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ABC MADRID 28-04-2013 página 17
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 28 DE ABRIL DE 2013 abc. es opinion OPINIÓN 17 EL RECUADRO UNA RAYA EN EL AGUA ANTONIO BURGOS CONTRA ASEDIO, APAGÓN Ni la final de la Champions tendrá la cobertura en directo que la algarada de la horda más exigua pero más televisada que he visto ONOCEN aquello tan citado del embajador inglés, Sir Edmund Hoare creo que era, en plena dictadura de Franco, cuando una manifestación de estudiantes falangistas del SEU cercaba vociferante la embajada para reclamar Gibraltar Español en una especie de protoescrache con camisa azul. Por cierto: Franco, aparte de pintor aficionado, creo yo que era letrista de boleros en sus ratos libres. Repetía en sus discursos que Gibraltar era una espina clavada en el corazón de España ¡Qué cursilada más grande, Dios mío de mi alma! Los dictadores suelen hacer frontera con la cursilería. Como los actuales dictadores venezolanos, el que se murió y el que lo sustituye, cursis de pajarito pío, bigotito de vocalista antiguo y chándal bolivariano. Íbamos por la espinita de Gibraltar, Peñón tan andaluz como español al que Franco le cantaba en los discursos su cursi bolero sin música: Eres como una espinita que se me ha clavado en el corazón Aunque luego le pusieron música hímnica a ese bolero, y Karmele Marchante se la sabe y cantársela suele a los progres de guardia del Sálvame Gibraltar, Gibraltar, punta amada de todo español Cuando los estudiantes del SEU estrenaban los escraches por Gibraltar, cuéntase que el ministro de la Gobernación, quizá el cuñadísimo Serrano Súñer, llamó al embajador, por si quería que le mandara más guardias para proteger la Embajada. Respondióle con humor marca de la casa, de la Casa de Hannover, el embajador: C -No, señor ministro, no es menester que me mande más guardias. Me conformo con que me mande menos manifestantes. Si yo tuviera línea directa con el actual ministro del Interior le diría algo parecido con respecto a la perrofláutica operación de Asalta el Congreso -Señor ministro, no es menester que mande tantos guardias para proteger el Congreso. Sería mucho mejor que las televisiones mandaran menos cámaras y unidades móviles para retransmitirlo en directo y que los periódicos mandaran menos fotógrafos. Sin caja de resonancia mediática estos tíos son lo que son: chusma. Yo no sé a usted, pero a mí el otro día se me metió en la salita por la tele un progre radical viejorro y coletudo, con una bandera republicana tamaño sábana detrás, y me echó un fervorín horrible contra el sistema, contra la Monarquía, contra Europa, contra los bancos y contra yo qué sé. Lo más curioso es que me han dicho que la cadena que me metió al vociferante asaltante republicano en la salita de casa para pegarme la coña de su discurso antisistema es propiedad de un marqués. Cosas de España como el título del libro de Richard Ford, ya que hablábamos de ingleses. Dicen las malas lenguas que en el llamado Asedio al Congreso (ni que fuera el de los franceses a Cádiz cuando La Pepa, joé) había más policías que manifestantes. Rectifico: no, había más cámaras de televisión y fotógrafos de prensa que manifestantes. Si los rabitos de pasas no me fallan, estaban retransmitiendo el lamentable espectáculo, ¡en directo! a saber: Cuatro, La Sexta, La 13 e Intereconomía. Y como la bengala del chupinazo para comenzar esta calle de la Estafeta contra el sistema la lanzaron los organizadores de las turbas a la hora del telediario, pues también hubo en La 1, en A 3, en T 5 y en las autonómicas su bien despachada ración del conectamos en directo para que el reportero desplazado al frente de guerrilla urbana de manual empezara alcachofa en mano su relato con la originalidad de Así es... Ni la final de la Champions tendrá la cobertura en directo que la algarada de la horda más exigua pero más televisada que en mi vida he visto yo. ¡Con lo bonito y efectivo que sería pegarle un buen apagón informativo a esta gentuza que anda buscando un muerto televisado en directo! IGNACIO CAMACHO POR LAS SOLAPAS ¿Qué más señales de alarma necesita un país para que su clase dirigente se ponga sin excusas y de una vez de acuerdo? EIS millones de parados. Un Gobierno que se confiesa impotente para encontrarles trabajo. Una oposición a la que sus votantes niegan hasta el beneficio de la duda. Una crisis institucional sin precedentes. Un pueblo en estado de depresión. Una opinión pública atravesada por la desconfianza. Un éxodo anual de 130.000 jóvenes. Un desafío secesionista de una región principal. Una corrupción transversal de proporciones inaceptables. Una clase media destruida. Una pobreza real creciente. Dos millones de hogares y cuatro de cada diez inmigrantes sin empleo. Una población pasiva que se acerca peligrosamente a la activa. Y una deuda de un billón de euros. ¿Qué demonios más necesita un país para que su clase dirigente se ponga de una vez de acuerdo? Después de la devastadora estadística laboral del jueves y de la lúgubre comparecencia gubernamental del viernes, en la que los dos ministros con menos empatía del Gabinete casi tiraron la toalla de la recuperación en esta legislatura, la única esperanza que cabría transmitir a la nación es la de una voluntad sincera de compromiso ante la emergencia. Una situación tan explícitamente dramática requiere de la gente con responsabilidad política un rasgo de superación y liderazgo. La consecuencia inmediata de tal ejercicio de sinceridad oficial- -se agradece al menos que no nos traten de pintar de colores la catástrofe evidente- -tendría que ser la convocatoria inmediata de una cumbre de partidos y agentes sociales o, en su defecto, de una reunión bilateral al más alto nivel de las dos grandes fuerzas parlamentarias para encontrar, sin excusas, un programa de estabilización social, institucional y económica. Intentarlo, al menos. Un gesto de mutua generosidad, un acto de grandeza que envíe a los ciudadanos siquiera la señal de que sus representantes legítimos no están dispuestos a resignarse al colapso. Sin embargo no ha ocurrido nada. O sí; que el presidente permanece en silencio y que su principal oponente vocifera en un mitin tirándole a la cara unos parados de los que cinco sextas partes corresponden a su propio mandato. Ni un atisbo de mutua colaboración, ni una brizna de disposición al entendimiento. Un Gobierno atrincherado en su mayoría parlamentaria- -que ya no es social- -y una teórica oposición aleteando en el vacío de su proyecto mientras la calle se organiza por su cuenta en plataformas de activismo contestatario. Y mientras el bipartidismo se disuelve en las encuestas ante su incapacidad de encontrar respuestas para una crisis que destroza las estructuras del Estado. Hasta en Italia, la confusa, desordenada e inestable Italia, ha acabado brillando ante la amenaza del caos un pequeño relámpago de desdramatización y de patriótica responsabilidad unitaria. El que hace falta aquí para que alguien siente a negociar a nuestros líderes aunque sea arrastrándolos por las solapas. S 110 AÑOS DE HUMOR GRÁFICO EN ABC Miguel Gila (27 08 1989)

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