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ABC MADRID 29-03-2013 página 15
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 29 DE MARZO DE 2013 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL BURLADERO UNA RAYA EN EL AGUA CARLOS HERRERA MENOS MAL QUE NOS QUEDA LA UCO La chusca imagen del sindicalista Lanzas repartiendo sobres en una cafetería es la caricatura final del proceso A UCO es una de las fortunas de España, como siempre que se topa uno con algo relativo a la Guardia Civil. Es la Unidad Central Operativa, una suerte de policía judicial que investiga todo tipo de delitos, con especial incidencia en los económicos, telemáticos, medioambientales y los relacionados con drogas, capitales y diversa gente de mal vivir. La UCO es una síntesis de lo que siempre se puede esperar de la Guardia Civil: lealtad, profesionalidad, patriotismo, esfuerzo y decencia. Y eficacia, como se ha demostrado en el caso de los ERE falsos en Andalucía. En la investigación de un caso como el que acucia las estructuras de la Junta de Andalucía se han dado dos factores determinantes: una juez persistente y unos investigadores insobornables. Todas las novedades procesales que hemos conocido esta semana se han producido gracias al trabajo discreto y pertinaz de los hombres y mujeres de la UCO, los cuales han dedicado capazos de horas a desvelar la estructura de una pirámide inaudita de estafa y mangoneo. Ha sido el trabajo de una mujer obstinada en la búsqueda de la verdad, poco dada a la renuncia merced a las presiones o a los palos metidos en las ruedas, Mercedes Alaya, y a los tipos del Grupo de Delitos Económicos gracias a quienes hemos sabido que desde 2005 o antes se estableció un lucrativo negocio para algunos mediante el sencillo sistema de utilizar los fondos públicos en beneficio propio. Cuando algunos señalan que el caso de los ERE L falsos se limita a unos cien individuos colados en regulaciones de empleo concretas, están refiriéndose a la espuma de un proceso mucho más profundo. Los falsos trabajadores metidos a calzador en ERE de determinadas empresas no son más que folclore. Folclore de pícaros mangantes, pero folclore. El negocio consistía en disponer de cientos de millones de euros durante muchos años para buscar empresas necesitadas de ayuda y encontrar los intermediarios aseguradores a los que pagar cantidades infladas con la correspondiente orden de repartir parte del sobreprecio. Todo ello gracias a un sistema que eludía controles gracias a la disposición paralela mediante la que se procedía. Dos consejerías, Empleo e Innovación, servían de canalización y una serie de intermediarios hacían el trabajo sucio. Así se buscaba a quién se le prometía pagarle el qué y se le recordaba que debía repartirlo La chusca imagen del sindicalista Juan Lanzas repartiendo sobres en una cafetería cercana al Parlamento andaluz es la caricatura final del proceso. La investigación que llevan a cabo Alaya y la UCO precisa de indudables medidas de prudencia y contención. En el momento en el que impute a un aforado cosa que antes o después habrá de ocurrir le será arrebatada la instrucción. De llegar al Tribunal Supremo antes de tiempo podríamos encontrarnos con que todo acabe diluido en el inmenso océano de indolencias que asola a todo proceso con más de dos mil folios. Normalmente, en el Supremo, eso equivale a absolución. Puede que el TS devuelva el caso a la instructora y le pida que continúe, pero también puede que eso no ocurra y que el par de toneladas de folios de este proceso se quede, una vez más, en nada. Alaya lo sabe y lo sabe también la gente de la UCO, con lo que no vale la pena acelerar un asunto al que le queda, en el mejor de los casos, medio año de pesquisas e interrogatorios. De lo que acabe declarando, por ejemplo, Antonio Fernández, exconsejero de Empleo, depende buena parte del devenir del mismo. Y de lo poco o mucho que se reblandezca la obstinada omertá a la que está autosometido el tal Guerrero, director general de los ERE, pende el resto. Y de la aclaración de alguna de las contradicciones del interventor también. En resumen, nos vamos a divertir. Buen trabajo de la juez y, una vez más, de la Guardia Civil. IGNACIO CAMACHO LOS PERNOS DE LA MEMORIA Hay muchas Semanas Santas posibles pero la esencial es la que llevamos idealizada en el mapa íntimo de la memoria D 110 AÑOS DE HUMOR GRÁFICO EN ABC Mena (30 08 2001) (14 08 2002) E todas las Semanas Santas posibles, la esencial es la que cada uno lleva dibujada en el mapa íntimo de la experiencia. Por eso es una fiesta indestructible, capaz de sobrevivir incluso a su eventual degradación estética, a los ciclos sociológicos, a las inclemencias meteorológicas, a las modas culturales y hasta a las oscilaciones de la descreencia o de la fe: porque se trata de un fenómeno sentimental atornillado en la conciencia con los pernos de la memoria. Por eso y porque su dimensión abierta y participativa le proporciona múltiples entradas y salidas: desde la penitencia a la contemplación, desde la religión al arte, desde la belleza al dolor, desde la mística al perdón. Acontecimiento inclusivo, integrador, permite acercarse a él a diferentes distancias y desde todas ellas suministra respuestas satisfactorias y preguntas necesarias. Es una fiesta de acogida y de reconciliación, de amor y de muerte, de aflicción y de gozo, de sacrificio y de misericordia, de desgarro y de esperanza. Y en su intensa expresión de sensorialidad formal, capaz de estilizar sus códigos simbólicos hasta una estética del sufrimiento, levanta una geografía de la identidad popular que cose España con el invisible hilo dorado de una tradición espiritual, de una liturgia emotiva y de una comunión histórica. Imposible de aprehender en su totalidad, porque su propia condición heterogénea obliga a vivirla a trazos, en fragmentos que además casi siempre son los mismos, la Semana Santa se vuelve en realidad un relato a la carta de vivencias y emociones individuales que no se desarrollan tanto en el espacio como en el tiempo. El exceso de verbalización, a menudo folclórico y trivial, que la rodea responde a una necesidad de fijar su poliédrica complejidad en una sola secuencia interior asociada a la memoria personal y estructurada como el itinerario de una cofradía de la existencia. No hablamos de la Semana Santa que vemos sino de la que sentimos, la que pensamos, la que recordamos, la que hemos construido a través de experiencias discontinuas que reinventamos idealizándola en una única evocación para narrárnosla a nosotros mismos. La Semana Santa que llevamos estampada no es la de este año, ni la del pasado, ni siquiera la de esa infancia patrística o edénica donde se deposita el ADN de la conciencia, sino la suma de todas las Semanas Santas vividas, sedimentadas en el fondo de nuestras almas como si fueran una sola, puntual y perenne, cincelada como la precisa orfebrería de los pasos bajo la misma luna de primavera. En esa ensoñación de eternidad, de belleza recurrente, de sentimentalidad perpetua al alcance de nuestra voluntad de recordar, perseguimos como una forma de resurrección o de eternidad la aspiración imposible de escapar de un tiempo que nos alcanza y devora como una pasión inútil.

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