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ABC MADRID 25-05-2013 página 15
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ABC MADRID 25-05-2013 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 25 DE MAYO DE 2013 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA EL VENERABLE Aznar se rodeó de hormigas y tortugas a las que podía pastorear fácilmente; y en el pecado lleva (y llevamos) la penitencia N su Esquema de la historia, puesto a explicar el origen de la religión, el escéptico H. G. Wells propone que no se halla en una única causa, sino en una combinación de tres elementos: los símbolos asociados a las cosechas, la interpretación de los sueños y el temor al anciano de la tribu, que él denomina el Venerable En El hombre eterno, refutación del libro de Wells, Chesterton considera tan delirante esta explicación sobre el origen de la religión como el intento de explicar el origen del patriotismo como el efecto de una combinación entre el hábito de fumar, el crecimiento del impuesto sobre la renta y el placer de un motorista sobrepasando el límite de velocidad. Siguiendo el pensamiento humorístico de Chesterton, podríamos explicarnos que sobrevivan tan pocos patriotas, ahora que el amor a la patria nos impone un crecimiento constante del impuesto sobre la renta, a la vez que nos veda el hábito de fumar y el placer de exceder los límites de velocidad. Y, siguiendo el pensamiento delirante de Wells, podríamos explicarnos que no queden hombres religiosos, ahora que los campos han sido abandonados, los sueños se han convertido en un muladar freudiano y el temor al anciano de la tribu- -el Venerable- -brilla por su ausencia. Una prueba irrefutable de esta pérdida de temor la hallamos en las reacciones suscitadas por las declaraciones recientes de José María Aznar, que- -muerto Fraga- -es el Ve- E nerable de la derecha española. De añoranzas melancólicas las ha tachado Cristóbal Montoro, que es el mayor fabricante de patriotas españoles que vieron los siglos, merced a sus incrementos del impuesto de la renta. Jesús Posada, más metafísico pero igualmente hiriente, ha señalado que las cosas se van para no volver y que el paso del tiempo es inexorable Rajoy, por su parte, ha rematado el enterramiento de Aznar afirmando displicentemente que él no comenta las declaraciones de expresidentes En todas estas reacciones se percibe, junto a una pérdida de temor al Venerable, una concepción desquiciada del tiempo, muy propia de la fatuidad humana, que juzga inexorable su paso para los demás, pero no para uno mismo. Aquí vendrían al pelo las enseñanzas del refranero español Cría cuervos... y también aquella frase postrera de César Tu quoque, Brute, fili mi? mientras lo apuñalaba su sobrino; pues todos los que ahora despachan desdeñosamente o dan por finiquitado a Aznar se criaron a sus pechos. En un relato de Borges titulado El informe de Brodie se nos cuenta que, en el legendario poblado de los Yahoos, el vulgo atribuía a los ancianos más venerables de la tribu el poder de convertir en hormigas o en tortugas a quienes deseasen. Este fue el pecado de Aznar, que se rodeó de hormigas y tortugas a las que podía pastorear fácilmente; y en el pecado lleva (y llevamos) la penitencia. Porque las hormigas y las tortugas, una vez que las dejas sueltas, sólo pueden dedicarse a hormiguear y tortuguear. También escribía Borges en El informe de Brodie que, con la excepción de los Venerables, nadie en el poblado de los Yahoos poseía memoria; y así se explica que, cuando Aznar se acuerda de las promesas electorales de sus amnésicos conmilitones, éstos tomen su alarde memorioso por añoranzas melancólicas Borges nos cuenta que los Yahoos devoraban crudo el cadáver del Venerable, para asimilar su virtud. Los conmilitones de Aznar- -hombres irreverentes, a fin de cuentas- -quieren enterrarlo antes de tiempo, pues ya no reconocen en él virtud alguna. Pero mucho me temo que van a tener que comérselo con patatas, vivito y coleando; y su ardua digestión va a causarles muchos retortijones. IGNACIO CAMACHO EL VAGABUNDO HEDONISTA Tenía Moustaki un encanto de vagabundo escéptico, tierno y hedonista, un aura romántica de exiliado sentimental NTES que nuestros cantautores fue la chanson. En los años cincuenta y sesenta los franceses reinventaron el género de la balada melódica con un sesgo intimista y desgarrado que provenía de la sacudida intelectual del existencialismo. Aquella generación de artistas excepcionales, de sombría sentimentalidad dramática- -los Brassens, Piaf, Brel, Leo Ferré, Juliette Greco- produjo una influencia decisiva en la música popular del siglo XX que se proyectó a toda Europa desde las míticas salas del Olimpya en Capucines y del Bobino en Montparnasse. Un cóctel de lirismo inconformista y melancolía filosófica que acabaría convirtiéndose, en el 68, en la banda sonora de la rebelión urbana. George Moustaki no tenía la intensidad ácida de Brassens, ni la profundidad de Ferré ni el patetismo de Brel, pero su identidad mediterránea y su limpio fraseo musical le permitieron crear un estilo mestizo de mayor alcance populista. Paisano de Kavafis, se trajo de Alejandría y de Corfú los ecos rasgados del buzuki y un aire bohemio y ácrata de golfo tierno. Tenía un encanto sensible, hedonista y romántico, de vividor trashumante, de exilado moral, de vagabundo sibarita. Fue el gran cantor moderno de la soledad, que para él no era un sentimiento de dolor ni una punzada de aislamiento ni un estado de desamparo sino la amable compañera de su eterna independencia, el marco de su autorretrato de desterrado pasional, la indeclinable pareja de su sentido de la aventura. Lo recuerdo en la Sevilla de los años noventa, vestido de blanco y con sandalias, envuelto en un halo de veterano seductor cansado pero tirándole los tejos a unas ninfas veinteañeras encandiladas con su tentadora sonrisa de pastor griego. Aquella inmortal gueule de metèque la pinta de extranjero que convirtió en logotipo de una marca personalísima cargada de complicidades sentimentales. Fuera del escenario era o representaba el papel del mismo juglar pícaro y errante que utilizaba la guitarra para arracimar a las mujeres en torno al fuego lánguido de su mirada lejana. Era un poeta de aflicción algo impostada al que se le notaba el hábito de construir un personaje de truhán amable, de trotamundos escéptico, de antihéroe de vuelta de mil desengaños. Pero disponía de un arma de atracción infalible: el tono cálido, empático, envolvente de unas canciones cargadas de memoria emocional recitadas con una sensibilidad magnética y el hechizo vocal de una sugestión incombustible. Le ha tocado morirse el mismo día que Steve Forrest, el popular jefe de los hombres de Harrelson, que le ha solapado los obituarios en las páginas culturales y lo ha mandado casi a un desván memorial donde se ensordece su necesario homenaje. En esa buhardilla de la conciencia colectiva sonará en un viejo tocadiscos su voz sedosa de trovador ambulante, de granuja simpático: Non, je ne suis jamais seul... avec ma solitude... A 110 AÑOS DE HUMOR GRÁFICO EN ABC Antonio Mingote (04 03 2009)

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