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ABC MADRID 09-07-2013 página 14
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ABC MADRID 09-07-2013 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA MARTES, 9 DE JULIO DE 2013 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU LA ENTREVISTA Es ahora cuando esta historia de verdad empieza, cuando trasciende la tertulia e ingresa en el terreno judicial, justo cuando iba a morir por inanición de pruebas U N querido colega me hizo un relato hilarante, propio de una sátira política de Tom Wolfe, de los primeros encuentros de periodistas con Bárcenas. Según lo que me contó, aquello terminó pareciendo un casting para que Garganta Profunda escogiera al intérprete de Woodward. Bárcenas citaba a los periodistas en lujosos pero poco transitados hoteles, con un horario ajustadísimo, como el de una consulta médica, de modo que a veces tocaba esperar en una sala contigua a que terminara el colega de las doce y diez. Ignoro si, al cruzarse en la puerta, el periodista entrante y el saliente se mirarían con recelo, igual que coristas de Las Vegas conscientes de que sólo una elegida acompañaría en el escenario a Sinatra. El serial del que se apropió el gran Raúl del Pozo tuvo este domingo, después del giro argumental del encarcelamiento, un nuevo aire dado por Pedro J. Ramírez. Fue una estupenda pieza periodística. Siempre observo que los cronistas con criterio son capaces de sacrificar sus recursos. Es decir, de renunciar a cultismos y efectos de estilo cuando disponen de un buen material que no ha de ser opacado por juegos pirotécnicos. Aparte de las preocupaciones por el destino del gobierno de Rajoy, que no son creíbles en ninguno de los interlocutores, el texto tenía un problema, el de la credibilidad. El propio autor no sólo describía mentiras anteriores de Bárcenas, que incluyen un intento de amañar una prueba caligráfica. Sino que se situaba en una distancia de seguridad al recurrir, creo que unas catorce veces, al según Bárcenas o Bárcenas me dijo En ese sentido, la cautela debía compartirla cualquier lector que, no estando influido por prejuicios ideológicos, llegara a la conclusión de que, sin pruebas documentales, cuanto dijera Bárcenas sólo serviría para mantener sobre Génova una incertidumbre vengativa. A última hora de ayer, sin embargo, la aportación a la Justicia, por parte de Pedro J. Ramírez, de una primera entrega de informes contables puestos a su disposición por Bárcenas, amenazaba con dar un nuevo giro a un caso que hasta ahora había permanecido en el ámbito de la retórica periodística. Es decir, allí donde sólo es posible aspirar a influir en la opinión pública. Si la entrevista termina resultando un mero prólogo anterior a un goteo de pruebas, si Bárcenas por fin da el salto a lo judicial donde estaba previsto que se cumpliera su venganza, entonces la incertidumbre se precipitará a un desenlace acorde con las más catastróficas hipótesis que se hayan manejado en Génova. Parece mentira, pero es ahora cuando esta historia de verdad empieza, cuando trasciende la tertulia e ingresa en el terreno judicial, justo cuando iba a morir por inanición de pruebas. COSAS MÍAS EDURNE URIARTE TRAIDORES Y CHORIZOS Snowden iba a convertirse en un héroe de la libertad, en un valiente que arriesgaba su seguridad por los derechos de los estadounidenses L OS papeles de Snowden querían convertirse en la perdición de Obama como los de Bárcenas en la de Rajoy. Y lo más probable es que se queden en la perdición de los dos filtradores y no de los amenazados. En oscura vida de huido y repudiado para uno, de encarcelado y apestado para el otro. Hasta la revelación del lado oscuro del Estado o de los partidos tiene sus reglas de honor, sus límites éticos en los que la maldad y la miseria del revelador no pueden sustituir en protagonismo a la maldad y miseria de lo revelado. Y es lo que les ha pasado a estos dos personajes de una historia de efímera gloria mediática y destinados a sufrir un largo calvario vital. Que ellos parecen un mal peor que el que supuestamente dicen denunciar. Snowden iba a convertirse en un héroe de la libertad, en un valiente que arriesgaba su seguridad por los derechos de los estadounidenses. Y se ha convertido en un simple traidor. A mediados de junio, cuando sus alianzas con los enemigos de Estados Unidos aún no estaban tan definidas como ahora, un 54 por ciento de los norteamericanos frente a un 38 por cierto estaba ya a favor de que debía ser perseguido por las autoridades (según encuesta del Pew Research Center del 18 de junio) Percepción a la que contribuía el porcentaje mayoritario favorable también al control de las comunicaciones para prevenir el terrorismo. A estas alturas, los críticos de Snowden deben de ser bastantes más. Sobre todo, después de que sean Bolivia, Nicaragua y Venezuela quienes le ofrezcan asilo político, tras la dubitativa protección de Rusia y los coqueteos con China. La dictadura comunista junto a sistemas políticos poco claros en la defensa de las libertades como Rusia y otros simpatizantes del socialismo bolivariano. Y todos ellos comprometidos con países o proyectos hostiles a lo que consideran el imperialismo americano. Que es algo muy parecido para ellos al imperialismo europeo, aunque Europa haga como que nada tiene que ver. Y tenga tentaciones de coquetear con la traición de Snowden para seguir haciendo gala de su supuesta exquisitez democrática. Hasta que alguien le recuerda que está en el mismo barco que Estados Unidos, y, sobre todo, que es Estados Unidos quien se hace cargo en lo sustancial de la seguridad de los europeos, tan amenazada por los Snowden de turno como lo es la americana. De ahí que el periódico portavoz de Snowden, el británico The Guardian haga estos días patéticos esfuerzos para convencer al mundo de que su personaje no es un traidor sino un defensor del bien (Spencer Ackerman, Snowden is a whistleblower not a spy, but do our leadrers care? Pues no, a los líderes europeos más bien les importa seguir contando con la seguridad ofrecida por Estados Unidos, y a los ciudadanos, también. Y algo parecido pasa con Bárcenas, por mucho que sus portavoces periodísticos sean bastantes más. Que se le ha puesto cara de vulgar chorizo y su causa política es la de su propia conveniencia, para salir de la cárcel y mantener el botín a buen recaudo. Y sus métodos, el chantaje en rocambolescos capítulos periodísticos, de una suciedad tan nauseabunda que hasta los abogados lo abandonan, no vaya a ser que acaben tan enfangados como su cliente. El rostro de Snowden se confunde con las soflamas antiimperialistas de Maduro, de Morales, de Ortega. El de Bárcenas con los compañeros de prisión para los que, dicen, se ha hecho un héroe. Van camino de las páginas de sucesos más que de la épica de la limpieza y la libertad.

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