ABC MADRID 29-07-2013 página 86

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EL VERANO, TODOS LOS VERANOS Vera de Bidasoa SAPRISTI Remando al Bidasoa La llamada del río invita a perderse por los alrededores en insospechadas aventuras, un lugar con historia que hace un siglo acogió a los Baroja ROSA BELMONTE DESAMPARADA Las apariciones en pantalla de Lucía Etxebarría y sus escritos a propósito están siendo un divertimento colosal ecía Thoreau que no es un escritor quien teme que el mundo sepa que alguna vez ha hecho algo impropio. Lo más impropio (de ella) que ha hecho Lucía Etxebarría en las últimas semanas es meterse en un berenjenal televisado (y dejamos aparte lo que de verdad o realidad pueda tener un reality) Pero hay que reconocer que sus apariciones en la pantalla y sus escritos a propósito están siendo un divertimiento colosal. Para Noel Coward la televisión no era para verla, era para salir en ella. Pero luego tienes que apechugar con la exhibición pública de tus peculiaridades. En 2005, a la feminista y escritora australiana Germaine Greer se le ocurrió meterse en el Gran Hermano VIP británico y salió a los cinco días quejándose del programa y escribiéndose encima. Amárrame los pavos. A esos inventos se va voluntariamente. Es verdad que en el caso de Lucía lo suyo ha sido una especie de ponerse a fregar escaleras para pagar a Hacienda. Y el fregar escaleras de antes es el meterse en un reality de ahora. Pero la comunicación era imposible. Porque estará un poco para allá (hace plegarias a la diosa Selene) pero lo de enfrente eran homínidos de otra especie. Salió del tinglado sorprendida porque no sabían quién es Soraya Sáenz de Santamaría o porque hablaban de las contradicciones de los medicamentos. No tener televisión le hace perder contacto con la realidad. Si nadie sabe nada de nada, ni papa que diría Pla. Tendría sentido un reality con Etxebarría y Salvador Sostres. Discutirían, pero con sintaxis. Cómo me habría gustado ver televisada aquella cena en casa de Camilo José Cela cuando Ramón J. Sénder acabó diciéndole: Cuidado o le meto un tiro entre las cejas Se recuerda mucho ahora el plagio de la escritora. Pero lo peor no fue el plagio, lo peor fue que se trataba de un libro de autoayuda. VilaMatas sostuvo entonces que quienes los escribían eran los que más ayuda necesitaban: Lucía Etxebarría, por ejemplo. Un ser desamparado que quiere hacer el bien y ayudarnos a capear los problemas Sigue así. Pobre. Me da pena. D Hermosa posta Vera de Bidasoa, 1968. io de su arquitectura camb que demuestra el poco l aérea está rodeada de Vera de Bida soa, 2009. Es ta lo calidad nava rra una frondosa montaña A tiro hecho MANUEL ERICE A pie o en bici Senderismo y pedaleo en rutas que cruzan la muga (frontera) entre Navarra y Francia. Pesca de trucha y salmón. D e la villa navarra asomada a las mugas de Francia y Guipúzcoa parten senderos de ensueño: rutas para patear o pedalear la frondosa montaña, el sinuoso río cantábrico que alimenta preciadas truchas y salmones y el camino de losas que conduce al portón de Itzea caserío entre caseríos blasonados y engalanados con flores que acogió hace un siglo a los Baroja y que sirve hoy de primer reclamo para quien se acerca a Vera de Bidasoa. La personalidad que Pío imprimió a la noble casona y el alcance imaginario de los más de treinta mil volúmenes que hoy colman su colosal biblioteca contrarrestan la carencia de un museo y de visitas guiadas a sus dependencias, en las que el autor de Zalacaín el aventurero emulaba a su protagonista con intensas peripecias a lo largo y ancho de su ilimitado mundo interior. Al otro lado del arroyo de Xantelerreka, mecida por un sonido casi silencioso, surge la estela funeraria que el escultor Jorge Oteiza dedicara a Julio Caro, el brillante y desmitificador antropólogo forjado desde niño en la vasta cultura de su tío. Casi a tiro de piedra y tras alcanzar las ventas de Ibardin, quizá al golpe de pedal característico de esta hermosa tierra de ciclistas, en Francia se sigue respirando el aroma y el verdor de Comer y dormir La inmersión en la cocina vasco- navarra viene de la mano del Hostal Zalaín, el Auzoa y el Euskalduna. Para descansar, el hotel Churrut o casas rurales como Larrutxoko, Romano y Alkaberea. Con y sin fiesta La cucaña en el río Bidasoa ofrece una imagen única en las fiestas de San Esteban. Bellas casonas, algunas blasonadas, como el caserío Itzea, casa de los Baroja. un continuo paisaje idílico. Entre los agrestes caminos de alderredor, solo aptos para andarines y jinetes, estraperlistas y mugalaris hicieron oficio durante muchos años facilitando el contrabando a un lado y otro de la frontera y, en especial, coincidiendo con la escasez que impusieron las guerras, labrando historia y leyenda en idéntica proporción. Retomando Vera, un paseo por el barrio de Larumbe sumerge en el recuerdo de episodios que nos retrotraen a la lucha contra el invasor francés en las estribaciones del XIX. En el fragor de las batallas con las que Napoleón Bonaparte hizo temblar a Europa, se vino a alojar su hermano y rey de España, José Pepe Botella en franca huida tras la batalla de Vitoria, en 1813. Decir San Esteban es hablar de su iglesia, de origen medieval y que alberga un célebre órgano romántico, pero también es referirse a las celebraciones que tienen lugar en su honor a principios de agosto, en las que combinan la buena mesa y la danza vasca con la cucaña que hace omnipresente al río Bidasoa. Mis intensos recuerdos de despreocupada juventud me regalan hoy imágenes de mozos y menos mozos intentando no perder el equilibrio en su caminar sobre el largo y enhiesto tronco, en una suerte de competición que la mayoría de las veces culminaba en agradecidos chapuzones. Como en la vida, que diría Cela, quien resistía ganaba. Pero la llamada del río trasciende Vera e invita a perderse en los alrededores para insospechadas aventuras. La denominada Ruta del Bidasoa, que en su recorrido abraza Echalar, donde se puede degustar la mejor paloma del norte; Lesaca, de inolvidable casco histórico y donde se fabrica una refrescante sidra natural, y el parque señorial de Bértiz, que acumula robles, hayas y un inolvidable jardín botánico. EL LUNES, San Pedro de Alcántara