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ABC MADRID 09-08-2013 página 12
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  • EdiciónABC, MADRID
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12 OPINIÓN AD LIBITUM PUEBLA VIERNES, 9 DE AGOSTO DE 2013 abc. es opinion ABC MANUEL MARTÍN FERRAND BROTES MORADOS Si el Gobierno, alguna vez, vio los famosos brotes verdes que deberán redimir nuestra presente calamidad económica tendrá que reconocer que se le amustian ¡I NTELIJ (G) ENCIA, dame el nombre exacto de las cosas! Si hiciéramos nuestra la impetración de Juan Ramón Jiménez, el Gobierno tendría más dificultades para su ejercicio; la Oposición, pobrecita, más facilidad para su tarea de control y alternativa y, generalizando, todos viviríamos mejor. El problema reside en que, en nuestros días, ese nombre hay que decirlo en inglés para que resulte verdaderamente exacto Hemos perdido la autoridad bautismal que, aunque renqueando, mantuvimos hasta el XIX y tenemos que someternos al precepto denominador que, en beneficio de los norteamericanos, van perdiendo los ingleses. Además, el nombre exacto de las cosas se mide en dólares. Cuando, por ejemplo, Mariano Rajoy y algunos solo algunos de los miembros de su equipo dicen ver brotes verdes en el horizonte están acatando la autoridad anglosajona, la primera que denominó la esperanza económica como green shoots En España, como suele sucedernos, los brotes verdes cursan con engaño y despilfarro. Parece ser que fue Elena Salgado, aquel talento, quien los utilizó por vez primera, en su traducción al castellano, para valorar el éxito del Plan E, uno de los inventos del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero demencial y pródigo con el que de León superó el cacumen creativo del profesor Franz de Copenhague, el del TBO. Si el Gobierno, alguna vez, vio los famosos brotes verdes que deberán redimir nuestra presente calamidad económica tendrá que reconocer que se le amustian. Están más agostados que San Cayetano, San Lorenzo y la Virgen de la Paloma los tres juntos y languidecen, sin organillos ni casticismo fetén, como justo castigo a la impericia de unos, la pasividad de otros y la falta de resolución de quien, sin necesidad de cetro alguno, le ha aportado un sentido imperial a las funciones del Ejecutivo. Para ser mentiroso, enseña el refranero, hay que ser memorioso. Este Gobierno, que acredita maneras para lo primero, carece por completo de lo segundo. En el primer semestre del año en curso se han registrado en España 5.069 situaciones concursales las viejas suspensiones de pagos en otras tantas empresas. Algunas tan grandes y sonadas como la de Royal Urbis y otras tan pintorescas y significativas como la de la sociedad que gestionaba el título de Miss España. ¿Cómo puede ver brotes verdes en lontananza un Gobierno del que depende el Instituto Nacional de Estadística, registro oficial de este tipo de calamidades? Evidentemente, de Rajoy abajo, no son memoriosos, salvo que se trate de preparar el temario de su oposición correspondiente. Esa cifra de empresas en situación concursal el 22,5 por ciento más que el año pasado en el mismo periodo de tiempo es un máximo histórico. De haber brotes, serán morados. LLUVIA ÁCIDA DAVID GISTAU EL PINCHO MORUNO El paso del tiempo se hace evidente al descubrir que los entrenadores canosos fueron futbolistas a los que vimos jugar O hace falta recurrir al tópico de Spengler para comprender que la salvación de la civilización occidental depende de que los primos sigan tratando de matarse. Aunque los supervivientes luego se tiñan a lo Piolín, como Sergio Ramos, que se está rebajando el Apocalypto a base de llamar a Ruppert. En lo de los primos estoy muy de acuerdo con Hughes, nuestro columnista glam, un Ziggy Stardust pasado por Umbral que me trae el recuerdo de la tradición madrileña de enviados especiales al piano- bar. Con la de buenos muchachos que perdimos en el piano- bar. La convivencia con primos del veraneo propicia una suerte de selección natural en la que sólo la tutela matriarcal impide a los adultos cruzar apuestas. Es una mili, prematura y por otros medios. Si yo, por ejemplo, soy extraordinariamente viril ante el peligro- -siempre que éste no incluya insectos ni conferenciantes ateneístas- es gracias a un primo de los veranos de la infancia en Ruiloba con el que tenía la misma relación que el inspector Clouseau con Cato, suponiendo que Cato usara pala. No veo por qué habría de ser distinto en las familias reales. Si uno piensa en Harry pilotando en Afganistán helicópteros de combate y confundiendo la guerra con una prolongación del recreo, lo que ve es un hombre que en su infancia fue dejado muchas veces a solas con primos. Luego, sólo N tuvo que adaptar esa misma relación a los talibanes. Incluso a Alejandro el Grande le impusieron a esos falsos primos que eran los Compañeros, con los que se puso a jugar hasta entrar todos juntos en Babilonia. A Froilán, que bastante presión tiene ya por tratarse de un menor cuyas dificultades en la vida son públicas, nos lo quieren retratar ahora como una anomalía disciplinaria por cuestiones como que se arrea con los primos. Y qué iba a hacer con ellos, ¿repasar la Superpop? Hughes dice que se trata de paquirrizarlo En realidad, hacerle mofa equivale a castigar la posesión de una personalidad propia que desborda la almibarada contención de las tarjetas navideñas y demás simulaciones felices. A veces, ha de posarse en esa penumbra doliente que parece ser el microclima de su padre. Froilán es un muchacho vivo que incluso encontró en un pincho moruno una reminiscencia del florete a la que su primo rubio no supo corresponder desenvainando algo porque estará menos conectado con los antepasados. El periodismo a menudo nos castiga con recordatorios de que nos hacemos viejos. El paso del tiempo no sólo se hace evidente al descubrir que los entrenadores canosos fueron futbolistas a los que vimos jugar. Sino también al enterarnos de que es abuela aquella princesa del couché con la que fantaseamos amores platónicos, como le ocurre a un amigo mío que está envejeciendo junto a Carolina de Mónaco sin que ella lo sepa. También contribuye a que nos sintamos viejos el hecho de que en la Familia Real esté explotando para un protagonismo propio la generación de Froilán, cuya fuerte personalidad es la vanguardia de todas las demás, algo rezagadas. Con Froilán, con el casticismo que en él aflora, se diría que el arquetipo borbónico posee ya una continuidad mejor garantizada que la de la propia institución, sostenida por una familia que apenas aguanta junta un precario posado estival y que cada vez recuerda más los Tenenbaum de Wes Anderson. Qué viejos nos hacemos, pues vimos a Froilán vestido de paje, y cualquier día, en cualquier calle de Madrid, pasará en moto y, cimarrón, nos hará una peineta.

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