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ABC MADRID 08-03-2013 página 44
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  • EdiciónABC, MADRID
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44 ABCdelOCIO VIERNES, 8 DE MARZO DE 2013 abc. es ABC C ine Pedro Almodóvar En la oficina intentan protegerme de las críticas Vuelve a la comedia con Los amantes pasajeros ambientada en un avión DAVID MARTOS El marinero que perdió la gracia del mar LOS AMANTES PASAJEROS Dirección: Pedro Almodóvar. Con: Javier Cámara y Carlos Areces. OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE D España. El avión sufre un problema técurante la última década, nico y, a la espera de pista para aterrilas películas de Pedro zar, los tripulantes dan vueltas sobre Almodóvar habían ido Toledo: Son un montón de personajes agravando su tono y su dando vueltas sobre sí mismos. La gran mensaje. El médico que incógnita de nuestro país es cuándo vaencarna Antonio Ban- mos a aterrizar, dónde vamos a aterrideras en La piel que habito no pare- zar, quién va a estar comandando ese ce hijo del mismo director que alum- vuelo y cuáles van a ser los daños si los bró a la Carmen Maura de Mujeres al va a haber o las ventajas. Lo inquietanborde de un ataque de nervios Y en te es que el aterrizaje es necesario, y que este 2013, en medio del pesimismo ge- es de emergencia, porque no se cumneralizado, vuelve a los cines con una plen condiciones para que el vuelo concomedia, Los amantes pasajeros tinúe como se ha programado ¿Sabes lo que ocurre? dice un AlmoEn esa olla a presión donde los azadóvar pensativo, sentado en su osfatos bailan, las vírgenes quieren decuro despacho de la productojar de serlo y la clase turista duer El ra El Deseo. Es que yo no soy me narcotizada, se da cita una rodaje fue consciente de cuándo me engeneración de actores que a camino por un lugar somde fiesta para Almodóvar le parece brío o de si estoy en un lucomparable con los actores y gar muy luminoso. Esta pelos repartos muy duro lícula ha sido una fiesta para de Berpara mí los actores, pero para mí, a la langa. Y hora de rodar, ha sido tan dura el realizay ha estado tan llena de incertidumdor, que este vierbre como La piel que habito confie- nes lanza al munsa en su entrevista con ABC. do su largometraje número 19, y que Respiro antropófago ve rescoldos de Hace años, en medio de esa etapa ne- aquella España bergra no reconocida, Almodóvar se tomó languiana a su alredeun respiro durante el rodaje de Los dor, se prepara para el abrazos rotos Sintió el impulso de es- juicio de las críticas: En cribir un monólogo hilarante, La con- la oficina intentan procejala antropófaga una suerte de spin- tegerme. Trataré de igoff del personaje de Carmen Machi: Fue norarlas muy grato ver que seguía teniendo acceso a un modo de escribir que hacía tiempo que no ejercitaba. El reto era si podía conectar con el tono de mis primeras películas Y se puso a ello. Escogió un espacio cerrado como en Mujeres al borde... un avión rumbo a México y embarcó en él a más de una decena de personajes; pero lo que estaba destinado a una comedia loca acabó empapándose de la palabra crisis que no se menciona. Iba sintiendo el deseo fantasioso de, por momentos, respirar la misma atmósfera que en los ochenta, porque la que respiramos ahora es tóxica y letal Y la cabina que recorren los tres azafatos Cámara, Areces, Arévalo y en la que viajan Cecilia Roth o Lola Dueñas se convirtió en una metáfora de a chispa, la provocación, la potencia arrebatadora de personajes, textos y situaciones hicieron del cine de Pedro Almodóvar un taco de billar capaz de mover la bola del mundo; una combinación perfecta de espejo, desafío, frescor y acidez capaz de producir espasmos, fueran de risa, de incertidumbre, de emociones o de asombro. Una carambola a tres bandas: aquí, allá y hasta el más allá, que lo han convertido en el más grande e influyente director de las últimas décadas, lugar que ocupa con una intranquilidad (tal vez, inseguridad propia de algunos genios. Sus últimas películas lo han devuelto a la necesidad de buscar en la comedia algo que él, o sus críticos, o su público, consideraban perdido, y de este modo presenta Los amantes pasajeros revestida de un tono y un timbre que tendrían que considerarse como una comedia ligera. En un primer rastreo, se detecta la singularidad de su formato ya en los títulos de crédito, en la luminosidad y hasta en la provocación y descaro; pero todo se cubre de inmediato de una alarmante falta de algunas de sus mejores cualidades y se va construyendo una comedia en la que no salta la chispa, no asoma la menor emoción, el espejo está empañado y refleja una realidad torpemente expuesta, sin profundidad ni matices, y la risa es un premio que se queda desierto (la risa es algo subjetivo, que le ocurre a uno, y como tal hay que tomar esta apreciación) Un escenario: el inte- L rior de un avión en vuelo a México; una situación: un fallo mecánico les obligará a aterrizar en el aeropuerto desolado de Ciudad Real; una metáfora: la actualidad política y social entre la catástrofe y el aterrizaje forzoso, con todo el pasaje de turista (el pueblo) drogado y adormecido por orden de la cabina de mando. Francamente, más que comedia ligera podría denominarse metáfora ligera, que se completa con el pasaje despierto, los vips que Almodóvar tiene el hallazgo de colocar en ese escenario como espejo de lo que nos pasa de un modo tan trivial, tan ingrávido, que cuesta trabajo tomárselo en serio y es imposible tomárselo en broma. Son los personajes de su universo los azafatos homosexuales, los pilotos bisexuales, la vidente virgen, el corrupto que huye de la ley, el actor de vida licenciosa, la pareja de recién casados, la dominatrix que ha grabado sus vídeos sexuales con las seiscientas personas más importantes del país... todo suena a falsete, a viejo, agostado... a impostura disfrazada de estilo, todo lo cual tendría sentido y vuelo si el texto cumpliera su función y consiguiera acercarse, aunque fuera lejanamente, a lo gracioso. Chabacano y desfasado El trío presuntamente encargado del detonante de la risa es el de los azafatos emplumados, que interpretan Javier Cámara, Carlos Areces y Raúl Arévalo, pero, a mi juicio, no rebasan ni de modo textual ni gestual el nivel del chiste de locazas y el esfuerzo del director por aparentar provocación y humor corrosivo apenas sí llega a lo chabacano y desfasado. Incluso en los títulos menos afortunados de Almodóvar hay siempre un momento, un acierto, un golpe que mueve a una rara mezcla de admiración y repudio (la de Paul Bazzo en Kika no sé) y que en esta ocasión se resiste a ser encontrado, hasta el punto de que probablemente haya que elegir como momentazo de la película el del número musical del trío de azafatos que tanto rechinaba en el tráiler. De todos modos, encontrar una señal es cuestión de fe, encontrar una idea es cuestión de voluntad y encontrar una risa es cuestión de suerte.

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