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ABC MADRID 22-05-2013 página 45
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES, 22 DE MAYO DE 2013 abc. es cultura CULTURA 45 muerte de la novela... ¿Comparte esa teoría necrológica? El final de la novela lo abordé en El mal de Montano hace doce años. Yo creo que el fin de la literatura y de la creatividad surge precisamente de ese discurso que anuncia la muerte de la novela. Pongamos un ejemplo: Magma de Lars Iyer se refiere en tono cómico a ese final de la literatura y bebe en El mal del Montano El realismo tampoco ha muerto. Ahí está Rafael Chirbes, el más votado después de Vargas Llosa... En España se da importancia a lo que parece trascendente. Chirbes tiene una prosa potente muy ligada al sentimiento trágico de la vida unamuniano. Usted cultiva un estilo realista... en apariencia. La única forma de vanguardia es no decirlo y creo que por ahí van los tiros. Yo creo un discurso de ficción que pretendo convertir en realidad. Una continuidad entre lo real y lo ficticio. Pasar de lo real a lo ficticio sin sentir que cruzo una frontera... En el caso de Chirbes hay una imitación de la realidad. Finalmente, un escritor es bueno o no lo es. Un vanguardista puede ser malísimo y Dickens, que nunca presumió de experimental, cambió la historia de la literatura. O sea, que la novela no se acaba nunca... La novela está más viva que nunca, aunque se manifieste en formas distintas. Coetzee ya marcó nuevos caminos... Eso sí, para apreciar las novelas del siglo XXI se requiere curiosidad, generosidad, una mirada abierta y sin prejuicios y, sobre todo, prescindir del narcisismo. Las lágrimas de Michael Douglas Tras la ovación recibida por su película Behind the candelabra el actor de Wall Street no pudo contener las lágrimas frente a los periodistas. Para mí esto tiene una... Lo siento... dijo haciendo una pausa. Es que todo esto ocurrió justo después de mi cáncer, este precioso regalo que me hicieron. Estaré agradecido eternamente a Steven y a Matt por esperarme dijo en relación al tiempo que pasó lejos de su trabajo. D. Martos El actor Michael Douglas, emocionado durante la rueda de prensa de Detrás del candelabro AFP La belleza del fracaso seduce a la Croisette con tres historias Michael Douglas y Toni Servillo crean dos antagónicas figuras en descomposición OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE ENVIADO ESPECIAL A CANNES INÉS BAUCELLS Tras el paréntesis del cine japonés comprado en los chinos que trajeron Takhasi Miike y Johnny To, la competición del festival parece haberse regenerado con tres películas que hablan, precisamente, de la descomposición... algo así como rearmarse con el desguace. La gran belleza de Sorrentino; Un castillo en Italia de Valeria Bruni Tedeschi, y Detrás del candelabro de Steven Soderbergh, solo tenían en común una vocación desorbitada, una especie de salmodia a la extremaunción individual, familiar o social y, sobre todo, un increíble ceremonial de buenas interpretaciones de sus sufridos protagonistas, Michael Douglas, Matt Damon, Toni Servillo y la propia Valeria Bruni. Michael Douglas interpreta al pianista Lee Liberace, una celebridad de los comienzos de la televisión americana y del sohwbizz de Las Vegas, donde actuó durante décadas, vestido con su piano de lentejuelas y su eterno candelabro encima. Steven Soderbergh lo retrata en toda su aparatosidad y en su relación con su pro- tegido Scott Thorson, que encarna con equilibrio Matt Damon. Escenarios, saunas, champán, salones recauchutados de oro y otras íntimas en las sólo falta el picahielos de Instinto básico Douglas logra situar la afectación del personaje en ese punto tan sobrecargado en el que ni siquiera rechina la pluma. Y Soderbergh realiza un fastuoso ejercicio televisivo (es, en realidad, un producto que se estrenará en la televisión americana) con notas de estrafalario humanismo. No se sabe en qué lugar pretende colocar Soderberg la figura de Liberace, pero lo deja a medio camino entre lo mundano y lo grotesco. Sorrentino tiene otra intención al armar en la pantalla el mecano de su personaje, Jep Gambardela, un elegante y cínico vividor que nos llevará por el esplendor marchito de Roma. Toni Servillo borda a ese tipo que vive en un majestuoso ático junto al Coliseo y que, como él, se desmorona sin prisas. Es una pena que Sorrentino empaste su alea jacta est a unas formas aparatosas que distorsionan ese triste final de sus dos personajes, Gambardela y Roma. Con media hora menos de chunda, chunda, La gran belleza sería lo que pretende, aunque hay algún momento felliniano de jirafa, cigüeñas, obispo y santidad que tienen fuerza y gracia, pero sobre todo está el hecho de que Servillo recoge un guante tendido por Mastroianni o Gassman y lo llena con genio y estilo propios. El cineasta deja aquí su Roma, esa mezcla imposible entre lo eterno y lo ocasional, la belleza y el buen gusto, y un deje vulgar que siempre se manifiesta aunque sea en una gota de sudor. La excelente actriz Valeria Bruni Tedeschi presentaba como directora Un castillo en Italia película sobre la fatiga y el descaste de una gran familia que podría tener algo de autobiográfico y que ella misma protagoniza. Con aires chejovianos, narra una historia romántica que no funciona y las circunstancias de una familia en peligro de extinción, con la madre yéndose, un hermano enfermo y esa mujer absolutamente extraviada. La película se expresa con rotundidad en una sola escena, la de un gran árbol que cae en una tierra y ante un castillo que pronto serán otra cosa. Y en la sección Un Certain Regard había que ver As i lay dying una especie de lucubración sobre el Mientras agonizo de Faulkner. Poco consigue el actor James Franco con esa historia de viaje y paternidad, aunque demuestra pretensiones. De ser fácil comprimir en una pantalla una obra de Faulkner, ya lo habría hecho otro antes. Galería de fotos del Festival de Cannes en ABC KiosKo y Más

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