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ABC MADRID 06-07-2013 página 96
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96 GENTESTILO SÁBADO, 6 DE JULIO DE 2013 abc. es estilo ABC El día que Don Juan Carlos decidió la sucesión belga La conversación con el Rey, junto a la capilla ardiente del Rey Balduino, ayudó al entonces Príncipe de Lieja a superar sus incertidumbres sucesorias RAMÓN PÉREZ- MAURA MADRID El caso del Rey Alberto de los Belgas es paradigmático para las monarquías por varias razones. La más evidente es que llegó al trono de forma imprevista. Probablemente la posibilidad de reinar era muy remota en sus pensamientos. Cuando en 1993 falleció su hermano mayor, el Rey Balduino, este tenía sólo 62 años. Nada hacía prever que su corazón se detuviera repentinamente mientras tomaba el sol en la terraza de su residencia veraniega de Villa Astrida, en Motril. Balduino estaba casado con la española Fabiola de Mora y Aragón, dos años mayor que él. En el momento del matrimonio ella tenía 32 años edad algo tardía para la época y ambos no tuvieron descendencia. La teoría que Alberto, Príncipe de Lieja, había asumido era que el sucesor de Balduino sería su hijo Felipe, en quien los Reyes tenían puestas todas sus miradas y cuya educación supervisaban viendo en él la línea de sucesión más evidente. En el momento de la muerte de Balduino, su teórico sucesor tenía 33 años, pero nada se había previsto para hacer efectiva esa sucesión. Y Felipe estaba todavía soltero. Si bastante complicado es para un Príncipe Heredero poder buscar una novia en medio del acoso de los medios de comunicación, para un Rey en plenitud de funciones debe de ser una pesadilla. En aquel momento el Príncipe de Lieja tendría que haber renunciado a los derechos ya heredados para transmitirlos sin ejercerlos. Era una situación con po- cos precedentes. En ese contexto el Príncipe de Lieja viajó a Granada el 1 de agosto de 1993 a postrarse ante los restos mortales de su hermano. El título de Príncipe de Lieja no es el que tradicionalmente emplea el heredero de la corona belga, sino el de Duque de Brabante, que en aquel momento nadie ostentaba. Alberto había recibido el principado de Lieja al nacer, como segundogénito del Rey Leopoldo III. Quienes estuvieron con el heredero de Balduino aquel día afirman que a la pesadumbre por la pérdida de su hermano se añadía la incertidumbre por el camino a seguir. En Villa Astrida el Príncipe Alberto se encuentra al Rey de España, que ha acudido desde Mallorca a la capilla ardiente. Era la primera vez que un soberano extranjero moría en España. Don Juan Carlos llevaba entonces casi 18 años en el trono y era considerado ya un senior entre los soberanos europeos. No por edad Don Juan Carlos es cinco años menor que el Rey Alberto pero sí por ejercicio: el éxito de la Transición de la dictadura a la democracia, singularizado en la actuación del Monarca español en el 23- F, la incorporación de España a la CEE y los fastos de 1992 dieron especial auctoritas a Don Juan Carlos. El Príncipe de Lieja y el Rey de España se reunieron cerca de la capilla ardiente del Rey de los Belgas; fue en esa conversación donde el Príncipe Alberto superó todas sus dudas. El consejero real Wilfried Martens, que había acompañado al Príncipe de Lieja en su viaje y que era muy consciente de las incertidumbres sucesorias, no se había atrevido a preguntarle sobre cómo proceder. Él estaba seguro de que Alberto respetaría las intenciones sucesorias de Balduino, que este nunca había explicitado. Pero tras la conversación con el Rey de España algo había cambiado. En el coche que les llevaba de Motril al aeropuerto de Granada, la conversación entre Martens y Alberto apenas fue de dos frases: Alteza, ¿quién será el nuevo Rey? Yo, claro respondió el Príncipe de Lieja. Una familia de escándalo E. SERBETO El Rey de los Belgas no solo está cansado por la enrevesada situación política de su país, también le ha tocado poner orden en su propia familia, después de una vida llena de contrastes antes de acceder al trono y no desprovista de escándalos durante las dos décadas de reinado. A los primeros se refirió en su discurso de Navidad de 1999, cuando reconoció que junto a la Reina hemos rememorado la crisis que nuestro matrimonio atravesó hace treinta años cuando uno y otra vivieron alejados y enzarzados en relaciones más o menos clandestinas, creyendo erróneamente que no estaban destinados a ocupar la más alta magistratura del Estado. En el año 2006, después de que se revelase que su hijo Laurent había hecho mal uso de dinero público asignado a la Marina Real Belga, hizo otra mención clara al hecho de que nadie está por encima de la ley y que cuando la Justicia establece que hay malversación, me parece justo que se produzca una reparación por parte de aquellos que se han beneficiado Más recientemente, este pasado mes de enero, fue incluso más directo al referirse a la creación por parte de la Reina Fabiola de una fundación para eludir impuestos a sus herederos: No puedo ocultar que los recientes acontecimientos familiares me han apenado y me han dado una lección de humildad La primera de las alusiones sobre las turbulencias de su propio matrimonio ha vuelto a ponerse de actualidad con la demanda de una prueba de ADN que ha tramitado Delphine Boel, quien sería fruto de aquellos tortuosos años. La Reina Fabiola

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