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ABC MADRID 21-04-2013 página 46
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  • EdiciónABC, MADRID
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46 INTERNACIONAL El atentado de Boston El lado humano de la tragedia DOMINGO, 21 DE ABRIL DE 2013 abc. es internacional ABC Un pasado duro le llevó hasta la Cruz Roja Carlos Arredondo, en la imagen de la izquierda, un inmigrante originario de Costa Rica, de 52 años, se convirtió en uno de los héroes de Boston, por su labor incansable y omnipresente en la ayuda a los heridos. La prensa estadounidense difundió varias imágenes impactantes de él durante esa jornada dramática. Carlos Arredondo Piedra perdió a uno de sus hijos en 2004. Era un marine que falleció en Irak. Tras enterarse, Arredondo quiso suicidarse, pero no tuvo éxito. Siete años después afrontó la muerte de su segundo hijo, que se suicidó al no superar la ausencia de su hermano. Tras esas experiencias, Carlos Arredondo se convirtió en un activista por la paz y un activo voluntario de la Cruz Roja. ABC Carlos Arredondo, el héroe de Boston relata a ABC la experiencia de su tarea de socorro a los heridos en el atentado Pedí a Dios que me diera fuerzas y me lancé a ayudar TIBISAY ZEA SERVICIO ESPECIAL EN BOSTON inutos antes de que la primera bomba explotara, Jeff Bauman, de 27 años, había intercambiado miradas con el hombre que intentó matarlo. Su hermano, Chris Bauman, contó en una reciente entrevista que mientras Jeff esperaba a que su novia cruzara la meta del maratón, un joven que llevaba una gorra negra y gafas de sol lo miró y dejó caer una mochila a centímetros de sus pies. Dos minutos y medio después ocurrió la explosión que lo dejó sin piernas. La tragedia de Bauman quedó inmortalizada en una impresionante fotografía que ha dado la vuelta al mundo. Uno de sus socorristas, el hombre de barba que lucía un sombrero vaquero, contó su experiencia a ABC. Carlos Arredondo, natural de Costa Rica, tenía grandes razones para estar cerca de la meta del maratón ese día. Esperaba orgulloso la llegada de un grupo de militares quienes, desde las 4 de la mañana, venían caminando la ruta del maratón con bultos pesados a sus espaldas en honor a los soldados caídos en la guerra, entre ellos su hijo, Alex Arredondo, fallecido en Irak en M 2004. Pero además, este costarricense esperaba a otro grupo de atletas que corrían a favor de la prevención del suicidio y que honraban a su segundo hijo, que se quitó la vida en 2011. Arredondo estaba en la acera de en frente y se había acercado a la vía por donde pasaban los corredores para sacar fotos. Poco después se produjo un fuerte ruido, como de un cañón, que ocasionó fuertes vibraciones, y que fue seguido por una bola de fuego. Enton- ces una nube muy tupida de humo cubrió toda la zona describe. La primera reacción de la gente fue gritar y alejarse del humo. En cambio, Arredondo corrió hacia él. Saltó la barrera que separaba a los corredores de los espectadores y entonces, cuando el humo se disipó, pudo ver a las víctimas en el suelo con piernas quebradas y sangre que se esparcía por todas partes. Le pedía a Dios y a mis hijos que me protegieran y me dieran fuerzas, y me lancé a ayudar a esas personas en nombre de ellos Ayudó a muchos a levantarse y a tranquilizarse, hasta que vio a Jeff Bauman en el suelo. Me tiré al piso para concentrarme en este muchacho al que le faltaban sus piernas y había perdido demasiada sangre. Ahí mismo recogí un suéter de un señor que se acercó y me ayudó a hacerle unos torniquetes en las piernas para evitar que la hemorragia continuara Arredondeo habló con él y asegura que estaba muy consciente de todo lo que estaba sucediendo: Le di mi nombre, él me dio el suyo, y le pedí que se mantuviera tranquilo. Después lo monté en la silla de ruedas relata. Fue entonces cuando un fotógrafo capturó una de las más escalofriantes imágenes de la tragedia de Boston. Solidaridad espontánea En ese momento surgieron decenas de socorristas espontáneos. Una pareja intentaba detener la sangre de una víctima con servilletas de una cafetería, y un agotado atleta que acababa de terminar de correr 42 kilómetros regresó a la línea final para hacer torniquetes a los heridos que no paraban de sangrar. Vicente Pinto, un venezolano- norteamericano de 31 años que trabaja como vendedor en una tienda de teléfonos móviles ubicada en la escena del crimen, empezó a arrastrar a los heridos al interior del local comercial para ofrecerles refugio. Había miedo de otra explosión y queríamos resguardarlos. Tenían heridas muy abiertas, vi cosas muy fuertes ese día revela. Según él, los niños estaban aterrorizados y lloraban sin consuelo. Ana Hernández, una mexicana de 33 años, aun permanece en estado de shock tras haber visto un trozo de pierna en el suelo: Durante todos estos días no he podido dejar de pensar en esa gente cuyas vidas cambiaron para siempre Manual doméstico de Al Qaida T. Z. Las bombas que utilizaron los criminales no son particularmente sofisticadas y no llegan al nivel de un explosivo militar de acuerdo con un ingeniero licenciado por el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) que pidió no ser identificado por razones de seguridad. Sin embargo, añade, están por encima del promedio porque funcionaron bien, a diferencia de otras colocadas en el aero- puerto de Londres, o en Times Square, que no explotaron. Investigadores del caso han dicho que, para fabricar las bombas, los terroristas se guiaron por un artículo publicado en una web de la banda Al Qaida en 2010 que detalla cómo hacer una bomba en la cocina de tu madre Sin embargo, Alexia Ash, experta en análisis de riesgos políticos y eventos violentos, declaró en una entrevista que la persona que construyó estas armas tuvo que haber pasado algún tipo de entrenamiento

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