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ABC MADRID 27-06-2013 página 54
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  • EdiciónABC, MADRID
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54 CULTURA JUEVES, 27 DE JUNIO DE 2013 abc. es cultura ABC Lo que cuesta una ópera es obsceno, las estrellas cobran demasiado ENTREVISTA Leo Nucci Cantante, protagonista de Rigoletto en el Maestranza Es uno de los mejores barítonos del mundo, y lo ha demostrado en Sevilla. Y pide que las entradas cuesten menos de 30 euros JESÚS ÁLVAREZ SEVILLA C onsiderado por muchos como el mejor Rigoletto de la historia el barítono italiano de 71 años ha hecho este inmortal papel verdiano más de 500 veces en los mejores teatros líricos del mundo. Este sábado se despide del Maestranza, donde el jueves tocó el cielo obligado por un público entregado, puesto de pie, a hacer un bis en medio de su primera función, algo solo logrado por Alfredo Kraus hace casi dos décadas. -Hace algunos años en el Teatro Real ya tuvo que hacer un bis, algo que no había sucedido nunca allí con Rigoletto ¿Se acordó de eso el jueves anterior en el Maestranza? -No pensé en ningún momento anterior, sino en el público sevillano, que parecía loco por que lo hiciera, y yo lo hice muy agradecido. Estas personas se levantan muy temprano para trabajar y hacen un gran esfuerzo económico para ver una ópera en directo. -El público sevillano ha pagado desde 41 a 105 euros por verle y escucharle. A usted y a todos sus compañeros, músicos, etcétera. -Sí. Y tenemos que estar muy agradecidos, pero me parece una locura lo que cuesta ver una ópera. Cuando se reabrió la Scala de Milán invité a mis hijos y a mi mujer a esa primera función en la que yo, por cierto, actuaba, porque siempre quiero pagar mis entradas, y me costó unos 3.500 euros. Y eran solo tres entradas. -Antes la ópera no era tan cara. -Todo es demasiado caro. Se hacen montajes carísimos que cuestan dos millones de euros. Me parece obsceno que como están las cosas, con tanta gente sin trabajo, se gaste tantísimo dinero en montar una ópera. ¿Cree que se podrían hacer montajes más baratos? -Sí. La ópera es emoción, magia. Su música y su historia bastan. Y eso se podría hacer sin esas puestas en escena tan costosas ni tanta tecnología, con 50.000 euros. Los montajes caros son El cantante Leo Nucci, interpretando a Rigoletto GUILLERMO MENDO cosa de los últimos 40 años. En la época de la Callas eran más sencillos. Se ha inflado mucho todo. Los cantantes cobramos demasiado y lo que cobran muchos directores de orquesta es injustificable. ¿Por qué? -Cobra mucho todo el mundo, pero hay directores de orquesta que ni siquiera se saben bien la obra. Prefiero no decir nombres. ¿Todo eso ha contribuido a hacer de la ópera algo elitista? -Sí, ya le digo que antes no lo era. Una ópera debería costar 30 euros. Mire, en Pretty woman una prostituta que nunca ha visto una ópera llora con La traviata Esto no es elitista. Es univer- sal. Y el domingo en el Maestranza vino a mi camerino una mujer llorando de emoción. Eso pasa muchas veces. ¿Y qué le dijo? (Sonríe) Le dije: ¡señora, por favor, no llore, no lo volveré a hacer más! ¿Qué no le gusta de los montajes modernos, aparte de lo que cuestan? -Es que se cargan las óperas. Mire, toda esta historia del teatro y las óperas modernas nace en 1920 en Berlín. De modo que toda esta supuesta modernidad no es nueva. He visto Rigolettos modernos con abrigos nazis. Eso no significa nada. Como las traviatas yonquis. Han pasado 1.700 años y nada ha cambiado. Estos directores de escena no son intelectuales sino aprovechados. ¿Hay muchos divos en su profesión? -Demasiados. ¿Usted no? -Para mí una ópera es un equipo. Yo agradezco a los músicos su trabajo sobre el escenario. ¿Qué diría a los que piensan que no hay quien aguante estar cuatro horas y media seguidas sentado en una butaca escuchando a Wagner? -Una ópera de cuatro horas y media no hay quien la aguante (risas) Lo que hace anacrónico la ópera son los montajes modernos. Si se respetaran los originales no resultaría así. -En la Scala de Milán, donde usted ha cantado más veces que ningún otro cantante vivo, a Roberto Alagna le abuchearon y abandonó el escenario. ¿El cantante debe saber encajar tanto los abucheos? -Yo creo que hay que saber estar en el escenario y tener respeto al público. ¿Y a usted nunca le han abucheado? -No. Porque si yo no estoy en plena forma, al 150 por ciento, no canto. ¿Cuántas veces decidió no cantar en estos últimos 48 años? -Muy pocas. Soy embajador de Unicef y si no canto bien por cualquier razón prefiero donar mi caché de ese día a los niños. ¿Y eso le ha pasado alguna vez? -Sí. Pero el público sabe si tú eres honesto o no. En enero de 1980 en Parma cogí un gran resfriado el día que estrenaba Un baile de máscaras Intenté que me sustituyeran, pero no hubo manera. Cuando llegué al tercer acto me quedé sin voz. Extendí los brazos hacia el público en señal de disculpa y no se puede imaginar el aplauso que recibí. Me acerqué entonces al público y dije casi sin voz que habían pagado un dinero por verme cantar y que no podía hacerlo. Y que no pensaba cobrar ni una lira. Pero me pagaron, porque el teatro había cobrado las entradas, y yo doné el dinero a un hospital infantil. ¿Cómo cuida esa voz que ha cantado dos mil veces Rigoletto -Con la garganta, nada. La voz sale del estómago, del diafragma. Lo que hago es fortalecer esos músculos. ¿Cómo? -Con la bici, con la que salgo casi a diario. Y con abdominales y flexiones: unas 200 al día de cada uno. ¿Cuándo se dio cuenta de que servía para cantar? -Desde los 15 años. Cantaba boleros italianos y españoles. También era trombonista. -Pero estuvo trabajando de mecánico hasta los 25 años. -Mi padre y mi abuelo eran herrado-

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