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ABC MADRID 06-06-2013 página 88
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ABC MADRID 06-06-2013 página 88

  • EdiciónABC, MADRID
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JUEVES 6.6.2013 Editado por Diario ABC, S. L. Juan Ignacio Luca de Tena, 7, 28027 Madrid. Diario ABC, S. L. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta publicación, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa. Número 35.590 D. L. I: M- 13- 58 Apartado de Correos 43, Madrid. Publicidad 902 334 556 Suscripciones 901 334 554 Atención al cliente 902 334 555. 13234 8 424499 000013 EL PULSO DEL PLANETA VISTO Y NO VISTO El manual del buen turista Preocupado por la imagen que proyectan, el régimen de Pekín elabora un documento en el que indica cómo deben comportarse los chinos en el exterior IGNACIO RUIZ- QUINTANO VOLTAIRE Una vez ante la cajera que antes era un oso, empiezo mi discurso: Hermanos en la esclavitud, escuchad digo Voltaire porque en Madrid andamos con la Feria del Arte y la Cultura, que es comer pipas de balde (el balde lo pone la Comunidad) hablando de Molina, al que unos llaman César, y otros, Antonio. El español normal es un señor que come pipas y paga multas. Elevar a la categoría de normal lo que en la calle es normal dijo famosamente Suárez (el de Ávila, no el de Granada) y su dicho quedó en el frontis de la Santa Transición. Mi normalidad me ha llevado esta mañana a pagar por un cante en la noche de Malasaña una multa municipal de 166,51 euros. Si uno, en efecto, fuera Voltaire, al recibir tan de mañana esa providencia de apremio contestaría lo que el filósofo parisino a un amigo: Querido amigo, estoy sentado en una pequeña habitación de mi casa y tengo ante mí su carta. Dentro de un momento la tendré detrás. Pero soy un español normal, educado para comerse tres bolsas de pipas antes de hablar y, entre bolsa y bolsa, pensar en la actividad económica que puede generar un grito extemporáneo en la pacífica noche de Malasaña. Suponte que eres español y no te aflijas. En la cola del Banco para pagar, me siento Blancanieves oyendo el Aihoo! Aihoo! de los enanos al trabajar. Me figuro a los bizarros guardias con dietas de nocturnidad gastando gasolina, libreta y teléfono en la madrugada matritense. Me figuro el azacaneo de los carteros (y las carteras) yendo y viniendo con las providencias de apremio Me figuro a las señoras Seguí, instructora, y Sánchez, secretaria, madrugando en invierno (porque la multa es de noviembre) para engordar los atascos de la capital, camino de la oficina donde funcionarios hábiles y minuciosos van dando forma a mi sanción como la osa de Virgilio formaba a lametones a sus oseznos. Una vez ante la cajera que antes era un oso, empiezo mi discurso: Hermanos en la esclavitud, escuchad... Pero me cierra la ventanilla con un marcho a darle un rabo a Morante Y PABLO M. DÍEZ PABLO M. DÍEZ CORRESPONSAL EN PEKÍN ing Jinhao estuvo aquí Como si fuera el tronco de un árbol donde grabar corazones entrelazados, y no un templo con 3.500 años de antigüedad, un adolescente chino dejó hace unos días su firma para la posteridad en la histórica ciudad egipcia de Luxor. Los limpiadores del monumento ya han logrado borrar los grandes caracteres en mandarín que estampó sobre una de esas típicas figuras egipcias que parecen andar de perfil, pero la huella de su gamberrada aún perdurará bastante tiempo. Crucificado por las redes sociales de su país y del extranjero, el travieso grafitero ha abierto sin querer un encendido debate sobre el comportamiento de los cada vez más abundantes turistas chinos. El año pasado, más de 80 millones de chinos salieron de su país para ver mundo, algo que hasta hace poco tenían prohibido por el control que imponía el autoritario régimen comunista o, sencillamente, por la pobreza que sufrían. Hace una década eran sólo 16 millones de turistas chinos los que viajaban al extranjero, pero para 2020 se esperan hasta 200 D cado los colores a China. Para pulir a sus poco refinados turistas, el régimen les ha dado unos consejos muy particulares. El objetivo es evitar que repitan comportamientos habituales en su país, como escupir por la calle, saltarse las colas, hablar a gritos por el móvil en los trenes, vociferar en los museos, subirse a todos lados para hacerse fotos, tirar papeles al suelo y hasta cortarse las uñas en público o sostener a los bebés en brazos para que orinen en las aceras. REUTERS Trato discriminatorio El régimen de Pekín se ha tomado el asunto tan en serio que incluso ha ordenado al Departamento de Moralidad del Partido Comunista difundir una especie de poema en mandarín para civilizar a sus turistas y recordarles, entre otras cosas, que no pisen la hierba de los parques ni dañen a los animales de los zoológicos. Pero los turistas chinos, muchos de los cuales cumplen al dedillo los estereotipos de los nuevos ricos, también se quejan del trato discriminatorio que a veces reciben en el extranjero y de los robos que sufren por ir cargados de joyas y llevar encima todo el dinero en efectivo. ¿Choque de civilizaciones o, simplemente, mala educación? ¿Plaga o maná? En manos de los turistas chinos, y de sus modales, está la imagen que quieran transmitir al mundo. Arriba, un grupo de turistas chinos. Sobre estas líneas, grabado en mandarín que un adolescente chino dejó en el templo egipcio de Luxor millones gracias al extraordinario crecimiento económico del país y al auge de su clase media urbana. Un auténtico maná para la maltrecha economía global porque los chinos ya son los turistas que más gastan en sus viajes: cerca de 80.000 millones de euros el año pasado, por encima de alemanes, estadounidenses y japoneses. Pero, al tener por lo general una educación más baja que éstos, su comportamiento deja a veces bastante que desear. Y es que el autógrafo de Ding Jinhao no es el único caso que ha sa-

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