honor nacional; el ridículo queda para los que envían una flota de guerra frente a un puñado de guardias civiles de frontera en huelga de celo. T JM NIETO Fe de ratas

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